Feria del Libro en Villa Clara: entre luces y algunas sombras
4/5/2018
Meses antes de que la XXVII Feria del Libro recalara en Villa Clara, una realidad se hizo latente: este año llegarían a la provinciamenos títulos, menos ejemplares de textos, pero el mayor suceso cultural del país tendría el mismo impacto que de costumbre, el mismo rigor en su organización, igual anhelo de llegar a la gente, que, a fin de cuentas, es para quien se hace.
La XXVII Feria del Libro en Villa Clara, cautivó la atención de sus pobladores.
Foto: Arelys María Echevarría
En entrevista concedida anteriormente para este mismo medio, Idiel García, al frente de la editorial Sed de Belleza, de la Asociación Hermanos Saíz en el territorio, comentaba que, como consecuencia de la escasez de papel, a escala nacional, la cantidad de volúmenes no seríala acostumbrada, circunstancia a la que contribuyó igualmente laparada del poligráfico de la zona por procesos de renovación; noobstante, vino la feria y aún sometida a persistentes aguaceros, hubo libros y presentaciones, conferencias, figuras de renombre y lecturas y personas que desandaron las librerías.
El resultado final fue el siguiente: más de 400 títulos se contabilizaron adisposición de los lectores, en un esfuerzo ilimitado del Centro Provincial del Libro por complacer a un público exigente como pocos;desde los esperados manuales de cocina hasta los clásicos de laliteratura infantil La Edad de Oro, Había una vez y Oros Viejos, de los más vendidos en ediciones anteriores.
Por la parte local, marcaron protagonismo los sellos Capiro y Sed de Belleza, con más de 40 novedades, entre ellas 20 kilogramos de tristeza, de Geovannys Manso; Escribir el teatro, de Atilio Caballero; La primera vez que te vi y otros cuentos, del argentino Juan Pablo Fiorenza; Deriva, de Sigfredo Ariel; Mella: una vida en torbellino. Apuntes para una biografía, de Rolando Rodríguez; y Los vándalos, de Reynaldo Cañizares.
De las editoriales invitadas obtuvo la mayor aceptación, pudiera decirse, la casa de la Oficina del Historiador de la ciudad de La Habana, Ediciones Boloña, que trajo varias obras del doctor Eusebio Leal Spengler, a quien se dedicó este 2018 la fiesta de las letras enla Isla.
Cuba prendida del alma, Fiñes, A eterna sapientia, Hijo de mi tiempo y El diario perdido de Carlos Manuel de Céspedes, contaron con la demanda de los lectores y su mesa frente a la biblioteca provincial Martí, siempre fue de las más concurridas.
En materia de figuras, se prestigió la cita en Santa Clara con la presencia del intelectual camagüeyano Luis Álvarez, calificado como Huésped Distinguido de la urbe. Sus palabras hablan de algún modosobre lo que fue el evento de este abril.
“He disfrutado mucho la feria de esta ciudad con sus luces y sombraspero que se mantiene a pesar de todo. Los pocos libros de hoy son una inmensidad, comparados con otra época donde no existía sistema editorial, mucho menos en las provincias”.
El certamen —agregaría Álvarez— resulta imprescindible porque se trata del idioma, de su defensa. Y el idioma es donde habitamos todos.
Explicó además, el también Premio Nacional de Literatura 2017, que aún con voces tremendistas y marcadas por un pesimismo peculiar que sostienen que ya no se lee, en su opinión personal la lectura ocupa un lugar fundamental en la vida humana, hasta con la vorágine digital que envuelve al mundo, la lectura es y será siempre una aventura fascinante, que no muere, sino que se transfigura.
Continúa la cita entonces, como un espacio para acercar las letras ala sociedad, sacar las palabras de las paredes de una biblioteca, librería o salón de conferencias y llevarlas a las calles, que todos tengan igual acceso a los libros y a sus autores.
Como presidente de honor en la central geografía se erigió Edelmis Anoceto, escritor con una trayectoria ligada a la revista Signos, demarcado carácter popular y folclórico y que dijo, sin reparos, que “la sociedad cubana merece y necesita eventos de este tipo en los actuales momentos en que hay una vida tan agitada y llena de preocupaciones. La feria es un acontecimiento cultural que ayuda a que las personas esténconsigo mismas en un acto tan íntimo como la lectura. Si algo puede ayudar a mejorar nuestra sociedad es la lectura”.
Una confirmación de que fueron válidos los esfuerzos, de que, apesar de algunas sombras, la feria se hizo sentir como se acostumbra,lo cual no quita que se debe trabajar por una organización cada vez más cerca de la perfección, por una labor que atraiga más a las personas, por esa comunión que la mantiene entre los sucesos más esperados en la provincia durante casi 30 años.
En 2019, volverá la reunión y su impacto social deberá ser mayor, no solo porque se precisa de ello, sino también porque superarse a sí misma cada vez es la prueba contundente de que su existencia resulta vital mientras haya gente que lea, gente que escriba y gente que sienta.
Muy de acuerdo con las opiniones sobre la feria y su importancia. Sin embargo, insisto en enmendar un error que, pese a que se ha tratado de aclarar muchas veces, sigue operando en el discurso público. Las ferias del libro en Villa Clara se celebran desde 1981, así que el penúltimo párrafo reitera que es “uno de los sucesos más esperado durante casi 30 años”. De 1981 a la fecha van 38 ediciones de la feria, no casi 30. Se dice que se cuenta con el mismo ordinal de la de la Habana, porque es una sola para todo el país, pero no siempre fue así, de 1981 a 2002, nuestras ferias se hicieron puntualmente cada año. A partir de 2002, por aplicar una lógica habanocentrista, se borraron las anteriores a 1992. Que lo hagan los que piensan que el país es la Habana, se entiende, pero lo villaclareños tenemos que defender la verdad de que desde 1981, hacemos ferias del libro al amparo de la política cultural de la Revolución y con la logística de la Emprea del Libro primero, y del Centro del Libro después.