El orgullo de felicitar a Leo Brouwer
1/3/2021
De nuevo el despertar me sorprende con una agradable noticia, en este caso con el cumpleaños de alguien que, de solo mencionar su nombre, nos llenamos de pura satisfacción y de regocijo. Se trata nada menos que de Leo Brouwer, insigne personalidad de la cultura cubana cuyo legado, a medida que pasan los años, crece de manera exponencial. Cuando a Leo, respetuosamente le decimos ‘maestro’, ahí van incluidas tantas acepciones que ningunas de estas desentonan con nuestra voluntad de admiración y cariño hacia su persona. Si lo miramos desde el ángulo estrictamente profesional, muchísimas personalidades del arte en el mundo entero se sienten honradas nada más por la posibilidad de iniciar un diálogo con él, a través de la palabra ‘maestro’, alusión honesta y directa al enorme magisterio de su obra como guitarrista, compositor y director de orquesta. Pero es que, además, cuando a personas como Leo les llamamos así, desde nuestro criollo acento coloquial cotidiano, están implícitas una serie de valoraciones de las que, quizás, ni nos percatamos, como sucede con las cosas que brotan espontáneas del corazón. Y es que estamos ante un verdadero maestro de vida, que en culturas de gran espiritualidad como las orientales, sería altamente venerado.
Participar de una conversación con Leo Brouwer significa reconocernos privilegiados de que solo un haz de esa luz proveniente de su sabiduría como ser humano excepcional, nos sirva para vislumbrar mejor el camino. Dentro de la prédica del ‘maestro’, no hay complejidad conceptual en el terreno artístico que se resista a ser develada, desde la mayor claridad posible, del mismo modo que nos sorprende la afinidad con altos valores morales intrínsecos a nuestra existencia. Pocos talentosos guitarristas como Leo Brouwer han logrado trasladar el embrujo de su brillante ejecución al plano donde confluyen las ideas con tanto acierto para convertirlo en elogiables hábitos de conducta. Por lo tanto, celebrar entre todos nosotros un nuevo año más de vida del querido Leo, funciona como el pretexto excelente de cómo agradecer al destino que, semejante personaje, haya nacido en esta tierra para colmarnos de un orgullo infinito por llamarlo compatriota.