En Cienfuegos, naif no significa ingenuo

Noel Alejandro Nápoles González
11/12/2018

Cuando el mito es bello, es arte
Mitología cubana
, Samuel Feijóo

 

Cienfuegos es una ciudad limpia, hermosa, inteligente. Desde que uno llega, le impresionan la pulcritud de sus calles, la belleza de su arquitectura y la ironía de sus personajes. Aquí la gente llana es aguda, y se respira un sano orgullo. Aquí se habla de Feijóo como si fuese a aparecer en cualquier momento. Aquí uno comprende que La Habana sería, más que ciudad maravilla, una maravilla de ciudad, si la cuidásemos como los cienfuegueros cuidan la suya. Tanto es así, que al regresar uno tiene que dejar reposar la mente para que no tiemble la pluma.

Del 4 al 7 de diciembre de 2018 se celebró en la Perla del Sur el XVIII Salón Provincial de Arte Naif. Que haya sido precedido por otros 17, ya dice algo; que el evento haya sido sazonado por tres exposiciones, tres conferencias, dos actividades musicales y un homenaje, dice mucho más.


Fotos: Internet

 

En la mañana del día 5, se ofrecieron tres conferencias en el Museo Provincial: “Los buenos y los malos en la cultura popular”, de Jorge Ángel Hernández; “El Martí Chac Mool: boceto de la vanguardia cubana”, de Noel Alejandro Nápoles, inspirada en la idea original del artista Filiberto Mora, y “Problemas actuales del arte naif en Cuba”, de la profesora Teresa Crego. En la primera, se resaltó la lectura del juicio inquisitorial hecho al pintor italiano Paolo Caliari (1528-1588), más conocido como El Veronés. En la segunda, quizás fue atinado abordar el tema martiano desde una arista poco explorada. Y en la tercera, se evidenció la claridad y la memoria de la octogenaria profesora Teresita. Un caricaturista —Eugenio Pérez, alias El Ninja— puso punto final a cada conferencia con sus simpáticos y benevolentes retratos de los panelistas. Lo más impactante fue el público, atento y respetuoso, con el que da gusto interactuar, pues escucha con los ojos y habla con el corazón.

En la tarde, se inauguró la exposición Siempre monte, dedicada al artista cienfueguero José de Jesús García Montesbravo (1953-2010). Grabados y dibujos de personas con brazos talados, gallos, unicornios y lagartijas poblaban las paredes de la galería Mateo Torriente, perteneciente a la Unión de Escritores y Artistas de Cuba.

Las palabras inaugurales estuvieron a cargo del grabador Rafael Cáceres. Se trató de una expo sencilla, curada con esmero por Lidia María Álvarez. El respetuoso montaje fue hecho por José Basulto y Yunier Hurtado. Allí, en medio de la atmósfera onírica, una cienfueguera me dijo una de las frases más ingeniosas que he escuchado. Aunque no la recuerdo con exactitud, fue algo más o menos así: “Nuestra realidad es tan absurda que, aunque lo nieguen, cada día es un homenaje al teatro de Virgilio Piñera”.

De noche, el veinteañero grupo Tarea al Sur, liderado por la vehemente Cenia Gutiérrez e integrado por más de veinte artistas naif, dio continuidad al homenaje dedicado a grandes artistas y personalidades de la cultura cienfueguera. En este caso honró al decimista Alberto Vega Falcón (Veguita) y al grupo musical Los Naranjos, que ya cumple 80 años. Cada uno de ellos recibió como regalo una obra de un artista de Tarea al Sur. El homenaje estuvo amenizado, además, por la música de Los Novos, que entre guitarras, flautas y percusión se pasearon con el mismo brillo por las veredas de su poesía y por las partituras de la vieja y la nueva trovas.

A pesar de que Tarea al Sur ha recibido reconocimientos territoriales, nacionales e internacionales y de que algunos de sus miembros han representado a Cuba en la Feria de Arte de Santa Fe, Nuevo México, en los Estados Unidos de América, su labor sigue siendo subvalorada por aquellos que dicen atrincherarse en lo académico. No obstante, resulta ejemplar que este grupo se eleve con hidalguía y tenga la grandeza de premiar a otros. Honrar honra, sobre todo cuando se tiene lo sagrado en el corazón. Hay entre nosotros la amarga tendencia a despreciar lo nuestro, hasta que alguien de afuera nos lo elogia. Además, como dice el artista y metodólogo provincial de artes plásticas Eduardo Puebla, el grupo Tarea al Sur “es una burbuja que oxigena y desintoxica el ambiente pretencioso y especulativo del arte actual; lo que algunos han calificado como ‘civilización del espectáculo’, para la que, al parecer, solo son signos de reconocimiento el videoarte, el performance y la instalación”.

El día 6, en la tarde, se inauguró en el Centro Provincial de las Artes Plásticas (CPAP) la exhibición Del imaginario al color, del artista naif recientemente fallecido Arnaldo García. Fue un gesto hermoso de sus compañeros, que lo integraron de este modo a la exposición principal.

