El legado de Ángel Augier como estudioso mayor de la vida y la obra de Nicolás Guillén
Entre las figuras capitales de la investigación, el ensayismo y la crítica sobre poesía, nacidas entre 1900 y 1920, que arriban al advenimiento del triunfo revolucionario con una obra reconocida, se encuentran, en la línea no marxista, José Lezama Lima (1910-1976), Samuel Feijóo (1914-1992), Cintio Vitier (1921-2009) y Fina García Marruz (1923- 2022), por ejemplo; mientras que en la vertiente marxista se distinguirán voces como las de Juan Marinello (1898-1977), Mirta Aguirre (1912-1980) y Ángel Augier (1910-2010). Todos llegan a la época revolucionaria con antecedentes y demostrados dominios de la lengua, del ensayo y de los tópicos críticos que abordan, inmersos en el llamado modo “de bellas letras” del ensayo de tema literario. Al manifestar sus criterios en torno a la creación poética, compartirán cualidades con independencia de la tendencia filosófica o de pensamiento que sustente cada uno en su quehacer.
El acercamiento que ahora presentamos sobre la obra de Ángel Augier como crítico de poesía se inscribe dentro del contexto de una serie de trabajos acerca de la crítica literaria en la Revolución y concretamente en el dedicado a la de poesía, con el propósito no sólo de adentrarse en las problemáticas inherentes a su desarrollo, sino, sobre todo, destacar sus principales figuras, tendencias, métodos y estrategias. Aunque la mayor parte de la actividad crítica de Ángel Augier se ejerce sobre la obra de Nicolás Guillén, no es ocioso recordar que otros poetas merecieron su atención: Emilio Ballagas (1965)[1], Reina María Rodríguez[2], Fayad Jamís[3] y la antología Poesía de la Ciudad de La Habana (2001) publicada por la Colección Sur con motivo del 482 aniversario de la fundación de la ciudad[4], entre otros.
El sistemático interés por la vida y la obra de Guillén convierten a Augier en el más importante estudioso del Poeta Nacional. Los resultados alcanzan a configurar múltiples ángulos sostenidos por una columna vertical, su Estudio biográfico-crítico perfeccionado progresivamente desde que apareció su primera versión en 1962 como Notas para un estudio biográfico-crítico[5]. El estudio de la vida y la obra poética de Guillén se va realizando paralelamente a la labor editorial del propio Augier de la obra completa, de ahí que los prólogos de dichas ediciones sean versiones rectificadas y aumentadas de dicho estudio, el cual, como versión independiente, alcanza una edición más acabada en 1984[6], y que en 2002 adquiría completo sentido crítico y biográfico como puntal al que se adhieren otras indagaciones de carácter más especializado como, por ejemplo, sobre los sones y las elegías.
“Aunque la mayor parte de la actividad crítica de Ángel Augier se ejerce sobre la obra de Nicolás Guillén, no es ocioso recordar que otros poetas merecieron su atención (…)”.
Dicho acercamiento se presenta como una compleja red de elementos que involucran lo propiamente biográfico con lo histórico-literario y cultural y, lo histórico, lo político y lo social con el recuento y el análisis de la obra misma. Su estrategia discursiva varía de acuerdo con el aspecto a tratar, entre la narración de acontecimiento —si biográfico o contextual—; la exposición, el análisis y la valoración —si examina la creación misma—; la complementación con la información documentada o la noticia apenas oportuna entre notas profusas y —por supuesto— la cita de la obra como demostración del juicio crítico. Todo bien imbricado, buscando la lectura gustosa de cualquier tipo de público tras el distanciamiento de todo vínculo con la obra analizada.[7]
Augier acuña los términos “poesía actuante” y “poesía beligerante” para tipificar la obra poética de Guillén en una identificación completa con las ideas por la reivindicación de los derechos de los desposeídos en la sociedad capitalista y, después, de compromiso total con las de la Revolución. Al hacerlo, integra la ascendencia mestiza de Guillén, el mestizaje “blanquinegro, síntesis de lo criollo” de la familia del poeta; la pertenencia de la familia a los estratos populares dentro del entramado de la sociedad cubana; así como las posiciones ideológicas del padre dentro de la política al uso (su filiación al partido conservador) como preámbulo del posterior tránsito del hijo hacia la ideología comunista, más por convicción alcanzada por los caminos de la intuición y la praxis espontánea que por los de la formación sistemática.
