El poder del cambio está aquí: rutas afrocentradas y feministas para acelerar la implementación de políticas pro justicia social
El racismo se reproduce ante leyes y políticas: avances y desafíos en la lucha contra la discriminación racial y el racismo en nuestra región
A diez años del Decenio de los Afrodescendientes y a casi cinco del Programa Nacional contra la Discriminación Racial y el Racismo Color Cubano, hemos logrado, según un estudio de la Cepal, que en nuestra región 13 constituciones, 16 códigos civiles y las políticas públicas de 15 países aborden problemas como la discriminación racial y el racismo y sus efectos en las brechas de equidad racializadas, incluyendo a Cuba.
A pesar de estos avances, las desigualdades sociales resisten y trascienden a las políticas públicas. Según un estudio publicado por Onumujeres (2022), el 19,2 por ciento de mujeres afrodescendientes consideran que tienen sobrecarga en el trabajo de cuidados, lo que dificulta su acceso al mercado laboral, y en más jóvenes su continuidad en la escuela; así como su salud física y mental; mientras que un 33,8 por ciento considera que el racismo, la discriminación y la violencia son barreras que dificultan su acceso a los servicios.
Según estudios realizados por la Cepal en el último cuatrienio, en Brasil la tasa de pobreza de la población afrodescendiente es de 11,2 por ciento frente a un 25,5 por ciento de la población no afrodescendiente. La estadística es aún más desafiante en Colombia que ha sido pionero en legislaciones y políticas antidiscriminatorias con una diferencia de 27,7 por ciento frente a un 40,8 por ciento.
“A pesar de estos avances, las desigualdades sociales resisten y trascienden a las políticas públicas”.
En ocho países de la región, de los siete millones de personas que trabajan como empleadas domésticas en América Latina, alrededor de 4,5 millones son mujeres afrodescendientes. En Ecuador, una de cada cinco mujeres afrodescendientes es trabajadora doméstica. En Uruguay, donde las mujeres afrodescendientes representan solo el 2,2 por ciento de la población, una de cada cuatro se desempeña en esta labor. Noventa y tres por ciento de todos los niños y adolescentes que trabajan como empleados domésticos en Brasil son niñas negras.
Las mujeres negras tienen más probabilidades de enfrentar desempleo que los hombres y que otras mujeres: las afrobrasileñas tienen tasas de desempleo del 16,6 por ciento en comparación con el 10,7 por ciento entre los hombres, mientras que las afro-uruguayas tienen tasas de desempleo del 15,1 por ciento en comparación con el 7,3 por ciento entre los hombres. En Brasil, donde los afrobrasileños son aproximadamente la mitad de la población, las mujeres negras representan solo el 10,6 por ciento de la fuerza laboral total de las 500 empresas más importantes. Solo el 8,2 por ciento de las afrobrasileñas ocupa el rango de supervisora, 1,6 por ciento el de gerente y 0,4 por ciento el de ejecutiva.
En Ecuador, Bolivia y Honduras, más del 25 por ciento de la población afrodescendiente urbana habita en una vivienda hacinada. En las zonas rurales la precariedad se agudiza: más del 30 por ciento de la población afrodescendiente en Bolivia, Ecuador, Colombia, Honduras y Nicaragua viven en viviendas hacinadas. En las zonas urbanas, el porcentaje de la población afrodescendiente que vive en hogares sin acceso a alcantarillado es del 43,1 por ciento en el Brasil, el 42,5 por ciento en el Uruguay, el 24,5 por ciento en el Ecuador, el 24,2 por ciento en Colombia y el 16,7 por ciento en el Perú. En las zonas rurales esos porcentajes alcanzan el 58 por ciento en el Brasil, el 49 por ciento en el Perú, el 43,2 por ciento en Colombia y el 35,8 por ciento en el Ecuador.
El racismo resiste ante políticas sociales universales: avances y desafíos relacionados con la producción y reproducción de brechas racializadas en Cuba
Un diagnóstico realizado en 2024 por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso Cuba) con mujeres negras y mulatas de la capital reflejó que el 82,6 por ciento está afectada por problemas ambientales de su municipio (microvertederos, salideros, contaminación acústica). Casi el 50 por ciento de las encuestadas considera que la escasez de alimentos, la contaminación ambiental y el mal estado constructivo de la vivienda son problemas que les afecta de manera diferenciada respecto a los hombres.
Otro estudio realizado sobre vulnerabilidades entre 2021 y 2022 arrojó que las personas negras y mulatas debido a la carencia o insuficiencia de ingresos asociado a espacios socioeconómicos donde muchos se desenvuelven (sector estatal presupuestado, sector informal, empleados agrícolas, etc.) tenían más limitaciones en la posibilidad de adaptación a la baja oferta y los altos precios de la actual coyuntura.
“Las mujeres negras tienen más probabilidades de enfrentar desempleo que los hombres y que otras mujeres”.
