Tal vez alguno diga que soy chapado a la antigua. Yo, sin embargo, digo que en realidad fui educado en la ética y el respeto a ciertos valores y que, tanto la ética como los valores, en modo alguno pueden ser algo pasado de moda.

He comenzado hablando en primera persona, y no es casualidad: lo que diré es única y exclusivamente mi opinión. Todos nos formamos opiniones a partir de lo que nos rodea; la realidad que cada cual percibe y procesa, determina creencias, códigos de conducta, valores personales.

“Más allá de la fecha patriótica, en cualquier día del año que se celebre un espectáculo semejante, este debe ser objeto de rechazo”.

Pero los humanos no somos individuos aislados, somos seres sociales. Desde Aristóteles sabemos que es en la sociedad donde el ser humano se hace un ser moral en lo individual y en lo público.

Dicho lo anterior, voy al asunto que me ocupa. Gracias a un grupo de WhatsApp, donde algunos amigos solemos compartir temas culturales, he conocido que en el bar Havana Level —sito en Calzada y J, en El Vedado, La Habana—, se ha estado promoviendo un espectáculo titulado Noche de Ninfómanas, para el pasado 26 de julio.

Ciertamente, aun cuando la fecha del 26 de julio recuerda enormes sacrificios realizados para terminar con un régimen que mató a más de 20 mil cubanos, es considerado un día de fiesta. Pasa, sin embargo, que la palabra fiesta, como todo en la vida, también tiene muchos matices.

¿Cuál es el tipo de espectáculo propuesto por Havana Level? Nada menos que una noche de desenfreno, de hipersexualidad insaciable, donde la mujer es tratada como objeto, una mercancía.

Una malintencionada propaganda suele afirmar que en los años 50 del pasado siglo Cuba era una “tacita de oro”. La realidad es que éramos un centro del narcotráfico, la prostitución y otras formas de crimen organizado gracias a la luz verde para el hampa. Cuba era conocida como el burdel de Estados Unidos, y muchos cubanos murieron para cambiar ese estado de cosas.

¿Cuál es el tipo de espectáculo propuesto por Havana Level para ese día? Nada menos y nada más que una noche de desenfreno, de hipersexualidad insaciable, donde la mujer es tratada como objeto, una mercancía.

La ninfomanía normalmente se asocia con otros males, en tanto abre puertas para el alcoholismo y la droga. En el espectáculo promovido por Havana Level (Nivel Habana en inglés), las mujeres que se exhibiesen vestidas en ropa interior, serían premiadas con una caja de cervezas.

Más allá de la fecha patriótica, en cualquier día del año que se celebre un espectáculo semejante, este debe ser objeto de rechazo. La cosificación sexual de la mujer ocurre cuando ella es tratada como un simple cuerpo que existe para el uso y el placer de los demás. Es un fenómeno que puede ser considerado como forma de discriminación sexista, lo cual nada tiene que ver con valores éticos de nuestra sociedad.

Las autoridades de gobierno, en el municipio habanero, suspendieron la celebración de semejante espectáculo. Ha sido una decisión acertada; aun así, parece necesario subrayar que corresponde a los gobiernos locales no solo actuar en defensa de lo establecido por la política cultural del país, sino además evitar que estas cosas ocurran.

En junio pasado, una actividad cultural con graves errores en su concepción terminó en una riña tumultuaria y varios lesionados en la Finca de los Monos.

Es obvio que se manifiestan preocupantes grietas en la responsabilidad que los órganos locales de gobierno deben mantener para con la cultura. En junio pasado asistimos al triste espectáculo de violencia desatado en la Finca de los Monos, cuando una actividad cultural con graves errores en su concepción, terminó en una riña tumultuaria y varios lesionados.

Con frecuencia vemos que se viola lo establecido para la contratación de músicos y artistas en bares y otras entidades. ¿Qué legislación ampara que se cobren 100 mil pesos, solo por el derecho a ocupar una mesa en el concierto de un músico, tal como se promovió este mes en el Chiringuito pizza´s, de Nuevitas, Camagüey? Cierto que la actividad fue suspendida, pero ello ocurrió solo tras la denuncia popular, y desatarse el escándalo en redes sociales y otros medios.   

¿Qué legislación ampara que se cobren 100 mil pesos, solo por el derecho a ocupar una mesa en el concierto de un músico?

Aunque la política cultural es asunto vital que nos compete a todos, y, ciertamente, su órgano rector es el Ministerio de Cultura, en la práctica corresponde a los gobiernos locales crear mecanismos y métodos para la adecuada orientación y supervisión de los productos culturales que se oferten en sus territorios.

Sirvan entonces los hechos relatados como alerta de lo que falta por trabajar en la promoción de valores y la erradicación de prácticas lesivas para la dignidad humana. 

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