El lenguaje como herramienta de inclusión social
Comencemos con un breve ejercicio de imaginación. Piense por un momento en un grupo de genios. Imagíneselos a todos en una habitación, uno haciendo operaciones matemáticas, resolviendo ecuaciones en un papel, otro haciendo aspavientos frente a una pizarra, etc. Puede recrearse unos segundos con la imagen. Ahora imagine a un grupo de futbolistas, todos entrenando para un partido y siguiendo las instrucciones de sus preparadores. Por último, piense en un grupo de científicos tratando de resolver un complicado problema teórico.[1]
Ahora quisiera que responda sinceramente, ¿había mujeres en esos grupos de genios, futbolistas y científicos? Si en realidad el uso del masculino genérico incluye a todas las personas sin importar sexo, tal y como dictaminan las leyes gramaticales del idioma español, entonces en el ejercicio que acabas de hacer habrás imaginado mujeres. O tal vez seas una persona despojada de prejuicios y estereotipos sexistas y lograste imaginar mujeres genios, futbolistas y científicas. Sin embargo, al realizar este ejercicio con un grupo de estudiantes, la mayoría solo imaginó hombres haciendo estas actividades. Lo cierto es que vivimos en sociedades patriarcales que han construido roles de género para hombres y para mujeres y no escapamos de esos sesgos.
El lenguaje es una manera de construir la realidad y por medio de él podemos incluir, excluir, oprimir, inferiorizar, minimizar, discriminar determinados grupos sociales, incluso ejercer influencia en sus decisiones. La opción por un lenguaje inclusivo, además de tener fundamentos lingüísticos, tiene objetivos sociales como el de democratizar el lenguaje y dar visibilidad social a los géneros femenino y masculino,[2] y a grupos históricamente subvalorados (mujeres, niños/as, adultos/as mayores, personas con discapacidad, grupos étnico-raciales, entre otros). Es importante resaltar la naturaleza social del idioma, pues se expresa en coordenadas sociales y evoluciona con los cambios y transformaciones que se manifiestan en la sociedad.
¿Qué es el lenguaje inclusivo? ¿Es algo que está de moda? ¿Es solo cuestión de eliminar el masculino genérico e incluir también el femenino?
Si bien es cierto que el lenguaje inclusivo ha cobrado mayor importancia en los últimos años, existen posiciones muy conservadoras que se resisten a cambiar y solo abogan por el masculino genérico; mientras que otras consideran resolver inmediatamente el problema usando “las”y“los”. También algunas innovaciones como el uso de la “@”, la “x” o la “e” para designar modos genéricos,[3] agregar “os/as” en las palabras, han causado rechazo en parte de la comunidad hispanohablante. Pero el lenguaje inclusivo no solo se limita a ello, sino que debe usarse para desmontar estereotipos y estigmas fuertemente arraigados en la sociedad y transformarlos.
Pongamos por ejemplo una institución que solicita trabajadores para determinadas plazas. Si al emitir la convocatoria no se consideran elementos del lenguaje inclusivo, seguramente habrá sesgos de género en el proceso. Si una empresa de transporte emite un mensaje diciendo que se solicitan “choferes” para conducir ómnibus, difícilmente una mujer se presentará. Sin embargo, si la convocatoria dice que se solicitan “personas con licencia de conducción y dispuestas a manejar ómnibus”, entonces serán más diversos quienes aspiren a la plaza y no sería extraño que una mujer opte por ella. Igual ocurriría con un anuncio que diga “se solicita un mecánico” u otro que sea más inclusivo y señale “se solicitan personas con conocimientos de mecánica”.
Al ser estos roles desempeñados tradicionalmente por hombres, es muy importante que se trasmitan mensajes donde las mujeres se sientan incluidas. Y no solo ocurre con el sexo, sino con otras variables como la edad, el color de la piel, las condiciones físico-intelectuales, entre otras.
“La opción por un lenguaje inclusivo, además de tener fundamentos lingüísticos, tiene objetivos sociales como el de democratizar el lenguaje y dar visibilidad social a los géneros femenino y masculino”.
¿Qué nos muestran las investigaciones?