Más tarde, el jurado integrado por la veterana Dra. Teresa Crego, el MSc. Jorge Luis Urra y los artistas visuales Leonor Menes, Juan Carlos Echeverría y Eduardo Puebla, otorgó los premios y menciones del XVIII Salón Provincial de Arte Naif. Los premios fueron tres y recayeron en Cenia Gutiérrez (“Leyendas de Fernadina”), José Basulto (“La cosecha”) y Andrés Villa (“Símbolos”). Hubo cuatro menciones: Santiago García (“La prosperidad del guajiro”), Carlos Cáceres (“Velada a Changó”), Justo Pastor (“La toma del parque Martí por los orichas”) y Ruslán González (“Resorte motivacional”). Julián Espinosa, Guayacón, recibió un reconocimiento especial, por la autenticidad de su obra.


“Confieso que no me gusta el vocablo naif para designar esta manifestación artística;
prefiero otro más justo. Arte naif no; arte raíz”.

 

La pieza de Cenia Gutiérrez es particularmente preciosista. Parece una fracción estética a tres niveles: encima, el mito; en medio, el mar; debajo, la ciudad. Todo dibujado al detalle y sin apelar al color. Sobre el cielo oscuro cienfueguero se destacan cinco figuras femeninas: la Dama Azul del Castillo de Jagua, la Marilope, la india Guanaroca, la Tatagua y la Venus Negra. Da placer un pueblo que no se olvida a sí mismo y que embellece sus mitos para convertirlos en arte.

José Basulto es un guajiro de costa devenido poeta de la escultura y del color. Según me cuenta, su padre salía a pescar sábalos en la desembocadura del Damují y luego los colgaba en una mata de uva caleta para venderlos. Ese niño es hoy el adulto que pinta árboles de pescados.

Su obra premiada es un tríptico que narra la historia siguiente. Primero, aparece un guajiro escamando un pescado rojo sobre una mesa; en el patio hay vacas, un perro, un árbol de peces y a lo lejos se ve un platillo que se acerca. Luego se ve que el platillo no trae precisamente marcianos, sino guajiros pícaros que se roban todos los pescados de los árboles. Por último, unos campesinos que vienen en globo constatan el hecho y sueltan el lastre, porque no hay cosecha; mientras que otro, sentado en la Luna, observa el horizonte derecho del cuadro buscando tal vez a los culpables. Cuento que merece una cuarteta:

¿Quién navega en el platillo

y quién se eleva en el globo?

En este vienen los bobos

y en aquel se van los pillos.

Si no fuese por la calidad humana de los artistas y de los directivos del CPAP, quienes todo el tiempo estuvieron en función de que nos sintiésemos a gusto y complacidos, yo le dedicaría un párrafo al responsable de la transportación interprovincial. Pero no, le dedicaré una oración —que es todo lo que merece el asunto: tan solo esperando que nos recogieran, aquí y allá, perdimos más de 12 horas, medio día que pudimos haber dedicado a retribuir el cariño y el talento que nos regalaron los cienfuegueros. Fue la única fisura en la perla.

Ya es hora de que a los artistas naif de este territorio —que tan apegados están a la matriz de lo cubano y al vuelo poético del hombre sencillo— se les dé el lugar que les corresponde. Confieso que no me gusta el vocablo naif para designar esta manifestación artística; prefiero otro más justo. Arte naif no; arte raíz. Y no creo que este, por estar en el otro polo de la academia, como también lo ha estado siempre la vanguardia, sea menos. ¿Acaso la flor vale más que la raíz? ¿Quién sino Picasso supo apreciar la pintura del aduanero Rousseau? ¿Y quién se atreve a cuestionar el juicio del genial malagueño?

Hace un siglo, la física se vio desgarrada por un álgido debate científico. A partir de la fantástica teoría cuántica, surgió un grupo que decía que la realidad material obedecía a las probabilidades, mientras que otro afirmaba que seguía rigiéndose por leyes. En el primer grupo estaba Niels Bohr; en el otro, Albert Einstein. Cuando el alemán bromeaba diciendo que Dios no jugaba a los dados, el danés le respondía que dejase de decirle a Dios lo que tenía que hacer. Este debate abrió una cicatriz que aún no se cierra entre la teoría de la relatividad, que aborda el macromundo, y la mecánica cuántica, que se concentra en el micro. Cómo es posible que estos gigantes del pensamiento no se diesen cuenta de que toda ley es una probabilidad alta, y que la probabilidad, al final, no es más que otra ley ¡Cuánto nos cuesta a los seres humanos resolver las paradojas en una síntesis dialéctica!

En la música hay canciones populares que se vuelven clásicas, y canciones clásicas que se vuelven populares. Es el caso, por ejemplo, de Júrame y de La donna è mobile. Pocas veces se consigue mejor balance entre el folklore y la técnica depurada que en La consagración de la primavera de Stravinsky.

Si un maestro de canto lírico le hubiese pulido ciertos detalles técnicos al Benny, su voz no sería la misma. Él no asistió a academia alguna, sin embargo, ¿quién pone en duda su genialidad como intérprete? El arte raíz en Cienfuegos es el concierto de muchos Benny. Puede que entonces el problema lo tengan los que carecen de oído…

Algo similar sucede con nuestra maravillosa lengua castellana. Existe una interesantísima dialéctica entre los pueblos hispanohablantes y la Real Academia Española (RAE). Ambos polos son necesarios, porque el palo tiene siempre dos puntas. Es tan importante la realidad como la RAElidad. Y fíjense si es así que, aunque el Diccionario afirma que naif quiere decir ingenuo, a mí Cienfuegos me enseñó que allí significa ingenio.