FICGibara: catalizador para el desarrollo cultural, espiritual y socioeconómico de la Villa
Dos décadas de interacción cultural celebra este año el Festival Internacional de Cine de Gibara (FICGibara) en su XVII edición; veinte años en los que se han visibilizado internacionalmente las potencialidades de este pueblo costero de Holguín. Certezas que, además, han contribuido a forjar desde el arte un desarrollo local sostenible en la Villa Blanca.
Fundado en 2003 por el cineasta cubano Humberto Solás (1941-2008), el evento, en sus inicios Festival Internacional de Cine Pobre, mantiene sus preceptos de promover un cine humilde en su elaboración; pero actuante y movilizador, ético y facilitador de la interacción con la comunidad, aunque ha extendido sus búsquedas, gracias al trabajo con programadores de otros festivales, a producciones de mayor presupuesto y presencia en el circuito cinematográfico foráneo y reconocidos festivales. En todo este tiempo de alianzas y complicidades, se ha convertido en un “mar de artes”, funcionando también como catalizador para el desarrollo cultural, espiritual y socioeconómico de la Villa.
Desde las primeras ediciones, las instituciones culturales y gubernamentales que le acompañan en su realización han articulado estrategias, como parte del objetivo integrador de Solás, para conformar el Festival; entre ellos, el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (Icaic) y el Ministerio de Cultura y sus instituciones en la provincia.
Sergio Benvenuto Solás, director del FICGibara, insistió en que “llegamos a un Festival que tiene una mayor parte de los recursos locales y las autoridades y las personas del ámbito cultural han defendido que vengan no solo cineastas, sino que la presencia de músicos y artistas de otras manifestaciones se mantenga y preserve, porque forma parte de un interés colectivo, de esa percepción de que en veinte años ha venido mucha cultura.
“Este es un festival multicultural y fue absolutamente importante que Holguín entrara en el mapa económico de una manera decisiva el año pasado para aportar una cantidad de fondos, y que estos fondos permitieran que el Festival mantuviera su concepto multicultural”.
El FICGibara es una cita que lanza a Gibara al mundo, como ciudad de cine y de tradiciones culturales.
Milton Pérez, vicepresidente del Icaic, enfatizó que esta institución siempre ha potenciado el Festival desde su Comité Organizador hasta en los recursos financieros que han sido necesarios, contando, además, con el Gobierno local y provincial. “En esta XVII edición ha sido significativo el apoyo de la red de instituciones culturales. El Icaic como co-organizador en estos 20 años ha realizado una importante labor en el trabajo con la creación artística, y específicamente cinematográfica en un evento que, por demás, históricamente, ha sido multicultural. Ha creado un impacto, no solo para el desarrollo económico de la comunidad, sino que ha sido ese pueblo cultural y de películas soñado por Solás”.
“Hay un antes y un después del evento”, afirman muchos de sus pobladores cuando le preguntas en la calle. Antes Gibara era un pueblo medio muerto, luego de años de Período Especial —dicen los gibareños— y se convirtió en un mar de todas las artes. “Ese ha sido el regalo de Solás, un padre para este pueblo”, añaden.
En todo este entramado de arte también han influido el Ministerio de Cultura y sus instituciones al articular, de conjunto con los organizadores del Festival, una programación que incluya a todas las expresiones.
“Desde sus inicios ha significado para Gibara un acontecimiento, porque ha traído a la Villa a personas que no la conocían y el renacer de su propia cultura; además reconoce la identidad de este pueblo, y esa es una de las cosas más importantes que logra este evento.
“Este es uno de los certámenes más importantes del sistema de cultura en Holguín; y luego del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana es uno de los que mayor impacto logra, pues influye en la comunidad y en toda la región oriental de Cuba. Por eso hoy, como responsables del sistema de instituciones de la cultura, nos corresponde fortalecer, acompañar y hacer prevalecer el Festival durante muchos años, porque ayudamos al desarrollo local y espiritual de Gibara, pues todo se pone en función de enaltecer el pueblo, su gente y su cultura, que es sostener a la cultura cubana”, destacó Rachel García Heredia, al frente de la Dirección Provincial de Cultura.