Estudios realizados en las universidades de Nueva York, Illinois y Princeton en Estados Unidos, demuestran cómo los estereotipos influyen en niños y niñas desde edades muy tempranas. A través de varios experimentos con infantes entre cinco y siete años, los resultados evidenciaron que las niñas asocian con menos frecuencia los calificativos de “muy inteligente” y “brillante” a su género; mientras que se inclinan por otros calificativos como “trabajan muy duro”. Sara-Jane Leslie, una de las investigadoras de este trabajo, lo asoció con estudios anteriores que analizaron cómo el estereotipo del genio limita las carreras de las científicas.[4] Otras investigaciones en el ámbito de la Educación Superior demuestran una división sexista entre las carreras, donde hay una mayor presencia de hombres en profesiones que se asocian con tener “mucha inteligencia”, “brillantez” o un “talento innato” como el caso de las Matemáticas y la Física.[5]
Y es que el lenguaje es parte de la construcción de esa realidad donde las niñas deben ser “lindas” y los niños deben ser “inteligentes”. Existe una asociación muy fuerte entre ser “genio” y el género masculino, que puede influir en los proyectos de vida de las personas y en sus futuras elecciones.
El lenguaje sexista refleja mensajes que expresan y transmiten discriminación hacia uno de los dos sexos (generalmente a favor del masculino, en detrimento del femenino), hace una representación sesgada, parcial o discriminatoria que asigna un estatus menor a valores, capacidades, aportes y roles de las mujeres, asume rasgos relacionados con los prejuicios culturales de género derivados del machismo, hace un uso reiterado y/o exclusivo del genérico masculino para denominar la totalidad de los temas sociales y culturales y emplea una redacción androcéntrica al considerar solamente la experiencia de los hombres. El hecho de usar “las” y “los” no es garantía de lograr un lenguaje inclusivo, pues aun así se pueden trasmitir ideas excluyentes y discriminatorias.
Por mucho tiempo en nuestros libros escolares se han empleado expresiones como “la historia del hombre”, “la evolución del hombre”, “el progreso del hombre”, “la explotación del hombre por el hombre”, entre otras, que han invisibilizado la figura femenina en la historia de la humanidad. Se ha entendido que el uso del vocablo “hombre” conlleva a una generalización para referirse a toda la humanidad, pero termina excluyendo la mitad de esa humanidad.
Ante el uso de un lenguaje androcéntrico y sexista se ha optado por usar un lenguaje inclusivo, de respeto verbal, no discriminatorio. Un lenguaje que no sea excluyente y que permita visibilizar a las mujeres, rompiendo con estereotipos y prejuicios sexistas. Para ello es necesario modificar el enfoque androcéntrico de las expresiones. Se trata de incluir en las diferentes manifestaciones de la comunicación, en el lenguaje visual, verbal y escrito, un trato igualitario y respetuoso entre mujeres y hombres.
Otras formas de lenguaje sexista se evidencian en los grados académicos y las categorías docentes. En un ejercicio realizado con un grupo de profesionales se les pidió que revisasen sus títulos de grado. En el caso de las mujeres, el título decía Licenciado o Ingeniero en la mayoría de las especialidades. Sin embargo, en el caso de las enfermeras, su título hacía referencia al género femenino al declarar Licenciada en Enfermería. En el caso de las categorías docentes, el título de las mujeres emplea el género masculino y se declara Profesor Instructor, Asistente, Auxiliar o Titular.
El lenguaje sexista no es de uso exclusivo de la diferenciación entre hombres y mujeres, sino que abarca grupos sociales de diferentes características o condiciones: étnicas, sexuales, socioeconómicas, con necesidades especiales, edades, dialectos, entre otros; en general, grupos sociales históricamente discriminados.
Para poner algunos ejemplos, es común referirse a los niños como “menores” por ser menor de edad, pero es un término que ha sido muy cuestionado por implicar además una inferiorización de la persona por su edad. También se emplea el término “viejo” para referirse a las personas adultas mayores, lo que muchas veces conlleva una carga peyorativa.
