Este 24 de enero de 2022 la cultura cubana está de fiesta: la doctora Graziella Pogolotti cumple 90 años. Infinitos resultarán los elogios ante su trayectoria, así como las demostraciones de afecto a quien ha consagrado su existencia a la investigación, la docencia y la defensa de su patria desde una de las más importantes trincheras, la salvaguarda de la cultura nacional.

“La Biblioteca Nacional de Cuba José Martí, y en general el mundo de las bibliotecas, devienen temas recurrentes en sus artículos periodísticos”.

La Biblioteca Nacional José Martí (BNJM) ha tenido el enorme privilegio de contarla entre sus especialistas. Integró la nómina de la institución, de manera oficial, a partir de abril de 1959, gracias a la voluntad de la doctora María Teresa Freyre de Andrade, en su afán de reunir a grandes intelectuales para la refundación del centro. De la proximidad en el trabajo junto a la directora aprendió lo que la propia Graziella calificara como “pasión de servir” de la doctora Freyre.  

Graziella Pogolotti en su oficina de trabajo de la Biblioteca Nacional (ca. 1959-1966). Fotos: Colección especial de fotografías de la BNJM

De inmediato Graziella Pogolotti se involucró en la realización de la Revista de la BNJM,primerocomo secretaria de Redacción y más tarde como parte de su consejo editorial durante más de una década. También fue la primera secretaria del sindicato de la Biblioteca Nacional y desempeñó una memorable labor como especialista del departamento de Selección de la institución. El testimonio de la propia Graziella nos acerca al primer encuentro “fortuito” que la condujo a convertirse en trabajadora de la Biblioteca Nacional José Martí:

En marzo de 1959 hice una visita —casi por casualidad— a la Biblioteca Nacional. Iba a saludar a unas viejas amistades y, de repente, sin saber muy bien cómo, me encontré instalada en una reunión de trabajo. Era en el despacho de la dirección. (…) Cuando entré por primera vez a la dirección, aquel local me pareció inmenso y frío. (…) Pero en la medida en que la reunión se fue animando, al calor del análisis de los problemas, de las necesidades del momento y de los proyectos que se iban delineando, la atmósfera se transformó.

Olvidamos los mármoles y las maderas: la fiebre de trabajo, la fiebre creadora había comenzado.[1]

Graziella Pogolotti explica la obra El jardín de los cerezos, en un panel con usuarios de la Sala Circulante (2 de agosto de 1960).

A través de las instantáneas de la colección especial de fotografías de la BNJM, visualizamos los años de labor enjundiosa y útil de la entonces joven Graziella. Cursos sobre historia y crítica de arte, conferencias, charlas acerca de la pintura cubana contemporánea, preparación e inauguración de exposiciones, además del recibimiento de personalidades nacionales y extranjeras, destacan entre las variadas actividades que realizó en la década del 60 del pasado siglo. 

La doctora Pogolotti en la primera exposición retrospectiva de René Portocarrero, en la BNJM, el 21 de julio de 1960. Aparecen en la foto el sacerdote y poeta Ángel Gaztelu; Gilberto Bosque, embajador de México; René Portocarrero; la doctora María Teresa Freyre de Andrade, y Graziella Pogolotti.

La Biblioteca Nacional de Cuba José Martí, y en general el mundo de las bibliotecas, devienen temas recurrentes en sus artículos periodísticos. Si queremos medir el pulso de la Biblioteca Nacional y su rol cultural en los primeros años de la Revolución, las crónicas de la doctora Pogolotti son imprescindibles. La evocación de su etapa en la mayor institución bibliográfica cubana, y la utilidad que le confiere a dichos centros, constituye un orgullo para el gremio de bibliotecarios que la felicita y le agradece la magnitud de su obra, su pensamiento y su fecunda lucidez.


Nota:

[1] Graziella Pogolotti. “La pasión de servir”, Revista de la BNJM, año 66, no. 3, septiembre-diciembre de 1975, La Habana, pp. 9 y 10.

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