Otra brecha es la carencia e insuficiencia de activos que limita la capacidad de aprovechar nuevas oportunidades como las micro, pequeñas y medianas empresas, y con ello se distancian algunas metas de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). También afecta la consecución de las metas de los ODS 2, 4 y 6 la mercantilización en el acceso a satisfactores para la alimentación, etc.; la familiarización en la provisión de servicios de cuidados y de apoyo a tareas del hogar junto a la crisis energética que también dificulta estas labores; la segmentación de género y color de piel en la formación técnica y universitaria y las desigualdades para afrontar los gastos de bolsillo familiares asociados a la alimentación, el vestuario, la tecnología y el transporte; y las brechas de vivienda y hábitat a partir de los criterios de adecuación, seguridad y accesibilidad que propone esta agenda.
Otra investigación publicada por Clacso (Campoalegre, et. al., 2023) arrojó que el impacto de la situación de la pandemia afectó la autonomía económica, física y en la toma de decisiones de mujeres afrodescendientes de Cuba, Brasil y México por las pandemias superpuestas: la estructura y precedente asociada a la supervivencia del racismo y el patriarcado, y la coyuntural por el virus de la COVID 19.
Este contexto de desafíos no nos debe amilanar, sino servirnos de fundamento para hacer más efectivas nuestras acciones, profundizar y articular agendas, y pensar la transformación desde otras aristas.
Políticas públicas en función de la justicia social: rutas afrocentradas y feministas para acelerar su implementación
Son disímiles las políticas desarrolladas en el último quinquenio para cerrar brechas de equidad y promover justicia social: política de atención a situaciones de vulnerabilidad, política de perfeccionamiento de servicios de atención a personas con discapacidad, proyecto transformación integral de personas, familias, hogares, grupos y comunidades en situación de vulnerabilidad, Programa para el adelanto de las mujeres, Política de atención a la dinámica demográfica, Política de infancias y juventudes, entre otras.
“Las prácticas de proyectos comunitarios y del activismo social son referencias importantes para el desarrollo de servicios al que nos ha llamado el Programa Color Cubano y la política de atención a situaciones de vulnerabilidad”.
Actualmente también contamos con un Programa Nacional contra el Racismo y la Discriminación Racial, con avances en su diseño e implementación a partir de subprogramas; pero hay otras potencialidades y oportunidades que se pueden aprovechar más para desarrollar y acelerar cambios más eficaces y sostenibles en el tiempo.
- Necesitamos integrar los saberes y prácticas de proyectos comunitarios a los repertorios de acción de nuestras políticas públicas.
Las prácticas de proyectos comunitarios y del activismo social son referencias importantes para el desarrollo de servicios al que nos ha llamado el Programa Color Cubano y la política de atención a situaciones de vulnerabilidad. En el estudio realizado por Flacso Cuba en 2024, el 76,8 por ciento de las mujeres racializadas consideraron que pueden aportar talento humano a los procesos de desarrollo local, el 23,3 por ciento recursos materiales e históricos, el 21,7 por ciento recursos naturales y el 18,8 por ciento recursos financieros. Sin embargo, muchas no son convocadas para participar en estos procesos pues se les percibe más como beneficiarias de políticas que como artífices en los procesos de diseño e implementación.
Desde muchos proyectos afrocentrados liderados por nuestras mujeres afrodescendientes se desarrollan hoy servicios de capacitación, rehabilitación psicosocial, cuidados, gestión de empleos, acompañamiento ante situaciones de violencia, asesoramiento jurídico, asesoramiento de imagen, consultorías para emprender, servicios culturales, fortalecimiento de identidades, conservación y revitalización del patrimonio artístico, lingüístico, culinario, estético, etc., que deberían ser tomados en cuenta en el diseño y gestión de políticas locales. Igualmente deberían ser apoyados con financiación, encadenamientos productivos y legitimación social y política para su promoción, extensión y sostenibilidad.
“Desde muchos proyectos afrocentrados liderados por nuestras mujeres afrodescendientes se desarrollan hoy servicios de capacitación, rehabilitación psicosocial, cuidados, gestión de empleos, acompañamiento ante situaciones de violencia…”
Son un tipo de micropolíticas de vida cotidiana que, de forma territorializada y focalizada, logran generar cambios a nivel personal, familiar y comunitario en función del bienestar y la superación de situaciones adversas, tributando a los tres ejes fundamentales del decenio de los pueblos afrodescendientes: justicia, reconocimiento y desarrollo. Ponen en práctica principios emancipadores como la participación, la horizontalidad, la reflexividad dialógica, la responsabilidad, la solidaridad, la progresividad, la cooperación y la interdependencia, partiendo de los saberes y la acción de las propias personas que se involucran activamente en su autotransformación.
