Entre la autogestión y el crowdfunding
27/12/2017
En el conjunto de la producción nacional fonográfica, tanto la facturada por sellos oficiales como la de corte independiente, uno de los discos que más he escuchado en meses recientes es el titulado Homagno, acreditado a la formación homónima. Hasta hoy he esperado para hablar de esta propuesta, pues había acordado con sus protagonistas hacerlo como parte de una campaña promocional que coincidiría con un concierto de presentación del álbum.
Como que transcurre el tiempo y no sé si ya se dio el aludido concierto o si ya no se piensa realizar, opto por escribir. En no pocas ocasiones, más de un CD se me ha quedado sin comentar o reseñar pues he aguardado por su presentación oficial y la misma nunca se ha concretado. Por solo mencionar un ejemplo, me viene a la cabeza un fonograma como el excelente Ágora, de Polaroid, que llegó a contar con una gira en Argentina pero con el que aquí jamás se hizo nada y tristemente, el dueto integrado por los cantautores Juan Carlos Suárez y Miguelito Díaz-Canel se desintegró.
En el caso de Homagno, se corrobora que la gestión musical entre nosotros no está al margen de las transformaciones socioeconómicas que vive la sociedad cubana. El modelo asumido por Manuel Bas y Ernesto Mederos, cabezas pensantes de este proyecto, parte del uso de fórmulas de trabajo que apelan a la autogestión, al financiamiento a través de crowdfunding o micromecenazgo, lo cual hace que hasta hoy se muevan fuera de las instituciones convencionales.
Líneas atrás decía que la ópera prima de Homagno resulta uno de los discos que más he escuchado últimamente. Ello no solo responde al interés que desde el punto de vista artístico me despierta la grabación, sino al hecho de que en su conjunto, este material me sirve para argumentar, una vez más, el par de categorías operativas que ideé a inicios de siglo a fin de estudiar, desde el prisma académico, ciertas zonas de nuestra producción sonora, es decir, Música Cubana Alternativa y Canción Cubana Contemporánea.
Como se asegura en una nota de presentación del álbum facturado or Ernesto Mederos y Manuel Bas:
“En su primera producción discográfica Homagno (2017), ambos cantautores se unen para materializar un producto musical que no solo representa una parte de su joven obra creadora, sino también enfatiza desde el punto de vista temático en aquellas circunstancias que singularizan a la juventud cubana en su contexto geopolítico. No escapan a la mirada de Homagno temas tales como la migración, la naturaleza urbana, la banalidad en los medios, la soledad, la esperanza, la agonía y la libertad en la creación, el amor, etc.”
Contentivo de once temas, cinco a cargo de la autoría de Manolito, otros tantos firmados por Ernesto y uno compuesto entre ambos cantautores, lo hecho por Homagno se inscribe en esa línea que hemos tenido en Cuba en la que uno no sabe si está ante un rockero que hace trova o un trovador que defiende el rock. En dicho sentido, Mederos y Bas son herederos de lo efectuado a fines de los sesenta por Pedro Luis Ferrer y Mike Porcel con Los Dada, del quehacer de varios representantes de la generación de los topos o de gentes más cercanas en el tiempo como Habana Abierta, Hobby, Superávit, Iván Latour, Roberto Perdomo, Charly Salgado e Iván Leyva.
Si bien es fácil deducir que entre los referentes de Homagno están el rock nacional argentino y la llamada trova rosarina (cosa que se comprueba al escuchar el fonograma), es curioso que ellos hayan escogido para que los acompañen en el CD a instrumentistas en su mayoría procedentes del jazz que hoy se hace entre nosotros.
Nombres como Yissy García, Raúl Herrera, Ernesto Hermida, Gastón Joya, Alejandro Falcón, Jorge Luis Lagarza, Miguel Ángel García Fernández, Josué Borges, Maybel Peña, Daymé Arocena, Franklin Rodríguez, Emilio Martiní y Héctor Quintana son garantías de un respaldo musical más que eficiente. En este sentido, confieso que me sorprende el rol de Héctor Quintana como arreglista de ocho piezas en la grabación, pues aunque le admiro enormemente como guitarrista de jazz, no me lo imaginaba como tan brillante orquestador de un tipo de repertorio como el aquí recogido.
Con textos de impecable factura, en el fonograma (registrado en los Estudios Ballari) sobresalen cortes como “No le temas al dolor”, “Tela de arañas”, “Urbis natura”, “Trasatlántica” (de lo mejor del CD) o el contagioso “Debajo del subsuelo”. Mi único señalamiento al disco es que en algunos temas no se entienden del todo las letras de las canciones, lo que puede obedecer a que la voz quedó demasiado enterrada en la mezcla o a problemas de articulación al decir a la hora de cantar. Por lo demás, estupenda ópera prima la llevada a cabo por Homagno.
El mayor reto que tienen ahora Manolito y Ernesto es conseguir de un modo u otro que el material de su álbum llegue a las posibles audiencias cubanas interesadas por este tipo de propuesta, sin discusión lo más difícil de lograr, porque sin ello no hay repercusión alguna y todo el esfuerzo realizado hasta aquí sería en vano.