Gloria Rolando nos regala Hermanas de corazón
La inspiración llega al artista de disímiles maneras. Hermanas de corazón nace de la profundidad de la memoria materna. Los cantos y la narración que interpreta la guionista y directora Gloria Rolando dentro de la película, las imágenes del espacio íntimo y la estética de su apariencia al proyectar la belleza de la mujer afrodescendiente y caribeña, expresan la identidad de una creadora a la que las vidas negras le importan.
La siembra de la semilla, acción que aparece varias veces en el filme, recuerda el sentido de la educación ante la discriminación racial. En eso creían las Hermanas Oblatas de la Providencia y a ellas está dedicada la trilogía Hermanas de corazón.
¿Por qué eligió a las Hermanas Oblatas como protagonistas de la serie documental?
Partí de mi historia familiar y el recuerdo de Baltimore que siempre evocó mi madre, quien estudió con las Oblatas en La Habana. De la formación que ella recibió de las monjas negras, algunas de origen cubano, heredé la tenacidad, el impulso, el creer en algo que me hace sentir segura; por lo que en 2015 comencé a investigar sobre la congregación, su permanencia en nuestro país, la búsqueda de exalumnas, y visité las edificaciones donde radicaron las escuelas fundadas en Cárdenas, Santiago de Cuba, Santa Clara, La Habana y Camagüey.
Fue fascinante seguir los pasos de la fundadora del instituto religioso en Estados Unidos, Elizabeth Clarice Lange, de origen santiaguero, y conocer la existencia de Sister Matilde Moncada, descendiente del General Guillermón Moncada. Sister Matilde se esforzó mucho para que la mujer negra avanzara en una sociedad clasista y racista como la que existía en Cuba.
¿De qué forma transcurrió el proceso de realización?
Comencé a investigar por mi cuenta, sin recursos, y el proyecto fue creciendo a través de IMACARIB, grupo de video que dirijo. El mes que permanecí junto a la congregación, en Providence, Baltimore, en 2017, me permitió acceder a sus archivos y entrevistar a algunas de las religiosas, ya bastante mayores, que enseñaron en nuestro país. También conté con la cooperación de la Iglesia Católica y el apoyo de Audiovisuales Icaic.
¿Cuál fue el resultado de las entrevistas que realizó?
La congregación en nuestro país se dedicó a educar a niñas negras, mestizas y de ascendencia asiática. Después del triunfo de la Revolución esas estudiantes se convirtieron en alfabetizadoras, maestras, doctoras y profesionales de distintas ramas. Creían que iban a morir sin contar un pedacito de su niñez y adolescencia, que esas vivencias quedarían en el olvido, por lo que agradecieron la posibilidad de reencontrarse y ofrecer testimonio de aquellos años.
Me sorprendió la memoria de las entrevistadas sobre los personajes referidos, la forma en que impactó la salida de la Orden del territorio nacional en 1961, y la huella que dejaron las Hermanas Oblatas en la educación espiritual y patriótica de sus pupilas, a pesar de tratarse de una denominación católica surgida en Estados Unidos.
“La congregación en nuestro país se dedicó a educar a niñas negras, mestizas y de ascendencia asiática. Después del triunfo de la Revolución esas estudiantes se convirtieron en alfabetizadoras, maestras, doctoras y profesionales de distintas ramas”.
¿De qué manera estructuró Hermanas de corazón?
El filme propone tres partes que son casi independientes: Colegio San José, Las novias de Dios y Ángeles de la memoria. La primera está dedicada al Colegio San José en Cárdenas, la segunda profundiza en el surgimiento del instituto religioso y su labor en Cuba, y la tercera se refiere a los “ángeles que guardan la memoria de los negros de este mundo” y resalta la figura de la narradora oral Haydée Arteaga, “la Señora de los cuentos”, además de ahondar en la problemática de la discriminación racial.
¿Quiénes integraron el equipo que la secundó?
Gricel González es la productora que me ha acompañado en los últimos trabajos realizados con el Icaic y Danilo León participó también en la producción ejecutiva. Músicos como Tony Ávila, Miguel Sosa, Magaly Rolando y el grupo vocal Baobab colaboraron con el proyecto de forma gratuita. La dirección de fotografía fue asumida por Oscar M. Valdés, Erick Delgado y Fermín Domínguez, y la banda sonora estuvo a cargo de un colaborador habitual y amigo, Juan Demóstenes.
¿Cómo proyecta su labor en este momento de madurez profesional?
Mi interés es que la obra se conozca, sea divulgada y que el público se identifique con ella. Pretendo que cada espectador encuentre en la serie documental algo de su historia personal porque mi intención es hablar sobre los valores que transmitió la única orden católica integrada por mujeres negras y mestizas en el país.
¿Qué opinión tiene sobre la fuerza y preparación teórica que han ganado las agrupaciones afrofeministas y defensoras de los derechos de la mujer?
Me hacen sentir más acompañada, aunque en los momentos que estuve sola, nada me detuvo. Creo que he dado mi pequeño aporte a la historia de la mujer negra. No es justo que, por ejemplo, se utilice nuestra imagen en la industria del turismo como símbolo del exotismo y se invisibilicen nuestros méritos.
Esa es la razón por la que he procurado expresar con dignidad la voz de la mujer, tanto en la historia de la emigración caribeña como en los filmes Nosotros y el jazz, Diálogo con mi abuela, Los Independientes de color. 1912 y particularmente en el capítulo dos de Hermanas de corazón.
Aunque no me alcanza el tiempo para interactuar de manera constante con las agrupaciones feministas debido a todo lo que tengo que estudiar, investigar y producir, me parecen muy válidos esos esfuerzos.
Un aporte más a la conservación de la memoria histórica, que es la fuerza de la nación.