Especial atención concede el crítico a esa obra inicial de Guillén que, reunida en Cerebro y corazón, había sido desestimada en su momento por el poeta en virtud de cualidades que poco contribuían a la renovación que realizaría posteriormente en sus Motivos de son y que el crítico retoma como fuente germinal de su proceso evolutivo. Composiciones de tendencia religiosa, erótica y mística se reúnen en Corazón, mientras que otras de pretensiones filosóficas, se alistaban bajo el sello de Cerebro; todas, aunque no carentes de verdadera inspiración y originalidad, pero aún con añosas influencias del romanticismo y el modernismo.
Le es imposible a Augier realizar la caracterización integral de la obra de Guillén sin tener en cuenta el escenario cultural del hogar que influyó decisivamente en su crecimiento intelectual. Señala que el joven Guillén descubre a los clásicos españoles (Quevedo, Góngora, Lope de Vega, Cervantes), y a neoclásicos y románticos, en la biblioteca paterna, que a los 15 años ya escribía versos, aunque no sería sino hasta 1920 que publicaría los primeros en la revista local Camagüey Gráfico, y en 1923 sería incluido en Castalia. Antología de poetas, a cargo de Paulino G. Báez, director de la revista de igual nombre. En Castalia habían colaborado también, en su etapa prevanguardista, Rubén Martínez Villena, Agustín Acosta y Manuel Navarro Luna, entre otros, de ahí que ya tendría una primera referencia o contacto con futuros exponentes de primer nivel del vanguardismo cubano en su etapa inaugural.
Revela Augier que, en 1922, estudiante Guillén de Derecho en la Universidad de la Habana, había publicado en Alma Mater una serie de sonetos que por su técnica recordaban la poesía de Rubén Martínez Villena. Guillén no puede continuar sus estudios y decide volver a su ciudad natal, donde continúa su creación poética y se dedica a otra de sus actividades fundamentales, el periodismo, al fundar la revista Lis, en verdad una etapa que el crítico considera de “desorientación y escepticismo”.
El joven Guillén descubre a los clásicos españoles en la biblioteca paterna.
Todo el análisis de Augier se realiza incorporando al mismo, minuciosamente, cada aspecto preconcebido dentro de los términos de una crítica biográfica que, sin evadir ningún elemento de verdadero interés, no establece fatales dependencias entre la vida y la obra del poeta en una subordinación esquemática, sino que integra los azares de la vida y el crecimiento político con las transformaciones literarias que en el caso de Guillén también poseen un notable trasfondo político. Se puede encontrar ejemplos de lo afirmado en las relaciones que establece Augier entre los acontecimientos de la vida de Guillén (procedimiento sistemático en su método crítico) y la evolución de su creación poética: la asistencia a las tertulias del Café Martí donde se reunía con minoristas de ideología comunista como Rubén Martínez Villena sería un acontecimiento con consecuencias que influirían en su propia ideología; el fracaso de la Revolución del 30 que impresiona su obra West Indies Ltd.; el exilio en México y la entrada en la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios que contribuye al giro desde la poesía negrista hacia la poesía social ya plenamente asumido en Cantos para soldados y sones para turistas, así como en España: poema en cuatro angustias y una esperanza; el viaje a España y su participación en el Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura que define su entrada en el Partido Comunista, así como una serie de importantes eventos del movimiento revolucionario que radicalizan su pensamiento político y dan nuevos bríos a su obra en libros como Sóngoro cosongo y El son entero. Téngase en cuenta que dichos libros son también el resultado del incesante peregrinar de Guillén por diferentes países en algunos de los cuales se publican. Se inicia en la vida del poeta una etapa de “creciente responsabilidad pública y mayor resonancia internacional” cuando publica las Elegías (entre lo más depurado de su poesía), La paloma de vuelo popular, y su poesía satírica.
El triunfo de la Revolución Cubana, a la cual ya se había entregado el poeta en verso y alma, y cantada como una premonición en La paloma de vuelo popular, representa un viraje en la creación de los significados de la obra a partir de 1959, lógicamente en sintonía con los cambios de la realidad circundante. Si en La paloma de vuelo popular “se siente el pulso poderoso de la vida, en un mundo marcado por la lucha de clases y las batallas de los pueblos contra el imperialismo”, en Tengo “la nota predominante es naturalmente el canto exultante del triunfo, el júbilo del poder popular, la conquista de la independencia nacional”.
El contenido social de la poesía dedicada al Triunfo de la Revolución, no agotaría el amplio espectro de posibilidades de la obra de Guillén, sino que se materializaría en sus libros siguientes, cualidades que el crítico se esforzaría en señalar demostrando que el contenido social predominante en la obra poética de Guillén no había agotado su inspiración ni en lo temático, ni en lo formal, llegando a aventurarse en nuevas experiencias como la poesía infantil con la aparición del libro Por el mar de las Antillas.