El Centro Provincial del Cine ha sido otra de las instituciones que, desde lo local, ha asumido este año gran parte de la organización del evento. Yakelín Tapia, su directora, destacó que el apoyo institucional que ha tenido el Festival en esta ocasión ha sido muy significativo. “Este es un certamen, por su concepción inicial, muy amplio y multicultural y para que se mantenga cada una de las instituciones gubernamentales y culturales han apoyado decisivamente, sin dejar de prevalecer el cine como pilar esencial”.
El cine Jibá es la institución más importante del Festival. Cada año suceden aquí las proyecciones de los materiales en concurso y acontecen los momentos más emocionantes del evento, como la inauguración y la entrega de los Premios Lucía. Cada espacio se abarrota de personas, los gibareños asisten… “Este año se reparó la infraestructura del mismo, insertando lunetas nuevas y mejor climatización, logrando en sus espacios mayor confort para los espectadores presentes en las proyecciones”, agregó Tapia.
FICGibara une amigos, trae recuerdos, cumple sueños, es el regreso de los gibareños ausentes y reúne a importantes personalidades de la cultura cubana e internacional, lo que aporta, sin dudas, a la historia cultural de la Villa. Para preservar la memoria y patrimonio del cine, el Festival reconoce con el Premio Lucía de Honor a personalidades del mundo cinematográfico, inspirado en la película realizada por Solás en 1968, que narra tres momentos de la historia nacional a través de mujeres llamadas Lucía.
Entre los distinguidos se encuentran el actor boricua Benicio del Toro, las actrices cubanas Adela Legrá y Eslinda Núñez, protagonistas del filme, Mirtha Ibarra y Daysi Granados; los actores Mario Balmaseda, Mario Limonta y Salvador Wood; los cineastas cubanos Enrique Pineda Barnet y Fernando Pérez; y este año los reconocidos rostros del cine cubano Luis Alberto García y Jorge Perugorría, y la diseñadora de vestuario Violeta Cooper, quien vistió a personajes de filmes clásicos como Lucía y Miel para Oshún.
“Este es un suceso que no esperaba, estoy muy emocionada todavía. Me enorgullece que me lo hayan entregado en la tierra donde Humberto hizo su cine y soñó este Festival. Con Humberto todo era muy emocionante, todo el mundo lo quería”, subrayó Violeta.
Mirtha Ibarra, una de las grandes actrices del cine cubano y jurado de Ficción de esta edición, reafirmó el carácter renovador que otorga el Festival al pueblo de Gibara: “Aporta no solo desde el punto de vista físico, sino espiritual, de la alegría de la gente al ver otras cosas; y eso le da una vida a este lugar increíble desde que comenzó. Yo he venido en varias ocasiones y es enorme el cambio que se ha producido. Es algo mágico que me impresiona mucho. He participado en varios festivales y el fenómeno que veo aquí de la participación de la gente y su alegría no lo he visto, honestamente, en otro lugar”.
Este es también un festival que abre las puertas a nuevos artistas, creadores y realizadores, en especial a los noveles cineastas que se forman en las escuelas de cine del país o de manera autodidactica a la par que van realizando su obra; jóvenes que ponen su empeño en la realización audiovisual a pesar de las dificultades económicas, alejados de la capital de Cuba y de los circuitos de distribución y exhibición. Tal es el caso del guantanamero Daniel Ross, quien participa por tercera ocasión en FICGibara, pero esta vez es especial, pues concursa con su primer largometraje de ficción La espera.
“El Festival te abre una posibilidad más de exhibición de la película en el circuito nacional. Siempre que uno se proponga la meta de exhibir, proyectar y competir este Festival es una puerta, y para mí es uno de los más emblemáticos en Cuba y al que más acceso he tenido, pues se han presentado dos de mis cortometrajes y esta vez mi primer largometraje”.
“Este evento tiene, además de otros festivales que hay en Cuba, algo muy importante que son los espacios de socialización de experiencias y retroalimentación, como los paneles, conversatorios y talleres que se realizan. De aquí guardo con mucho cariño mis primeros encuentros con el gran cineasta cubano Fernando Pérez, que ha formado tantas generaciones y que te da un impulso tremendo para crear y hacer cine en Cuba”, añadió Ross.
