Flora Fong: Renovada, con un lirismo atrapador
Si Adelaida de Juan, Oscar Morriña, Alejandro Alonso, entre muchos otros importantes críticos del arte que a lo largo del tiempo han detenido su mirada ante la obra de Flora Fong presenciaran esta exposición, con seguridad revivirían el goce y el placer que ahora provocan estas pinturas.
Nuevamente Flora ha dado un vuelco a su discurso, que es como reinventarse, actualizarse, al tiempo que cuidarse de la reiteración. A lo largo de estos años, la evolución de su obra ha estado marcada por ciclos y etapas, que de alguna manera definen asuntos, aunque sostenga valores formales e iconográficos. Lo cierto es que la artista nos venía dando señales sobre las nuevas ideas que ya se entretejían en su mente inquieta, perceptibles en su paleta y, de hecho, la más reciente fue la presentación de algunas de ellas en la exposición Conexión 4 en Galería Habana, en agosto del 2020, donde aparece con una novedad seductora; sin renunciar a su pincelada expresiva y posmodernista. Lo anterior se deja ver en telas antológicas como “De Flora para Lam” —inspirada en “La silla” de Lam, de 1943—, y “Ternura”.
Definitivamente, el ciclo creativo de la reconocida descendiente de chinos se ha desprendido de los paisajes tropicales, de los ciclones y vientos huracanados, de las hojas de tabaco, de las frutas, de las marinas y de los reposados paisajes cerca del mar. Los pinceles que llenaban sus lienzos de intensos azules, amarillos y verdes ahora reposan, seguramente por un instante. Nasobuqueña Tropical es esa pausa necesaria que le ha dado una nueva lectura a sus composiciones, como aquellos años de finales de los sesenta e inicios de los setenta; y gracias a los cuales tenemos testimonios de la niñez de sus hijos Li y Liang, de la boda de la pareja feliz o de la colada de café criolla, entre otros.
“Nuevamente Flora ha dado un vuelco a su discurso, que es como reinventarse, actualizarse, al tiempo que cuidarse de la reiteración”.
No pretende ella alejarse de los temas que relacionan su obra con su entorno más inmediato, ni renunciar al énfasis evidente en el trazo gestual y la fuerza expresiva de sus líneas. Flora, después de un proceso de estudio, de pensamiento, convocó a la síntesis que anima a todo artista para conseguir este atractivo conjunto, que hoy nos está proponiendo, que viene a jerarquizar y a simbolizar su poética.
Flora asume la función social y emancipadora del arte, alertando sobre un mal que ha llegado para cambiarnos los estilos de vida, y eso es mucho más que incorporar la mascarilla a nuestros atuendos cotidianos. Ella viste a sus mujeres de cubanía y de universalidad a la vez, pero también de identidad, de apego a sus profesiones, de medidoras del tiempo, se hunde en aguas profundas. Y eso se hace presente en obras como “Liang ante la COVID”, una pieza de alto valor autorreferencial, que representa a su mejor conexión. La joven marcha en una carrera contra el tiempo, como sucede con esas “Nasobuqueñas” a las que al mismo tiempo corresponden los roles de madres, hijas, trabajadoras de cualquier parte, maestras de sus hijos, intelectuales, enfermeras, defensoras de la patria, surtidoras de alimentos…, en fin, el diapasón de obligaciones al que nos convoca la vida cotidiana. La joven se protege del virus con un abanico, pero su movimiento, ese que se percibe y siente, tiene su propia poesía. Sobre estos abanicos, el pincel se expande y surgen las palmas, los paisajes tropicales, las gallinitas azules, los racimos de plátanos. Vivos son los colores, notorios en sus fondos azules o rojos, realzados por firmes líneas negras, incluso, marcadoras de oportunos trípticos para aprovechar al máximo la superficie pictórica.
“Ella viste a sus mujeres de cubanía y de universalidad a la vez, pero también de identidad”.
En el 2021, cuando ya casi llegamos a dos años de confinamiento, cuando se lograron las vacunas y los cubanos y el mundo buscamos maneras de convivir con el Coronavirus, tiene lugar esta exposición en el prestigioso Museo Nacional de Artes Decorativas. Es esta una institución singular, un privilegio de la nación cubana, que se impone por su belleza, por su prestancia, pero más que todo, por su invaluable tesauro.
También Nasobuqueña Tropical es una de las pocas ocasiones en que se despliega una muestra de un artista plástico en los salones de esta institución, gracias al apoyo de muchas manos. La ocasión, también pone en diálogo a una artista y a una colección vinculadas a China por tradición. Los caracteres y símbolos chinos perviven en estos relatos de Flora, mientras el diseño, la materia y la inspiración del país de La Gran Muralla hacen un guiño a La dama del parasol, extendidaen el impresionante Salón Comedor. Feliz concepto, donde pintura y cerámica dialogan y nos conectan con la hermana China.
“La ocasión, también pone en diálogo a una artista y a una colección vinculadas a China por tradición”.
Valor simbólico circunda esta muestra, inédita y hechicera, que nos hace cómplices de un proyecto de alto valor estético. Flora Fong, multifacética, ingeniosa y propositiva se revela imperecedera en esta ocasión, que no podía ser mejor, porque con ella pensamos en los más de 70 de la fundación de la Republica Popular China, en La Habana y su aniversario; y en la fiesta del arte cubano, al que este proyecto se integra, conducida por el Comité de la XIV Bienal de La Habana. Nube de Otoño se ratifica como la artista atenta a lo necesario, a lo emergente, desde una estética y un lirismo atrapador, que nos sobrecoge y alerta.
Nota: En el día del cumpleaños de Flora Fong adelantamos esta valoración de su próxima exposición personal, Nasobuqueña Tropical, que será inaugurada el viernes 19 de noviembre en el Museo Nacional de Artes Decorativas.