Sin dudas fue de especial regocijo para el Museo Nacional de Bellas Artes de La Habana, tener el privilegio, el emotivo honor, de celebrar la primera exposición antológica de Marta María Pérez Bravo, una de las más destacadas artistas contemporáneas de nuestro país, que presentó un recorrido espléndidamente articulado de su intenso mundo interior, el cual cobró vida en unas imágenes que tocaron la sensibilidad del espectador.
Marta María ha desarrollado una carrera ascendente desde que comenzó a exhibir sus obras en la década del ochenta. Perteneciente a esa brillante generación, ella muy pronto encontró la mejor expresión de su arte en la fotografía, desarrollando una extraordinaria labor que se prolonga hasta la actualidad.
Es de destacar que Marta María ha hecho de su cuerpo una obra de arte más, un sujeto esencial de experimentación. Nadie antes que ella, en el contexto de las artes visuales cubanas, había llegado tan lejos en el terreno de la fotografía, utilizándolo como medio de expresión de conceptos, ideas, sensaciones, marcando un antes y un después. Tal como señaló la investigadora y fotógrafa María Eugenia Haya “…la obra de Marta María Pérez quebró las fronteras convencionales de las disciplinas artísticas”.
Con su extrema sensibilidad nos ha descubierto las tradiciones mágico-religiosas, ese mundo desconocido para muchos, de las religiones del Palo Monte, la Santería y el Espiritismo. Nos permitió el disfrute artístico de ellas y al mismo tiempo las universalizó. Las fotos de Marta María nos permiten “hacer visible lo invisible”, en palabras del crítico de arte y curador Orlando Hernández.
La exposición que convocó el museo, y se inauguró el 13 de marzo del 2020, reunió una rigurosa selección de obras realizadas entre 1983 —un año antes de finalizar sus estudios en el Instituto Superior de Arte— hasta el 2020. Con esta muestra no solo tuvimos una mirada retrospectiva de su quehacer estético sino que también nos actualizamos en el acontecer más reciente de esta excepcional artista. Se exhibieron 67 obras en total, 57 fotos y diez videos, de los cuales solo uno se ha visto anteriormente en Cuba.
“Con esta muestra no solo tuvimos una mirada retrospectiva de su quehacer estético sino que también nos actualizamos en el acontecer más reciente de esta excepcional artista”.
También debemos destacar que esta es la primera exposición que Marta María Pérez Bravo realiza en el Museo de Bellas Artes de La Habana. De esta manera la institución museal más importante de Cuba está cumpliendo con una de las deudas contraídas en el tiempo y que quedó saldada gracias a la cooperación en cuerpo y alma de la artista, que ha puesto todo su empeño en llevar a feliz término esta muestra. En tal sentido ha tenido la estrecha colaboración de Laura Arañó Arencibia, joven curadora de nuestro museo, de esmerado oficio, y de su laborioso representante José Almarales.
Firmeza es el viril y rotundo título de esta muestra, la cual reta nuestra inteligencia y los rasgos más sensibles de nuestra humanidad. Su naturaleza comunicativa pretende llegar a todos: público en general, críticos, historiadores del arte, curadores incluso filósofos, sociólogos y psicólogos. Este evento marcó también un antes y un después para muchos jóvenes artistas cubanos que no conocían la obra de Marta María Pérez Bravo. Sin dudas, ella constituye un baluarte no solo de las artes visuales de la Isla sino de toda Hispanoamérica. Su entrega sincera, su incuestionable originalidad y el despliegue de un talento innovador hacen de esta artista un referente ineludible en el contexto cultural cubano y universal.