El que no se embarra, no goza
22/2/2017
Sí, le puse ese título que llamarán irreverente y todo lo demás para darle a esta crónica urgente, desde su inicio, el espíritu fraterno, inteligente y jodedor de Amadito del Pino.
En otros medios se publican las esquelas cortadas por la misma tijera del estereotipo y el aburrimiento (colectivo). Aquí queremos recordar siempre a la gente querida que parte trayendo un flashazo de la memoria personal o centropabliana, recordándole la risa o la ironía que ejerció: manteniendo viva su personalidad, es decir, nuestro cariño.
Amado en el Centro Pablo. Foto: Cortesía de la Institución
Eso pasa con la noticia de Amadito, llegada (como casi todo en estos tiempos, para mucha gente) por las autopistas de la información digital: el mensaje de otro amigo, el guasapeo incrédulo de otra amiga ante la noticia leída en un tercer sitio…
Y llegan, o uno lee comentarios como este del hermano Pepe Alejandro, que hacemos nuestro y compartimos ahora con ustedes: “Ha muerto Amadito del Pino, un personaje inolvidable a quien aprendí a conocer muy temprano en su tipicidad y en su cubanía. Un personaje querible, agudo, en quien confluían desbordados el talento y la bondad. Dondequiera que estés, Amadito, siempre estarás en mis recuerdos”.
A esas palabras de Pepe Alejandro unimos en síntesis el cariño de la gente del Centro Pablo y los recuerdos, ahora revividos, de las aventuras hernandianas en las que anduvimos metidos para celebrar en 2010 los 100 años del poeta oriolano en Cuba, a través del Centro Pablo y la gente amiga de Orihuela.
De esa intensidad y laboriosidad nació la obra teatral Reino dividido, que escribió Amado y puso en escena Argos Teatro dirigida por Carlos Celdrán, aquí en su sede de La Habana y en el recorrido ibérico que organizó la Fundación Miguel Hernández meses después.
Y un poco más después entodavía vino lo que en el ICAIC llamábamos cariñosamente los realizadores de documentales un subproducto”: una obra salida de los descartes, de la investigación realizada para una película, y que se convertía en hecho fílmico (a veces, cosas del arte y de la vida, superior a la obra primigenia).
Lo que llegó en este caso no tiene nada de sub y es el libro Los amigos cubanos de Miguel Hernández, que Amado y su compañera, nuestra amiga, Tania Cordero, escribieron a partir de la amplia investigación hernandiana que hicieron y fue publicada por Ediciones La Memoria hace cuatro años. El libro puede adquirirse en el Centro Pablo y descargarse gratis del sitio www.centropablo.cult.cu.
Pero volviendo —y terminando con— las irreverencias del título. Ahí, ahora mismo, en la memoria del cariño, está el personaje de Amadito del Pino en el filme Clandestinos, de Fernando Pérez, advirtiéndole/enseñándole a la gente que “el que no se embarra, no goza”, aludiendo al intenso espectro gastronómico del personaje del filme, pero también, en la afiebrada (y sabia) idiosincrasia popular, a otros momentos igualmente memorables en los que, efectivamente, señoras y señores, “el que no se embarra, no goza”.