Las musas son fantasmas, y a
menudo llegan sin que las invites.
Un saco de huesos,
Stephen King
Entré en contacto con la obra fotográfica de William Oceguera a través de Facebook, y debo reconocer que me cautivó al instante; fue gracias a la exposición Endógeno, exhibida de forma virtual en la galería Instantáneas Prismas. Veinte fotografías digitales, acompañadas por pequeños audiovisuales, marcan la iniciación de este joven artista en los predios de las muestras personales. Francamente, es un debut notable, pues nos presenta a un creador en crecimiento, pero talentoso e interesante, con mucho por dar y un largo camino por recorrer.
Endógeno recoge piezas pertenecientes a las series Intimidad, Musas oscuras y Alien, iniciadas en 2020. Con una notable economía de recursos —sorprendente en un joven artista cuya carrera prácticamente comienza— Oceguera recurre al autorretrato para construir y mostrarnos personajes de marcada carga dramática: álter ego en los que se desdobla, decanta sentimientos, exorciza demonios internos, enfrenta verdades, y da voz al dolor, a la locura, a sus pasiones más secretas.
La autorrepresentación masculina en la fotografía cubana actual es escasa. Amén de René (Pupy) Peña, Enrique Rottenberg, Yuri Obregón Batard, Yoanny Aldaya o Javier Bobadilla, no abundan los creadores que parten de su propio cuerpo para construir imágenes personales, íntimas y lúdicas, deudoras de sus intereses y subjetividades. Oceguera recurre a ello como estrategia de exorcismo personal, de expiación y ofrecimiento, primer elemento interesante en su exposición. Es a él a quien vemos una y otra vez, persistente como un eco ancestral, asumiendo múltiples poses, construyendo figuras, seduciendo e inquietando al espectador, en un incesante juego que diluye las fronteras entre géneros y roles, vigilia e inconsciencia.
A veces basta un gesto, una inflexión anatómica natural o conseguida mediante manipulación digital, un hábil juego con la luz o la simple incorporación de un paño a fin de ocultar las facciones, para embeber de sentido a los personajes, develarlos como mensajeros de lo onírico materializados por voluntad propia, o invocarlos, extraerlos de la particular dimensión donde habitan, siempre rodeados por lúgubres atmósferas, perturbadoras y silenciosas, ideales para la comunicación con lo invisible, esencia del arte.
“Endógeno recrea arquetipos mitopoéticos inherentes a la cultura occidental”.
El erotismo es otro de los tópicos abordados, muchas veces desde perspectivas rayanas en lo Queer, o que lo exploran de forma directa en peculiar noviazgo con lo gótico, siendo esta otra de las peculiaridades más atractivas de la muestra.
Si bien cuentan con múltiples referentes en la producción fotográfica de varios artistas a nivel internacional, las piezas reunidas en Endógeno evidencian un nivel estético notable que hacen de William Oceguera un cultor del octavo arte que deberemos seguir bien de cerca. Musas inspiradoras de lo terrible, cuerpos en la agonía del duermevela, lémures escapados del Inframundo, entelequias danzantes, espectros y sombras: el peculiar desfile de personajes reunidos en Endógeno recrea arquetipos mitopoéticos inherentes a la cultura occidental, vistos, ahora, desde la sensibilidad de un núbil fotógrafo cuyo trabajo, con toda seguridad, habrá de sorprendernos en el futuro.