Habana por dentro: La belleza subyacente de lo imperfecto
Recurro a mi librero. Título: Cuerpo reservado; autora: Dazra Novak; año de publicación: 2007. Primer cuento: «4 de Julio».
Era el año 2001: un año como otro cualquiera. Mi primer curso de Historia en la Universidad de La Habana. Historia: 1. Narración y exposición de los acontecimientos pasados y dignos de memoria, sean públicos o privados. // 2. Disciplina que estudia y narra estos sucesos. Habana: Ciudad abandonada por el continente, mi continente, basura y gente en las esquinas y juegos de dominó.
Malecón. Siempre el Malecón. Una cinta de hormigón desalmado comprimiendo a La Habana y su realidad. Pero la realidad no aguanta mucho y le salta por encima, llega al mar… y nada. Antuán y yo estudiábamos juntos. Entramos en el taller literario al año siguiente. El Malecón estaba tranquilo ese día, alguna que otra parejita apretaba aquí y allá.
—¿Cuándo comenzaste a escribir? —me preguntó.
—No recuerdo.
En realidad no recuerdo muchas cosas. Estudio historia, soy mala para los números y detesto aprenderme fechas de memoria. Una cosa es no querer aprender algo y otra bien distinta es tener mala memoria.
“En Dazra Novak La Habana ha estado dentro mucho antes de lo que ella misma quizás pueda imaginarse”.
Las ciudades siempre padecen de algo. En todas las ciudades hay siervos. Nadie se escapa… esta ciudad quiere escupirme, lanzarme afuera. Siento el salitre golpeándome la cara, no voy a ningún lado. Soy buena escuchando los cambios del mar. Yo debí ser músico.
Indicio: en Dazra Novak La Habana ha estado dentro mucho antes de lo que ella misma quizás pueda imaginarse. La Habana no ha sido un simple trasfondo, un encuadre, un tapiz de sus narraciones, el topos Bajtiniano (o redonetiano, ¿por qué no?); sino contraparte; personaje dialogante, confrontador, por momentos protagónico, pero significativo siempre, desde el primero hasta el más reciente libro; con especial énfasis, en el más reciente. La cubana, habanerísima, Mairelis Ramón Delgado estudió Historia en la Universidad de La Habana y la berlinesa (devenida habanera) Dazra Novak decantó esos saberes para hurgar inquieta, con lupa inquisitiva, en su entorno, en la gente, las calles, los rincones, las piedras. Para hacer preguntas y aventurar respuestas. La escritora Dazra Novak no puede liberarse de la historiadora Mairelis Ramón, y viceversa. Ninguna de las dos puede desprenderse de La Habana.
Evidencia: Mucho antes de que La Habana fuese declarada Ciudad Maravilla (distinción que millones de habitantes de varias generaciones le habíamos otorgado desde tiempos inmemoriales), Dazra Novak había decidido mostrarla al mundo tal cual, pero desde otra perspectiva, colocando el ángulo del lente sobre detalles que desencadenan en ella excepcionales introspecciones: textos breves y útiles a quienes desconocen la realidad del cubano habanero, su idiosincrasia y su ciudad. Así nace, en enero de 2013, el blog Habana por dentro, que rápidamente gana lectores de aquí y de allá; un sitio para encontrar La Habana de Mairelis y de Dazra, la mía y la de tantos otros; un blog poco complaciente, nostálgico, ocurrente, diáfano y hermoso, abierto al intercambio, y que a muchos nos hubiera gustado gestar.
Es a propósito de las celebraciones por los quinientos años de La Habana y por los sesenta de la fundación de la Casa de las Américas que surge la idea, en nuestra editorial, de invitar a Dazra para que convirtiera parte de su blog en libro; proceso al que se integraron con excelencia la diseñadora Laura Llópiz y la editora Iris Cano, y más tarde, las solidarias manos de la Delegación de Cultura de la Diputación de Córdoba, en España, hicieron posible la impresión de esta joya que es el volumen Habana por dentro, de la colección Lo Real y Maravilloso. Una colección pensada para mostrar el lado franco de nuestra América, las curiosidades y bondades de sus tradiciones, sus costumbres y sus gentes, pero hacerlo con profundidad y belleza.
Habana por dentro invita a conocer una ciudad cientos de veces reseñada en libros de todo género, en guías y anuncios de agencias, en postales, vallas citadinas, y otros tantos medios publicitarios; una ciudad mostrada por el cine, las artes plásticas y hasta la música. ¿Cómo lograr un nuevo impacto? ¿Cómo hacer para re-presentar esta ciudad? Como lo hace Dazra Novak, desde lo tradicional (combinando imágenes y textos), con nuevos enfoques y especialmente con una nueva mirada, tal como ella sugiere en su Miniguía cubana para turistas: después del Havana Club y el Cohíba: la raspadura y el helado Coppelia; después de Obispo, El Floridita y La Bodeguita: los balcones, las entrecalles y los solares; caminar, hablar con la gente, sentir el sol y mirar, siempre mirar.