Augier no sólo se dedicó a compilar y analizar la obra poética de Nicolás Guillén en su conjunto, sino que incursionó también de forma más especializada en diversos temas y tipos estróficos a través de acercamientos específicos que añadían nuevas aristas al conocimiento de la totalidad. El tema revolucionario sería, obviamente, capital en cada acercamiento, pues, a pesar de lo diverso de la misma, el tema es una constante de inevitable alusión por ser eje central a partir de la evolución iniciada en West Indies Ltd. En su ensayo La Revolución cubana en la poesía de Nicolás Guillén (1979), Augier retoma la obra poética guilleneana desde la perspectiva de su ideología revolucionaria y su compromiso social con los desposeídos dentro de la dimensión universal que concede el crítico a la obra como denunciadora de los problemas sociales de la Cuba prerrevolucionaria y su mensaje de esperanza, que cataliza en la dimensión anunciadora del triunfo de 1959. Este acercamiento básicamente comienza por West Indies Ltd. y se concentra en demostrar cómo la obra de Guillén suma a la problemática racial, el aspecto social que le remite a otras problemáticas de la nación. Se retoma el mismo objeto y se coloca desde una perspectiva analítica diferente, aunque este hecho no hace más que ratificar en este caso valores ya establecidos sobre la obra de Guillén en el estudio mayor.
“Este laborioso y documentado estudio (…) tiene además la propiedad de compararlo con otros dos grandes de la lírica nacional: José María Heredia y José Martí”.
Tópico de interés en la obra de Guillén es el de la relación de la poesía con la música popular, eje del trabajo de recopilación y análisis realizado en El libro de los sones (1982) con la intención de destacar cómo Guillén eleva a la categoría de poesía un tipo de composición con raíces en la música popular “no sólo por su sentido estético”, sino también por su “indudable trascendencia patriótica y revolucionaria”. El tema amoroso también es motivo de un nuevo volumen de recopilaciones: Poemas de amor (2002). No carece de importancia dentro de dicha obra el tema de más larga vida en la historia de la poesía universal: el amoroso. En su labor investigativa, el crítico ordena diacrónicamente el proceso de la creación y de edición de este tema que, como se sabe se inicia con Cerebro y corazón (1922), así como otros escritos por Guillén antes de la aparición de Motivos de son y ordenados por el investigador en la edición de la Obra poética (1995) que completa con Otros poemas y Poemas de transición.
Este laborioso y documentado estudio biográfico-crítico, eje central de la crítica de Augier sobre Guillén, tiene además la propiedad de compararlo con otros dos grandes de la lírica nacional, y con dicho contraste abre y cierra el estudio: José María Heredia y José Martí. En el exordio, Augier afirma que Guillén es, junto con ellos, uno de los tres poetas más representativos de las correspondientes etapas del proceso formativo del pueblo cubano a cuya demostración se extiende en abundantes argumentos. Mientras que ya en el epílogo cierra el estudio equiparando otra vez el genio creador de Guillén con el de Heredia y Martí, capaces todos de “una vigorosa y perdurable poesía, que de su profunda cubanidad extrae su estatura americana y su dimensión universal”.
Notas:
[1] Ballagas, E. Órbita. Selección y notas de Rosario Antuña; prólogo de Ángel Augier. La Habana, UNEAC. 1965.
[2] Augier, A. “La gente de mi barrio”. Prólogo. La Habana, Universidad de la Habana, Departamento de Actividades Culturales, 1975.
[3] Augier, A. “La poesía de Fayad Jamís”. De la sangre en la letra. La Habana, UNEAC. 1977.
[4] Poesía de la Ciudad de La Habana, compilación del poeta e investigador Ángel Augier, La Habana, Ediciones Boloña; Publicaciones de la Oficina del Historiador de la Ciudad, 2001.
[5] Augier, A.: Nicolás Guillén. Notas para un estudio biográfico-crítico. [Pról. de Samuel Feijóo]. La Habana, Universidad Central de Las Villas. Dirección de Publicaciones, T. 1, 196.
[6] Auger, A.: Nicolás Guillén. Estudio biográfico crítico. Ciudad de la Habana, Ediciones Unión,1984.
[7] Para el análisis de los fundamentos de la crítica a la obra poética de Guillén por parte de Augier hemos seguido la edición de la Obra poética de Guillén en la versión de Letras Cubanas de 1995 (publicada por primera vez en 1972 y reeditada en 1974, corregida y aumentada en 1980, y reeditada en 1985).