El Marqués de Portago corre en La Habana
Días atrás la televisión nacional exhibió Ferrari, de 2023, con Adam Driver y Penélope Cruz en los roles principales. Aunque centrado en la vida del famoso constructor de automóviles de carrera, el filme dedica buena parte del metraje al español Alfonso de Portago, o Marqués de Portago, también piloto de autos y uno de los integrantes de la escudería Ferrari.
El asunto viene a colación porque el Marqués de Portago corrió en el Gran Prix Automovilístico de La Habana en 1957. Era aquel el primero de este tipo y con tanta relevancia que se corría en Cuba; estaban invitados los mejores pilotos del mundo, encabezados por el entonces cuatro veces campeón mundial Juan Manuel Fangio, de nacionalidad argentina.
En los días previos a la carrera, de quien más se hablaba era de Fangio, el favorito, pero súbitamente el nombre del Marqués de Portago comenzó a ganar puntos en las preferencias y, entre otras, estas eran algunas de las razones: se trataba de un marqués auténtico, joven, atractivo, con aureola de temerario y de playboy. En Europa había dado ya bastante que hablar, y no solo por su presencia en varios grandes premios y la conquista de algún que otro podio, sino porque los deportes lo apasionaban (pilotaba aviones, practicaba deportes de invierno) y era grande su celebridad entre la high life española y europea, por lo que periodistas, fotógrafos y revistas llenaban páginas con su nombre e imagen.
Cuando el 25 de febrero de 1957 el locutor dio la largada en el bello circuito del Malecón habanero, ante un público entusiasta de alrededor de 150 000 personas, el Ferrari macado con el número 12 conducido por Alfonso de Portago era ya uno de los más seguidos por los ojos de los espectadores y el Marqués se encargaría con su arrojo de justificar los hechos.
Portago y Fangio pronto se adueñaron de la cabecera, sacando apreciable ventaja a los restantes. Al cabo de 30 vueltas (cada una de casi seis kilómetros de extensión) se hizo evidente el mano a mano entre los dos ases, solo que poco a poco Portago empezó a distanciarse hasta casi sacar una vuelta al campeón mundial.
Sin embargo, en la vuelta 69 no se vio al Marqués, cuyo auto sufrió una avería y se le rompió la tubería del combustible que alimenta a la bomba. En los boxes, con el auxilio de los mecánicos, el problema se resolvió, pero había perdido casi tres minutos.
Al regresar a la pista lo hace en quinto lugar. Recupera algunas posiciones, aunque no ganará. Fangio ha cruzado primero después de recorrer las 90 vueltas y poco más de 500 kilómetros. Ese año el argentino conquista su quinto campeonato mundial. Ya lo dice el refrán: “No van lejos los de alante si los de atrás corren bien”. Portago llega tercero, pero es por mucho el héroe sentimental y gana la Copa de la Popularidad. Los grandes vítores son para él.
No se han acallado del todo los ecos de La Habana cuando el 12 de mayo de 1957 Portago y su copiloto Edmund (Eddy) Nelson se matan en terrible accidente durante la carrera de la Mille Miglia o Mil Millas Italianas, que se corre por carreteras convencionales. Media hora quedaría a la carrera al producirse la tragedia: revienta un neumático del Ferrari y el bólido embiste contra los espectadores, ocasionando una decena de muertes, incluidos varios niños; provoca además una veintena de heridos. Fue aquella la última vez que se corrió la Mille Miglia.
Alfonso Cabeza de Vaca, el Marqués de Portago, con un linaje que se remonta a los tiempos de la Conquista, tenía 28 años. Hoy lo nimba la leyenda, aunque en Cuba no son muchos los que recuerdan su paso.