Elena Burke Vintage, más allá de la música
Las nuevas tecnologías nos abren cada día más el espectro de acción y entendimiento sobre fenómenos y procesos en casi todos los ámbitos de la vida. En la música, especialmente, nos dan la posibilidad de extrapolar y entender lo que antes teníamos dentro de un paradigma y situarlo en una nueva dimensión para enriquecer sus acepciones, como si se tratara de lo mismo, solo que en un nuevo concepto.
“Elena Burke Vintage brinda esa posibilidad de descubrir la historia musical de nuestra nación a través de los ojos de la música electrónica”.
Precisamente, algo similar ocurre con Elena Burke Vintage, reciente álbum producido por Juan Manuel Ceruto y Esteban Puebla, quienes nos muestran a una Elena nueva, o mejor, renovada; más cerca de la contemporaneidad y, quizás, un poco más accesible al público joven.
Elena Burke Vintage brinda esa posibilidad de descubrir la historia musical de nuestra nación a través de los ojos de la música electrónica (o fusión, como prefieren enmarcarlo sus productores), y quizás esta sea una muy buena iniciativa en pos de que los jóvenes conozcan más acerca de la rica historia musical cubana, al afirmar el siempre efectivo principio metodológico de ir de lo conocido a lo desconocido.
Este álbum destaca la peculiaridad de escuchar a Elena en un entorno diferente, su voz, extraída de transmisiones radiales de la década del ’60, con esa libertad característica emanada del feeling, se imbrica con beats preestablecidos de música electrónica: de esa manera dos estéticas tan lejanas se complementan de especial manera.
Esta producción discográfica presenta la dualidad de poder ser disfrutado desde la escucha atenta o no: una escucha activa permitirá descubrir y diferenciar lo tradicional en el estilo de Elena Burke y de la época misma que representa, en contraste con lo novedoso de situarla en un contexto de música electrónica, o sea, por un lado la pondríamos como centro o como elemento principal; sin embargo, una escucha pasiva, nos ubicará en el disfrute de una singular y melodiosa voz en un tema de música electrónica; es decir, para quien no conozca la carrera de Burke, ni los emblemáticos temas que interpretó, le podría parecer esta una obra original de música electrónica, y ese mérito va para los productores que supieron amalgamar tan diferentes estilos.
Es válido destacar, de igual manera, el papel de los arreglos del coro. Estos refuerzan el discurso musical con ciertas alegorías al cuarteto Las D’Aida, al que también perteneció Elena Burke. Este trabajo, salvando las distancias, ya que en esta ocasión se incluyen voces masculinas, remeda ese referencial trabajo vocal al menos en ciertos patrones de estilo como el uso de las campanas y el modo “aireado” que suelen imprimir actualmente los cantantes a los temas de música electrónica.
Por otra parte, hubiera sido bueno darle más variedad al fonograma o alterar el orden de las canciones, a veces, la curaduría puede ser la clave del éxito para no aburrir al oyente, o la utilización de otras grabaciones de La Burke —quizás a dúo con otros artistas— aun cuando aparecen pequeños fragmentos con la voz de Benny Moré. Tal vez hubiese necesitado el álbum algún elemento que dinamizara su discurso en la totalidad, con la inserción de Las D’Aida por ejemplo; pero eso sería una propuesta para un próximo disco.