El vendaval de colores de La Espiral
30/4/2019
Actualmente resulta difícil encontrar audiovisuales entretenidos y educativos, con contenidos adecuados para los niños. Aún más difícil es pensar en un espacio atractivo, donde puedan participar activamente, en el que sean protagonistas. La Espiral, un joven proyecto, propone precisamente ese espacio tan demandado para los más pequeños.
¿Qué es La Espiral?
Su nombre lo ilustra perfectamente: un torbellino de motivadoras ideas para los niños. Una espiral que hipnotiza, envuelve a grandes y chicos en risas, diversión, aprendizaje, creatividad manual y digital; para desarrollar audiovisuales infantiles sanos, que fomenten los valores y sorprendentes capacidades de los niños y adolescentes.
El Festival Infantil del Audiovisual La Espiral llega a cinco ediciones ya en este 2019, con sede principal en el Centro Hispanoamericano de Cultura. El evento ha alcanzado una magnitud internacional, este año contó con la participación de 25 países, mayormente latinoamericanos y europeos. Reunió varios proyectos como la MOSTRA, de Portugal; La Matatena por México; MICE de España y Ojo de Pescado desde Chile. Todos llegaron para un intercambio cultural que ha estrechado lazos con un objetivo común: convertir a los niños en creadores de sus propios audiovisuales. Aquí no termina todo, pues el jurado del Festival es precisamente el público más crítico, los propios chicos que nos divierten con sus ingeniosas opiniones sobre las muestras.
En torno al concurso también se desarrollan talleres colaterales, con una convocatoria abierta para los infantes y jóvenes dispuestos a incursionar en el séptimo arte o especialidades afines. Este año se incluyeron talleres de fotografía, edición de audiovisuales y un peculiar taller de construcción de marionetas de hilo.
El taller “Spejbl y Hunrvínek visitan La Habana” permitió conocer dos famosas marionetas tradicionales checas, reinterpretadas en el contexto habanero, mediante dibujos, juguetes ópticos y la construcción de los títeres y su retablo. Durante cinco días, en el Teatro Museo de Títeres El Arca, las profesoras Rigel González e Ivette Ávila enseñaron a los niños cómo adaptar los títeres a los materiales locales, para luego pasar al proceso de filmación, siempre fomentando el conocimiento sobre las culturas y costumbres de estos países ajenos a su cotidianidad.
“¿Cómo se monta una película?”, fue otro de los novedosos espacios de aprendizaje de La Espiral, donde se impartieron elementos básicos del montaje, así como las herramientas claves para el trabajo con el software Adobe Premiere. Los alumnos editaron y montaron películas realizadas por ellos mismos previamente, y realizaron ejercicios de animación stop motion, desde la animación de objetos hasta la elaboración final del video con su banda sonora.
Hasta Los Pocitos llegó el vendaval de La Espiral, para impartir el Taller de Fotografía Digital. De la mano del Proyecto Comunitario Akokán, los niños incursionaron en el género del paisaje fotográfico, una forma interactiva de dialogar con el tema del cuidado medioambiental. Todos los talleres finalizaron con una exposición, durante la clausura del Festival, con los resultados artísticos logrados.
Las ceremonias de inauguración y clausura contaron con las divertidas actuaciones infantiles de los grupos Sueños para contar y Pececitos del Este, dirigidos por Yumié Rodríguez y Lázaro Vedey, respectivamente. Estos niños artistas también realizaron una ardua labor como jurados de algunas de las categorías de los concursos.
Uno de los padres mencionaba el orgullo que sintió admirando la obra de su pequeño, también agradeció al proyecto por “confiar y valorar el trabajo creativo infantil. Pocos piensan en ellos hoy día”.
Ahora bien, sería bueno preguntarse quién está detrás de tan admirable proyecto. La cabeza pensante de toda esta Espiral es Ivette Ávila Martín: realizadora, profesora de Animación y Stop Motion en la FAMCA, recientemente galardonada en la Muestra Joven por su corto La Huida, o simplemente una abanderada de la animación. Más que un elogio a su figura, pretendo aquí un reconocimiento a su trabajo, a su dedicación para con el sector infantil, desde la creación y el trabajo consciente de formar espectadores y ciudadanos activos y críticos.
El festival se vistió con los colores del audiovisual, desde y para la infancia, colores que se repetirán en noviembre con Días de la Animación en La Habana, otro evento también ideado por Ivette. Cada vez somos más los que nos unimos a esta noble causa: trabajar desinteresadamente para los niños, para desarrollar sus verdaderas potencialidades, sin ánimo de crear un show sensacionalista alrededor de ello. Esperamos que el vendaval de los colores que desprende La Espiral llegue cada año a más pequeños, a todos los rinconcitos desanimados.
Muy buen artículo. Motivador y refleja excelentemente el gran trabajo que hace “La Espiral” y su director.