El poeta engendra la pedrada sobre la superficie, fabricando el omphalos —espacio de aspersión— cuya energía extiende hasta crear lo circular, centro de poder e imantación sucesivos, como espejos líquidos, que al posarse sobre cosas y seres los empapa de rocío primordial, que hace del fragmento (caos) una totalidad simétrica (cosmos) cuya fijeza, al no poder alcanzar ni garantizar, se arriesga, al menos, haciéndola estable en lo especular cuando penetra la imagen. Inmanencia con ínfulas de trascendencia. El aspersor inmóvil se mueve en lo dispersado que, sin embargo, regresa a la quietud al tornarse rocío. Mundo miniatura. Más reflejo que sustancia. Perla que encandila y confunde. Movimiento subterráneo que al llegar a los bordes derrama nuevos espacios de representación. Artificio. Elemento mecánico que define el paisaje. Forma-potencia, discurso otro, donde la realidad queda atrapada. ¿Representación, medio, trasmisión, revelación o ilusión?
Aquí, con esa thecné, el demiurgo-poeta entra a la ensoñación del arquetipo desembarcando la Idea, o evocando sus atraques, al renunciar al estado creador permanente, primera causa causada, sediento los poderes a un lector incógnito, desconocido, como el que prefigura Nicolás de Cusa para lo Divino.

Ahora bien, como el poeta es un solitario que no se engendra, crea lo otro, el otro, la otredad, por el camino de la fragmentación-aspersión. El texto/partitura, agente de irrigación, debe leerse en sentido adámico. Medida de la cosa, cosa en sí, que no admite materiales otros. Es lo que es y lo que hay. Si se pudiera, cosa no disparatada, mirar el documento desde cierta altura, como un mapamundi, podrían descubrirse trazos como de ciudad en plato roto. Performance de elementos. Elementos del performance que encuentran un modo de habitar el territorio aun cuando este pueda aparentar ser un estado, un orden, sin conexión o lógica.
Juego en la estructura, sorna en la dificultad, al sumar códigos crípticos que suponen la existencia de una clave que, al no ser revelada, hay que sustituir por otros “golpes de dado” hasta revelar la posible llave, pero también una cerradura que se corresponda con el diseño y la voluntad prima, siendo esta cavernosa.
“El texto/partitura, agente de irrigación, debe leerse en sentido adámico. Medida de la cosa, cosa en sí, que no admite materiales otros. Es lo que es y lo que hay”.
El nuevo mapa trae la posibilidad de un territorio no explorado, virginal, donde caben sentido y contrasentido sin forcejeos. Anábasis y katábasis. Texto. Paratexto. Hipertexto. Orientación. Desorientación y fuga a lo posible. Apariencia de anécdota desterritorializada.
He aquí el riesgo y la alegría al contemplar el omphalos, el rocío y la irrigación de un poeta coronado.