En un mismo espacio confluyen cineastas, productores, actores, programadores, con sus sueños y desvelos en pos de un cine mejor. Ishtar Yasin, cineasta costarricense, llega por quinta vez al Festival de Cine de Gibara. En este certamen, a cuya primera edición en 2003 asistió, ha sido multipremiada con las películas El Camino (2008) y Dos Fridas (2018). Este año regresó con su largo documental en competencia Mi país perdido, un filme intimista que explora la relación con su padre a partir de la correspondencia entre ambos. El documental es el primero de una serie de películas sobre su familia, comenta Ishtar.
“Venir a Gibara es algo mágico e inolvidable, porque haber estado acá hace veinte años es recapitular qué ha sucedido en estas ediciones y cuál ha sido el aporte y desarrollo de este evento desde dentro, donde el pueblo es el principal protagonista. Amo a Gibara y a Cuba; y es un privilegio poder estar aquí. Deseo larga vida al Festival y que cada vez haya más personas y espectadores, y eso tiene que empezar desde las primeras edades y la sensibilidad por un cine que no es el que comúnmente maneja la industria cultural en el mundo, sino que son voces en resistencia”.
Integrado por cineastas y especialistas del ambiente cinematográfico cubano y extranjero, FICGibara en su XVII edición tiene tres jurados oficiales: Ficción; Documentales y Animación; y la Asociación Cubana de la Prensa Cinematográfica (ACPC). Integrante del primero es Alejandro Gil, director de filmes como Inocencia y su más reciente AM–PM, quien destacó que “este Festival logra algo importante, que es la reescritura simbólica del cine en sus espacios teóricos y de socialización de experiencias, amparadas por el quehacer de la propia manifestación. Pero, además, debe ser la culminación de todo un proceso cinematográfico que genere un ambiente cultural a lo largo del año. Es necesario rescatar un poco más el interés por el cine desde edades tempranas, pero también de todas las familias gibareñas y que eso se revierta en el Festival”.
“Este es un gran Festival que acelera, sin dudas, el desarrollo de la ciudad, pero mucho más al cine y a su acceso, a la juventud, a los niños, las escuelas, y de manera general a todo el país; y es que se ve una aceleración de cosas buenas, empezando por los encuentros con la gente, que es por donde se empiezan a tejer los vínculos más importantes para construir puentes”, subrayó Xavier D´ Arthuys, también jurado en Ficción.
Danier Ernesto González, joven fotógrafo y meteorólogo, inauguró su primera exposición, Gibara desde el celular, en el lobby del cine Jibá, una muestra que recoge 15 instantáneas de la vida cotidiana de este pueblo de películas; imágenes que tomó con su teléfono móvil y que pone a disposición de los invitados y coterráneos, que en muchos casos se ven retratados en su obra.
“La mayoría de las imágenes reflejan el agua porque cuando piensas en Gibara siempre piensas en el mar, también en su luz, en la pesca, el patrimonio natural e histórico”, explica.
Los conciertos vienen siendo el plato fuerte al final de cada noche, entre el salitre y la brisa fresca de la Plaza Da Silva, luego de intensas jornadas de proyecciones, presentaciones escénicas, literarias, exposiciones, homenajes. Por este escenario han pasado grandes figuras de la música cubana y latinoamericana. Ninguna otra villa lejos de la capital ha recibido a tantos reconocidos músicos en sus plazas.
Entre los artistas invitados de esta edición se encuentra el joven músico Jotabarrioz, quien ha traído por primera vez su estilo desenfadado, sui géneris, con canciones que se convierten en historias en tiempos de sanar el espíritu. “He crecido con la referencia de este Festival y de tantos artistas grandes que integran el evento, artistas que han sido referentes para mí, pero lo más importante es que es un espacio de retroalimentación constante y de superación. Es un placer enorme estar en Gibara y cantar para su gente”, comenta.
“Este es un pueblo pequeño, y pocas cosas nos suceden, pero el Festival es el acontecimiento que cada año espera con júbilo el gibareño, convirtiéndose en el evento más importante”. Además “es una cita que lanza a Gibara al mundo, como ciudad de cine y de tradiciones culturales, donde se reúnen importantísimas figuras nacionales e internacionales del arte de manera general, no solo del mundo del cine”. “No puede ser de otra manera, es que Gibara es un pueblo de películas, y ese sueño lo debemos también a Humberto Solás”, dicen con emoción los gibareños entrevistados, los verdaderos protagonistas de este encuentro cultural que cada año hace reverdecer su pueblo.