Otro de los grupos excluidos históricamente y con el que se han utilizado términos lacerantes, es el de las personas con discapacidad. Términos como “mongo”, “lisiado”, “anormal”, “retrasado”, “cojo”, “ciego”, “manco”, “sordo” han sido aplicados para referirse a estas personas, reduciendo su personalidad a sus limitaciones. Ellos no solo se usan en el lenguaje coloquial de las personas, sino que en determinados espacios públicos se reproducen de manera naturalizada. Es común encontrar mensajes en medios de transporte donde se hace referencia a este colectivo con calificativos como “minusválido”, “limitado o impedido físico”, “incapacitado”, “discapacitado”, entre otros que lo estigmatizan aún más.
“En la lucha por alcanzar sociedades más justas y equitativas, el lenguaje constituye una herramienta esencial”.
¿Cuándo se recomienda emplear el lenguaje inclusivo?
Se recomienda usar lenguaje inclusivo en el lenguaje verbal, escrito y gráfico, en documentos oficiales, invitaciones, convocatorias, informes, medios de comunicación, expresiones gráficas. En el caso del lenguaje escrito y verbal, no siempre es necesario recurrir a los/as, existen expresiones más cómodas que se muestran a continuación:
Tabla 1: Algunos ejemplos de lenguaje sexista y lenguaje inclusivo.
Lenguaje sexista | Lenguaje inclusivo |
Los niños | Los niños y la niñas Las niñas y los niños Niñez Infancia Población infantil |
Los alumnos Los estudiantes | Las alumnas y alumnos El alumnado El estudiantado La población estudiantil |
Los jóvenes | Las personas jóvenes La juventud La población juvenil |
Los trabajadores | Los trabajadores y las trabajadoras Las personas trabajadoras El personal |
María Sánchez; director, jefe, abogado, médico, el oficial de programa, el oficial de protección, el ingeniero | María Sánchez; directora, jefa, abogada, médica, la oficial de programa, la oficial de protección, la ingeniera |
El que suscribe | Quien suscribe |
Aquellos que vinieron a exposiciones | Quienes vinieron a exposiciones |
Los que no cumplan los requisitos | Quienes no cumplan los requisitos |
Los postulantes deberán portar carpetas | Cada postulante deberá portar carpetas |
El Director será nombrado por… | La persona a cargo de la Dirección será nombrada por… |
El Consejo de Dirección será presidido por el Director… | El Consejo de Dirección será presidido por quién ocupe la Dirección… |
Para que las expresiones gráficas sean inclusivas se recomiendan los siguientes aspectos:
- Considerar que no hay un modelo de mujer, las mujeres son diversas por lo que es importante que se presenten a mujeres y hombres en papeles diferentes a los tradicionales.
- No encasillar a mujeres y hombres en situaciones y profesiones tradicionales.
- Usar de manera equilibrada el número de imágenes de mujeres y hombres.
- Destacar los logros de las mujeres y sus aportes en áreas no tradicionales como las ingenierías, las ciencias exactas.
- No usar la imagen de la mujer como objeto para llamar a la asistencia de una actividad, foro, conversatorio académico.
- Utilizar imágenes que muestren la diversidad de las personas en cuanto a color de piel, estatura, cultura, formas físicas, entre otras.
Es muy posible que nos representemos el lenguaje inclusivo como algo trabajoso, que exige más esfuerzo a la hora de comunicarnos y que nos hace perder el tiempo. Sin embargo, en la lucha por alcanzar sociedades más justas y equitativas, el lenguaje constituye una herramienta esencial. No es un asunto concluido, pues existen muchas perspectivas y posiciones diversas, muchas de las cuales están muy bien fundamentadas desde posiciones de poder, por eso constituye un asunto polémico. Sin embargo, es importante aprender a comunicarnos de una manera más respetuosa, considerando la diversidad de sujetos que conforman nuestra realidad y dignificando sus vidas.
Algunas herramientas para el uso del lenguaje inclusivo
Unesco, Recomendaciones para un uso no sexista del lenguaje, 1999. Disponible en: http://unesdoc.unesco.org/images/0011/001149/114950so.pdf.
CAIB. (2004). Manual de comunicación no sexista. Disponible en: https://www.nodo50.org/ameco/Manualnosexista.pdf.
Manual de Género para Periodistas, elaborado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo. “Recomendaciones básicas para el ejercicio de un periodismo con enfoque de género” (PNUD).
Guía Básica de Lenguaje Inclusivo. Red de Investigadoras en diferenciales de Género en la Educación Superior Iberoamericana de la Universidad de El Salvador.