Escritura corporal coreográfica, museos intervenidos y proyectos colaborativos
El punto de partida es la intersección entre arte y urbanismo, la experiencia con el espacio arquitectónico y la implicación del cuerpo como vehículo discursivo de nuestras reflexiones. El Edificio de Arte Cubano fue intervenido el pasado 26 de noviembre en la tarde con un gesto de trazos “invisibles”, donde cada cuerpo en movimiento compuso en el espacio, tornándose, de algún modo, una escritura natural.
Los entornos del Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA), convencionalmente organizado con amplios espacios para el arte “tradicional”, se convirtieron en un escenario performatizado por el proyecto belga Stretch Timemonochromes y bailarines cubanos. En la función de estreno se presenció un trabajo multidisciplinario y la acción llevó a repensar, una vez más, las condiciones espaciales y temporales del espacio museístico para ejecutar este trabajo de creación colectiva.
La delegación belga en Cuba, y en especial Isabella Soupart ―coreógrafa que lidera Stretch Timemonochromes― tenía el interés de trabajar no con bailarines profesionales, sino con estudiantes, y surgió así la oportunidad. En 2019 nació esta iniciativa, a la cual también están integrados el diseñador textil Jean-Paul Lespagnard y el director musical Guy Vandromme, quienes impartieron un taller a estudiantes de danza de la Universidad de las Artes y de la compañía Acosta Danza.
No se puede perder de vista el registro coreográfico de una compañía como Acosta Danza, que siempre ha abarcado varios géneros, y la obra de Isabella Soupart, quien además de coreógrafa e intérprete es artista visual.
En el MNBA ―donde aún se expone En ningún lugar como en casa, de Kcho― hubo sonidos, vestuarios llevados con la habilidad física, la expresión emocional y la estética del baile performatizado, canto y movimientos que no solo son los clásicos del ballet, el breakdance… la interacción total del cuerpo con la arquitectura. Así, la creación artística coreográfica le otorga visibilidad a esa categoría estética dentro del lenguaje del arte que se produce en la Isla.
Por siglos, los humanos no solo hemos utilizado la danza como un arte corporal que provee disfrute y admiración artística, sino también como un instrumento para aumentar la conexión de los miembros de la comunidad consigo mismos. La danza como arte convierte el cuerpo en el lápiz que dibuja una imagen emotiva, y el espacio externo se convierte en el papel que recibe el proceso creativo del artista. Este proceso de expresión emocional crea una conexión visceral del que baila consigo mismo, con el grupo de baile y con el público, como el que observó la presentación del 26 de noviembre.
La función fue un proceso creativo entre artistas cubanos y belgas invitados al principal evento de arte contemporáneo en Cuba: la Bienal de La Habana. Fueron jóvenes bailarines que integran el grupo artístico-docente de la Compañía Acosta Danza quienes, tras varias jornadas de preparación y ensayos, completaron la concepción del proyecto con la producción y ejecución de la performance.
“Este proceso de expresión emocional crea una conexión visceral del que baila consigo mismo, con el grupo de baile y con el público…”
Esta se convirtió en una jugosa experiencia de aprendizajes mutuos, en cuanto a lo académico y sus protagonistas; pero, además, cuando por las áreas del lobby, interiores y la entrada del Museo pudo apreciarse la escritura coreográfica y sus inventivas prácticas sensibles, para el público fue la oportunidad de presenciar un acto que generalmente queda confinado a las salas de un teatro.
Todo el desarrollo en La Habana de esta iniciativa fue minuciosamente documentado para la posterior producción de un audiovisual que mostrará, más allá del espacio físico de la Bienal, la integración de los artistas belgas y cubanos que intervienen.
Asimismo, es esta una experiencia que muestra los potenciales terrenos desde donde rearticular la investigación en danza y su visibilidad, con resonancias más allá de la academia.
Con trasgresores modos de uso y protocolos de experimentación del espacio, el cuerpo danzante como vehículo de expresión, exposición y performance trata de expandir cada vez más sus posibilidades comunicativas.