En esta propuesta de recorrido, donde nos adentramos o salimos de los barrios con mágica rapidez, caminamos de la mano avezada de una historiadora-escritora, o viceversa, que nos habla de una ciudad y sus gentes sin arrebatos de chovinismo, ni tapujos, pero con una inusitada devoción; que se debate entre la admiración y el dolor, la nostalgia y el regocijo, la crítica y la alabanza. Todo ello con descripciones e imágenes poco ortodoxas, alejadas de la «feancia» o la cuadratura del lenguaje turístico convencional, e incluso, el acostumbrado por el devoto habanero, y nos devuelve, desde su introspección de paseante poco cándida, una Habana viva, palpitante, colorida, de olores múltiples y sonidos estridentes; pero también la Habana quejosa, apocada, maloliente y callada, aunque nunca despreciada. Abundan aquí todo tipo de calles: malcriadas, de bolsillo, elitistas, intensas, desabridas y casi ignoradas, altaneras, desilusionadas y firmes, inofensivas, las que no dan para más y las que dejan sin aliento. Y en ellas, los detalles; los momentos de reposo y fructífera contemplación –para refrescar del agitado andar–, que dan paso a textos espléndidos como las páginas dedicadas a la “Iglesia de Reina”, la “Calle Enna”, al “Almendares” o la “Calzada de 10 de Octubre”, donde conviven lo prosaico y lo excelso sin restarle encanto o calidad al texto, o aquel otro motivado por el “Aguacero”, donde la imagen magnífica y el oficio de la escritora se combinan en un ejercicio de conversión de lo intrascendente (por cotidiano) en verdadera literatura; y donde se habla de la alegría de la niñez, la distancia y el autodestierro, a manera de testimonio de la memoria, sin mencionar ni cuestionar de nuevo la palabra exilio: «No sé si allá, adonde te has ido ahora, la lluvia será la misma. No lo sé, pero aquel día nos marcó para siempre, ¿te acuerdas?».
Habana por dentro es como una serpiente que busca morderse la cola; abre sus páginas a la entrada de la Avenida del Puerto, justo donde la avenida Malecón entrega su nombre, y las cierra unos metros antes, en ese fragmento de muro que se abre a la fortificación de La Punta. Cuando llegamos a ese sitio ya hemos recorrido buena parte del Centro Histórico, la Habana Vieja, Centro Habana, Diez de Octubre, El Cerro, El Vedado y Jaimanitas, haciendo breves desvíos o paradas, ya sea para montar en la lanchita de Regla, bailar una rumba en el Callejón de Hamel, tomar un café, o para conversar acerca de variados temas relacionados con la Cuba y el cubano de hoy.
«No dejes de escribirlo», le dijo un lector a la autora del blog. No dejes de escribirlo –repito–, no por ahora, ni por unos meses, ni por las circunstancias, no dejes de escribirlo NUNCA. Si tú Mairelis o Dazra, sabes que no puedes, o no quieres, desprenderte de ella, de esta ciudad altiva, tan brillante como oscura, tan feliz como sufriente, tan firme como frágil, que tanto nos necesita y hacia donde te (nos) guían.
Debe ser una mano pequeña, la mano de un niño, la que me lleva siempre de regreso a mi Habana.
Blog: Habana por dentro. Autora: Dazra Novak. Día: 7 de marzo de 2018. Post: «¿Qué mano me guía?». Foto de Beatriz Verde Limón: Vista de La Habana desde El Morro.
A veces, cuando la miro así, desde lejos, me parece una ciudad antihermosa. Fundida en esta especie de niebla borrándole los contornos, las líneas que deberían definirla en más de un sentido. Así la veo la mayoría de las veces –aunque no esté yo tan arriba–, hermosamente de muselina gris donde a ratos destellan, según el humor del tiempo, los colores que de verdad le van por dentro. A veces luce tan en calma que nadie se imagina lo que le pasa, todo lo que grita en su diario grito mudo con miles de transeúntes protestando por sus venas, haciendo camino a lo de siempre que ya no es igual. Cuando la veo así tampoco yo alcanzo a definirme, esbozar algún contorno coherente, una máxima que guíe a los otros hacia lo que de verdad somos. Es como si la niebla se fuera conmigo a todas partes, todas partes que son este irme y regresar constantemente sin haberme ido nunca, este ir haciendo/deshaciendo mis pasos, la mora al mar casi botando la perla tan cansada como a veces me pone hasta el último segundo en que logro agarrarla y… ¡qué alivio!, suspiro sin hacer mucho hincapié en mi reincidir. Escribió Margaret Atwood que hay una tercera mano que nos guía, que no es la mano de ninguno de los dos amantes que de la mano van, sino una tercera que los une, la misma que el mago asegura es más rápida que el ojo. Y sospecho que tiene razón. Debe ser una mano pequeña, la mano de un niño, la que me lleva siempre de regreso a mi Habana.
Tomado de La Ventana, Portal Informativo de Casa de las Américas.