El Lago de los Cisnes y Cuba, 92 años después
El 4 de marzo de 1877, nacía en el Teatro Bolshoi de Moscú el que se convertiría en el más famoso de todos los ballets creados desde el nacimiento de este arte en las cortes de la Italia renacentista. El autor de la música, que se inspiró en un famoso cuento popular ruso, no fue otro que el célebre Piotr Ilich Chaikovski, uno de los más célebres compositores de Rusia, que con esa partitura iniciaba su incursión en la música para ballet, aunque su fama era internacionalmente reconocida en numerosos géneros como conciertos, sonatas, canciones entre otras muchas. Sin embargo, esa puesta en escena no gozó del éxito debido a una mediocre escenificación coreográfica, realizada por el austriaco Julius Reisinger por entonces director del afamado teatro moscovita. Esa situación golpeó fuertemente al compositor, quien se negó a escribir otra partitura para ballet durante los trece años posteriores, en que el genial coreógrafo marsellés Marius Petipa y su alumno, el ruso Les Ivanov, lo convencieron a escribir las partituras de La Bella Durmiente (1890) y Cascanueces (1892) para el Ballet del Teatro Marinski de San Petersburgo. La repentina muerte de Chaikovski en 1893, malogró la existencia de tan colosal triada.
Pero la gloria que aguardaba a El Lago de los Cisnes no estaba dispuesta a morir, y ello se comprobó en 1894 cuando, para conmemorar el primer aniversario de la muerte de Chaikovski, los mencionados coreógrafos revivieron su acto segundo, con éxito tal que al siguiente año decidieron llevar a la escena el ballet en los originales cuatro actos en los que fue concebido. Esta versión ha sido desde entonces el punto de partida para las numerosas puestas en escena que se han hecho de esta obra en el mundo entero.
El 21 de enero de 1930, El Lago de los Cisnes llegó a Cuba y venía cargado de una historia muy particular porque en el elenco de la Compañía Ópera Privée de París que lo puso en la escena del Teatro Nacional (hoy Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso), figuraba un bailarín destinado a ocupar un lugar cimero en la Historia del Ballet Cubano. No era otro que Nicolai Yavorski, un cosaco ucraniano, devenido bailarín y que en 1931 se convertiría en el primer director de la Escuela de Ballet de la Sociedad Pro-Arte Musical de La Habana y el iniciador en el arte de la danza de las tres figuras cimeras del ballet cubano: Alicia, Alberto y Fernando Alonso.
El maestro Yavorski, el 10 de mayo de 1937 llevaría a la escena del Teatro Auditorium su versión coreográfica del famoso clásico ruso, con su alumna más distinguida Alicia Martínez del Hoyo, luego mundialmente conocida como Alicia Alonso, en el doble rol de Odette-Odile acompañada por el bailarín Robert Beltsky, integrante del Ballet Ruso de Montecarlo, que en esa ocasión utilizó el nombre de Émile Laurent.
“Cercano a su centenario El Lago de los Cisnes revalida en Cuba su gloriosa y siempre renovadora historia”.
La historia de El Lago en nuestro país incluye su presencia en el programa inaugural del hoy Ballet Nacional de Cuba, el 28 de octubre de 1948, cuyo acto segundo tuvo a Alicia, Igor Yousketvich y Fernando Alonso, en los roles de Odette, Príncipe Sigfrido y Benno, respectivamente.
En la exitosa carrera de Alicia como máxima estrella del Ballet Theatre de New York, sus interpretaciones de ese clásico del ballet en Odette-Odile, le valieron el reconocimiento internacional e incentivaron sus deseos de mostrar la obra en su patria en su versión completa, sueño que realizó cuando el 24 de enero de 1954, logra que la prestigiosa coreógrafa inglesa Mary Skeaping, la escenificara para la compañía cubana, con Alicia y el norteamericano Royes Fernández en los roles protagónicos, ocasión que constituyó el estreno de esa obra en toda América Latina. La historia posterior de ese clásico en Cuba fue enriquecida al paso del tiempo con la puesta en escena de 1965, con Alicia como coreógrafa principal y que permitió el éxito de las nuevas generaciones de bailarines cubanos en una obra de tan difícil demanda técnica y estilística.
En 1979, previo a una gran gira del Ballet Nacional de Cuba por los Estados Unidos, la Alonso, en su incansable batallar por la riqueza del repertorio de nuestra compañía, culminó un proceso creativo, al entregarnos una bella y dinámica versión, esta vez en tres actos y un epílogo.
Algunos años atrás, el Ballet de Camagüey sumó a su repertorio una valiosa versión, que bajo la guía de su directora y maître Regina Balaguer, ha logrado una cálida acogida del público y la crítica en cada una de sus presentaciones.
Hace pocos días el Centro Pro-Danza que dirige la experimentada y dinámica maître Laura Alonso, llevó a la escena del Teatro Nacional una versión de la obra que contó con la colaboración de los maîtres Lourdes Álvarez y Héctor Figueredo. Poseedora de un amplio conocimiento de las exigencias de ese “clásico” de los clásicos, Laura Alonso, ha podido entregarnos una versión muy respetuosa de las peculiaridades que han hecho famosa la versión que de este clásico figura en el repertorio de la escuela cubana de ballet. Exigencia técnica e interpretativa, ductilidad estilística y un manejo inteligente de un cuerpo de baile integrado mayormente por bailarines noveles, junto a los bellos y eficaces diseños de escenografía y vestuario, fueron la garantía del éxito obtenido.
Cercano a su centenario El Lago de los Cisnes revalida en Cuba su gloriosa y siempre renovadora historia.