- Necesitamos que el programa también se implemente desde los espacios donde hoy se fomenta el desarrollo territorial porque concentran recursos, articulan actores y trabajan con las particularidades de cada territorio.
Otro paso que podría fortalecer y acelerar la implementación de nuestro programa es la conexión con las Estrategias de Desarrollo Municipal. Estas ya se han diseñado y actualizado y permanecen desconectadas del Programa Color Cubano en los procesos de diseño de políticas, programas y proyectos locales, a pesar de que se han hecho capacitaciones, sensibilizaciones y propuestas en espacios decisorios.
- Necesitamos articularnos con otras políticas, programas, proyectos, planes y estrategias que trabajan en función del desarrollo inclusivo, la equidad y la justicia social.
También es importante transversalizar el enfoque afrocentrado y de interseccionalidad en políticas, estrategias y planes que son clave para superar desigualdades racializadas que refuerzan y son reforzadas por desigualdades de género, etarias, territoriales, económicas, de discapacidad, etc. La forma en que se vive el envejecimiento, los cuidados, la sexualidad, las violencias, los trabajos, etc., son diferenciados por color de la piel en nuestro actual contexto. De ahí que se incorporen estos enfoques a la Políticas de atención a la dinámica demográfica, el Programa Trabajo Digno, el proyecto de Transformación integral de personas, grupos, hogares, familias y comunidades en situación de vulnerabilidad, el Programa para el Adelanto de las Mujeres, la Política de infancias y juventudes, la Estrategia de atención y prevención de la violencia, el Programa de Educación de la Sexualidad, el Sistema Integral de Cuidados, entre otras.
- Necesitamos ampliar y profundizar las formas de participación en el programa, desde un enfoque multi nivel y multi actor.
Se hace necesario incrementar y cualificar la participación de las organizaciones políticas y de masas en el programa, las estructuras del Poder Popular, las redes, plataformas, observatorios, proyectos y mesas de concertación, entre otros espacios de participación que configuran hoy la escena cubana, pues la lucha contra el racismo es un asunto de todas las personas que apuestan por vivir en sociedades con mayor justicia social.
- Necesitamos estudiar, comprender e intercambiar más con prácticas de sentido emancipador y contrahegemónico que acontecen en el escenario internacional.
La reflexión, el diálogo y el intercambio con experiencias nacionales e internacionales que buscan un giro decolonial en sus prácticas es otro insumo necesario frente al racismo como sistema de dominación. Explorar las apuestas de la Universidad de la Diáspora Africana; de la Red de Voces Afrofeministas, de la Red de Mujeres Afrolatinoamericanas, Afrocaribeñas y de la Diáspora, de la Articulación Afrofeminista Cubana; de los espacios de comercio alternativos a los sistemas financieros dominantes; de la construcción de identidades no racializadas y sí basadas en la justica, la reparación y un continuum histórico en común; de las formas de producción de conocimiento alternativas a los paradigmas científicos que han invisibilizado, inferiorizado y desacreditado saberes ancestrales, entre otras.
“La reflexión, el diálogo y el intercambio con experiencias nacionales e internacionales que buscan un giro decolonial en sus prácticas es otro insumo necesario frente al racismo como sistema de dominación”.
- Necesitamos diversificar y fortalecer las formas de seguimiento y evaluación.
El programa cuenta con indicadores de resultados y efectos que son poco referenciados en las rendiciones de cuenta porque predomina una cultura institucional de indicadores de procesos, de reporte de acciones que no permite visibilizar cuánto hemos cerrado las brechas racializadas. Para trabajar con los indicadores que propone el programa hay avances en el diseño del Observatorio Color Cubano y otros que pueden ayudar a captar estadísticas como los Observatorios demográficos en los municipios y el Observatorio Social y Laboral; pero aún no hay estadísticas publicadas que sirvan de orientación a la toma de decisiones informadas y a la sensibilización. También se podrían explorar experiencias de sistemas participativos de información geográfica y experiencias de veeduría social que amplíen la participación de los diversos grupos poblacionales en la producción y uso de información relevante para una mayor apropiación y compromiso con el programa.
Indiscutiblemente, a pesar de las adversidades económicas y las drásticas transformaciones demográficas, se vive un momento favorable para innovar en políticas públicas que permitan alcanzar mayores niveles de justicia social. La participación sigue en la mira como un factor clave del que no se aprovechan todas sus potencialidades, pues oscila entre imaginarios que la circunscriben solo a la información y la rendición de cuentas hasta imaginarios que la ubican en la toma de decisiones y la cogestión. Las rutinas y zonas de confort en las prácticas políticas no deberían obstaculizar la transformación que puede promoverse al visibilizar, legitimar, apoyar e integrar en nuestros modos de hacer los conocimientos y prácticas que por décadas han desarrollado las iniciativas comunitarias protagonizadas por mujeres, con un enfoque de superación de brechas racializadas, de género, socioclasistas y socioespaciales.