El trabajo cultural comunitario: desafíos y sostenibilidad (II y final)
Eje estratégico: Desarrollo cultural
La cultura es consustancial a la condición humana y su desarrollo sostenido constituye un eje transversal a todos los anteriores, pues de la cultura acumulada, aprendida y transmitida depende el éxito de cualquier propósito que el ser humano y la sociedad de la cual forma parte pretenden realizar.
Cuba posee una cultura nacional estrechamente vinculada con la formación de la nación, heredera y depositaria de un largo legado aborigen, hispánico, africano, asiático y en estrecha relación con otros pueblos de Las Américas y el Caribe. Esto la hace poseedora de una rica diversidad cultural en los ámbitos local y regional, pero con un arraigado sentido de pertenencia nacional.
La cultura es la patria, tal como sentenció el sabio cubano Fernando Ortiz, y al mismo tiempo, es escudo y espada de la nación, tal como señaló oportunamente Fidel Castro. La cultura es un eje estratégico vital para la sobrevivencia de la nación y del socialismo.
Objetivos generales
- Desarrollar el potencial cultural de la nación en todas sus posibilidades, desde los saberes de la cultura popular tradicional acumulado durante generaciones hasta la intelectualidad académica.
- Atender el decisivo papel de la familia y la escuela como formadora de las nuevas generaciones.
- Priorizar el conocimiento de la historia local, regional y nacional en los contextos latinoamericano, caribeño y mundial, como recurso de la identidad nacional, del patriotismo, la solidaridad y el internacionalismo.
- Incentivar el uso útil del tiempo libre por medio del disfrute de los bienes culturales a través de las artes, las ciencias, los deportes y otras actividades que contribuyen a la salud física y mental.
- Priorizar además el significativo papel de las artes como conocimiento, entretenimiento y transmisor de valores estéticos y éticos.
- Promover la tasación de los bienes culturales de la nación como recurso acumulado durante siglos.
- Incentivar la educación medioambiental en todos los niveles de enseñanza.
Objetivos específicos
- Priorizar los proyectos comunitarios dedicados al desarrollo cultural de las localidades con un enfoque integral basados en la sostenibilidad económica.
- Promover las buenas prácticas del trabajo escolar en la formación de valores y el papel de las familias en este proceso.
- Actualizar de manera sistemática las buenas prácticas en el conocimiento de la historia local, regional y nacional en los contextos latinoamericano, caribeño y mundial.
- Diversificar las opciones para el empleo útil del tiempo libre, que contribuya a la salud física y mental de la población.
- Promover el ejercicio y disfrute de las artes en todos los grupos de edades.
- Invertir en los procesos de tasación de los bienes patrimoniales, con independencia de su soporte físico, que contribuyan a conocer plenamente la riqueza patrimonial de la nación.
- Priorizar la educación medioambiental a través de las diversas instituciones que apoyan la enseñanza.
Este acercamiento preliminar y obviamente perfectible, coloca a la cultura nacional fuera de la autolimitación impuesta a nivel global desde el siglo XVIII y la devuelven al siglo XXI con todos sus desafíos y complejidades. Puede también contribuir a eliminar la idea economicista de identificar la cultura como “gasto” en su acepción más vulgar y pobre; y valorarla como inversión estratégica para el desarrollo humano,pues así marca la diferencia en relación con estudios recientes sobre la economía mundial y nacional de cara al 2030, donde el indicador cultura está ausente [1].
Lo anterior contrasta con los puntos de vista de la UNESCO, que identifica la cultura como uno de los principales activos del desarrollo sostenible. Por ejemplo, el Fondo Internacional para la Diversidad Cultural (FIDC) señala que:
Algunos de los proyectos que el FIDC ha apoyado demuestran que las industrias culturales y creativas pueden ser una importante fuente de empleo y, por tanto, pueden contribuir a la inclusión social. También hemos comprobado que si los responsables públicos tienen la oportunidad de fortalecer sus capacidades y reciben el apoyo necesario para establecer sistemas de cooperación, podrán fortalecer y aplicar las políticas públicas y las medidas necesarias para apoyar a la creatividad y la cultura [2].
Este punto de vista se apoya en experiencias exitosas realizadas en Barbados, Bosnia y Herzegovina, Brasil, Burkina Faso, Mozambique, Serbia, Sudáfrica, Tayikistán, Togo y Zimbabue, bajo el siguiente mensaje: “Invertir en la creatividad puede transformar y transforma las sociedades”.
De igual manera, los Objetivos de desarrollo sostenible (2016-2030) de la ONU colocan temas claves en la agenda mundial, que tienen una evidente transversalidad con las relaciones interculturales y la salvaguardia o no de la diversidad cultural y las identidades culturales, tales como:
Pobreza, hambre, salud y bienestar, educación, igualdad de géneros, agua limpia y saneamiento, energía asequible y no contaminante, trabajo decente y crecimiento económico, industria, innovación e infraestructura, desigualdades en y entre países, ciudades y comunidades sostenibles, consumo y producción sostenibles, cambio climático y sus efectos, vida en los océanos, mares y recursos marinos, ecosistemas terrestres y diversidad biológica, paz, justicia, inclusión e instituciones eficaces, y alianzas para ejecutar el desarrollo sostenible [3].
En el conjunto de metas por objetivos de la propia proyección se plantea en las metas del objetivo 4, dedicado a “Garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todos”, lo siguiente:
Para 2030, garantizar que todos los alumnos adquieran los conocimientos teóricos y prácticos necesarios para promover el desarrollo sostenible, entre otras cosas mediante la educación para el desarrollo sostenible y la adopción de estilos de vida sostenibles, los derechos humanos, la igualdad entre los géneros, la promoción de una cultura de paz y no violencia, la ciudadanía mundial y la valoración de la diversidad cultural y de la contribución de la cultura al desarrollo sostenible, entre otros medios [4].
El cumplimiento o no de las metas trazadas para estos objetivos pasan o están condicionados, además de las posibles alianzas y de las voluntades de los gobiernos, por la persistencia de determinadas tradiciones culturales aferradas a la continuidad de sus respectivos modos de vida y los influjos de asumir nuevos paradigmas por una parte de la población mundial con acceso a diversos medios de información.
Todos estos factores deben ser tomados en consideración por el trabajo cultural comunitario, ya que sus realizadores y facilitadores hace décadas lo han asumido como un proyecto de vida encaminado al mejoramiento humano.