Entrevista con Lisbeth Lima: “Yo quiero que se me conozca en mi tierra”

Yasmany Herrera Borrero
6/7/2020

Cuando alguien dice con orgullo que trabaja con cadáveres humanos,  resulta imposible no voltearse. Estudiar los cuerpos, fotografiarlos, reparar en su simetría, sus taxonomías, su composición, sus regularidades provoca cierto estrés en la mayoría o, en el peor de los casos, morbo. Por eso llama la atención cuando alguien construye su cotidianidad en el umbral de lo conocido. La muerte es siempre un enigma y, aunque todos sabemos que es el final, cuesta trabajo naturalizarla.

Fascina saber que hay quienes conciben a los seres humanos desde aristas diferentes y sitúan la fuerza del instinto frente a la razón; razón que la ciencia hurga para comprender la condición humana en su esencia animal, primitiva. Solo de ese modo se entiende la fragilidad que padecemos y la necesidad de ser amigables con el ambiente, siendo esta la única forma de existencia posible como especie.

Lisbeth Lima (Santiago de Cuba, 1995). Foto: Tomada del perfil de Facebook de la escritora
 

Lisbeth Lima es bióloga y posee esa sensibilidad, ya que puede definir los límites que nos colocan en el punto de la evolución en el que nos encontramos. Además es escritora y todo ese saber se vuelve imaginación canalizada a través de la literatura a base de disciplina y rigor. Recuerdo haberla visto moverse por los parques de la Universidad de Oriente. Iba casi siempre seria. Me parecía profesora cuando aún era estudiante, con esa expresión a veces distante y noble, pero con un rictus dulzón que invitaba a abordarla para darle camino a una duda.

En 2016, mientras yo cubría el capítulo santiaguero  de  la Feria del Libro, me sorprendió verla en una ronda de lecturas narrativas. Cuando tocó su turno agarró un manuscrito y leyó su cuento, corto, rotundo, de esos que te ruborizan. No recuerdo el título ni la trama, mas guardo el estremecimiento. Luego hemos compartido pequeños espacios, y tuve siempre el deseo de entrevistarla. Finalmente llegó la oportunidad

¿Cómo comienza el interés de Lisbeth Lima por la literatura?

De pequeña yo era muy introvertida, me costaba relacionarme con otros niños. Entonces me refugiaba en los libros y me aprendía páginas completas de memoria. Mi mundo eran los libros, fuera de ahí no había otra cosa para mí. En la medida en que fui creciendo tenía la necesidad de expresarme, pero seguía siendo introvertida, así que decidí escribir diarios, y así me di cuenta de que podía ser yo misma. Lo que otros dicen normalmente frente a la sociedad yo podía hacerlo en una hoja en blanco. De modo que el entrenamiento diario de leer y escribir me ayudó a descubrir un mundo nuevo, al que le fui agregando lo que mi imaginación generaba.

A los 14 años comencé una novela, Alexa, fue la primera ficción que creé. Narraba la historia de una chica que, como yo, era introvertida, y vivía en un mundo imaginario donde había vampiros. En ese mundo complejo ella cargaba, además, con una madre loca. Me encantaba ficcionar, sin límites para crear. Me sentía dueña de todo.

¿Qué impulsaba toda esa imaginación?

El cine. Tengo que decir que veía mucho cine en esa época, y hasta hoy.  He sido cinéfila desde que tengo uso de razón, y en la adolescencia era muy grande mi interés por ese arte. Aunque siempre leí, siento una gran afición por la gran pantalla, porque si para mí leer era importante, no tuve nunca una guía, nadie me dijo por cuáles libros debía comenzar el ejercicio de la lectura —lo digo pensando en clásicos como El Principito, Corazón o Ana Frank—, por ende, mi entrada al mundo de la literatura fue un poco loca. En el fondo lo agradezco, porque de ese modo tuve acceso a mucha literatura que leí sin discriminar. Quizás por eso también llegué tarde a otros títulos que se supone debí haber leído hace mucho tiempo, y que leí ya de adulta.

Luego de Alexa continué escribiendo. Nunca pensé que llegaría a ser escritora o que otras personas leerían mis textos, simplemente escribía porque me gustaba. Me sentía bien, me sentía yo misma. Recuerdo que todo aquello lo escribía a punta de lápiz. En aquel entonces no tenía computadora ni teléfono, así nacieron mis primeros cuentos y novelas.

Eres graduada de una de las principales escuelas de escritura en Cuba, el Taller de Formación Literaria del Centro Onelio Jorge Cardoso, ¿cómo llegas ahí?

