En vísperas del 28 de enero, pensando en Martí y una provocación

Karima Oliva Bello
28/1/2021

¡825 casos positivos y 4 muertes! Cuba enfrenta el momento más complicado desde que comenzó la pandemia.

Con una economía que hemos visto criminalmente amordazada, más de lo que ya era, si fuera posible y lo fue; realizando con un esfuerzo descomunal decenas de miles de PCR diarios y hospitalizando de forma gratuita no solo a los portadores del virus sino también a los sospechosos de portarlo; mientras se empeña en producir una vacuna con la que podamos inmunizarnos todos y avanza con un ordenamiento que por sí solo determina un escenario difícil.

Millones de cubanos trabajando, otros apoyando con las labores que demanda el control de la pandemia, tratando de sacar adelante el país; otros afrontando la muerte de sus familiares o tratando de superar el virus ellos mismos; personal médico movilizado, acuartelados algunos en centros hospitalarios; periodistas y medios tratando de mantenernos informados; la población en la calle buscando alimentos y otros productos de primera necesidad que escasean, preocupación de por medio por la situación de la pandemia, la subida de precios y otras circunstancias asociadas a los cambios impulsados; las universidades decidiendo qué hacer con el curso escolar. Muchas voces comprometidas y conscientes en las redes sociales y otros medios llamando a extremar la responsabilidad ciudadana.


 

Y en medio de un escenario duro como este, y precisamente porque lo es, hay quienes se aprovechan para montar un acto de provocación, porque está demostrado que no hay interés de diálogo alguno, atacando a una institución cubana, una vez más, en una postura de infame asedio.

Pero esto no va de diálogo. Esto va de agitar con gran oportunismo. Esto no es ni tan siquiera contra el Ministerio de Cultura y sus trabajadores, ese es solo el pretexto, esto es contrarrevolución. Esto es para derrocar al gobierno y el sistema.

Cuba no puede aspirar a que todos pensemos igual, pero Cuba necesita que nos unamos en el empeño de defenderla de sus agresores, vengan disfrazados de lo que vengan.

A los que ahora estén horrorizados con la "violencia" que presenciaron frente al Ministerio de Cultura, haciéndole coro a la Embajada de Estados Unidos, que se acaba de pronunciar al respecto, vamos a hablarles de la violencia genocida que significa en un momento como el que vivimos el bloqueo perpetrado por los mismos que les pagan a los del show que acabamos de ver. Vamos a hablarles también de la violencia que se desataría, si no detenemos los planes que tienen en curso.

A falta de originalidad y de temple para crear su propia historia, siguen plagiando fechas simbólicas para hacer estallar el significado que tienen en el imaginario colectivo, en un desfachatado intento de burlar nuestra memoria.

Existe un límite a la falta de legalidad, dignidad y decoro con que algunos quieren manejar los asuntos de nuestra nación. Y ese límite, o lo asumen, ¡o será nuestro deber establecerlo!