Aquí en Santiago de Cuba tenemos la suerte de poseer el taller Aula de poesía, de Reinaldo García Blanco, quien es premio Casa de las Américas. Ese espacio, y Reinaldo en particular, han sido fundamentales en mi formación como escritora y en el establecimiento de nexos con otros narradores, poetas y ensayistas de la ciudad y el país. Para mí cada encuentro es un aprendizaje. Mirando hacia atrás me he dado cuenta de que casi siempre yo era la menor en los talleres, encuentros de escritores y espacios literarios a los que asistía. Por ejemplo, en el taller de Reinaldo empecé con 16 años.

Un día, mientras asistía a una de sus clases, él me mostró la convocatoria del  Centro Onelio Jorge Cardoso. A mí aquello me quedaba grande, al menos yo lo sentía así. Imagina que para entrar me pedían tres cuentos  o un fragmento de novela, y yo no tenía ninguna de las dos. Consulté con la gente que conocía y me dijeron: “Un fragmento de novela no, sería más difícil para ti, pues tendría que ser muy potente para que te acepten. Tienes 15 páginas para demostrar que la novela vale”.

En aquellos momentos se me hacía muy difícil acortar las historias, no sabía hacer cuentos de manera seria. Me decidí por la novela y escribí únicamente la cantidad de páginas que exigían para ingresar al taller, y con tan buena suerte me aceptaron. No te puedo describir el placer que sentí cuando me llamaron. Reencontrándome es el título de la novela, del fragmento que escribí para entrar al Centro de Formación Literaria. Aún es un proyecto inconcluso. Tal vez he escrito unas pocas páginas más, pero no he vuelto trabajar en ella, es una cuenta pendiente que tengo.

Después de graduarme del Centro Onelio, escribí mi primer cuento de manera consciente, se llama  “Zona inexplorada”,  el cual fue publicado en una antología de jóvenes escritores en Cuba. Es el único cuento que tengo publicado en el país, después de él empecé a explorar la narrativa corta y creo que me ha ido bien. He logrado terminar tres libros de cuentos para adultos, además de publicar en varias antologías.

Foto: Tomada del Facebook de Letras Latina Ediciones
 

¿En qué géneros te sientes más cómoda?

Si el indicador fuera el volumen de material escrito, definitivamente lo que más produzco son cuentos, estos se pueden enmarcar dentro del realismo sucio, aunque también trabajo el ensayo y la literatura infantil. Especialmente me interesa el testimonio, ya tengo dos o tres y es un género que me gusta mucho y pretendo trabajarlo con más seriedad.

¿Qué papel ha jugado la Asociación Hermanos Saíz (AHS) en la visibilidad de tu obra?

A la AHS la conocía por referencias. Era muy jovencita cuando conocí a las generaciones que ya eran miembros y me parecía muy interesante lo que sucedía en la Casa del Joven Creador. Imagínate, yo era una adolescente en la época de la que te hablo, ahora mismo tengo 24 años y mi visión es diferente. Aparte del Centro, que fue vital en mi formación, esta fue la otra puerta que se abrió para mí. Sin duda, ha sido fundamental. La pertenencia a la organización tiene peso en el currículum y te legitima. Desde que pertenezco a la Asociación la visibilidad de mi trabajo se ha multiplicado y he estado presente en peñas dentro y fuera de la provincia. Desde 2016 he participado en casi todas las Ferias del Libro, en el Festival Orígenes; y he estado en la televisión promocionando mi obra. Ha sido muy positivo para mí ser parte de la Asociación.

¿En qué nuevo proyecto estás inmersa?

Vamos a crear un nuevo espacio literario en la AHS. Queremos arrancar en la etapa post Covid-19 con una apuesta en la que la literatura sea protagonista de una forma diferente. En La letra del escriba invitaremos siempre a un escritor que cultive un género determinado. Por ejemplo, conversaremos sobre la ciencia ficción, todas las cuestiones relacionadas con él y sus subgéneros. La idea es que también asistan críticos e incluso curadores de arte y editores, para generar un flujo de diálogo que retroalimente todas las zonas de la creación literaria

¿Cómo ha publicado tanto en el extranjero Lisbeth Lima?

Aunque para muchos es un logro, a mí me causa un poco de insatisfacción, porque antes de haber publicado en otro país, me habría gustado que me leyeran en Cuba. No tengo libros completos publicados afuera, pero  sí muchos cuentos como parte de antologías, sobre todo en Europa. Mis textos se  pueden leer en Austria, Polonia, Francia, España, y muchos de ellos han sido traducidos a varios de esos idiomas. Hay tres proyectos con la editorial  Letras Latinas para publicar en México, Colombia y Argentina, que constituyen tres grandes mercados para la literatura en español y, por tanto, una vía excelente para que se conozca mi obra. Aunque eso es realmente importante, tengo un solo cuento publicado en Cuba, por lo que me gustaría trabajar para que se cumpla mi sueño de ser conocida en mi tierra. Esa es mi asignatura pendiente y trabajaré para lograrlo.

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