El ICIC Juan Marinello reabre sus puertas con el testimonio y la Historia
El valor del testimonio en la enseñanza de la Historia fue el tema que reinició los encuentros presenciales con el público en el ICIC Juan Marinello, luego de un lapso fecundo en investigaciones, cuya socialización se vio limitada por la propagación de la Covid-19.
La jornada estuvo organizada por la Elida Izquierdo, de formación pedagógica, quien además se desempeña como vicedirectora de Comunicación de la institución, y combina estas labores con el análisis sobre la enseñanza de la Historia y el valor del testimonio, las historias familiares y el desarrollo de habilidades investigativas en estudiantes desde las primeras edades hasta la universidad y el posgrado.
En su rol de coordinadora principal, Elida reflexiona sobre lo que ha aportado el encuentro, en términos de diálogo, y su posibilidad de poner en contacto a intelectuales de reconocida carrera investigativa con quienes actualmente desempeñan roles esenciales en sus escuelas y comunidades:
“En seis ediciones ya, ha ido cambiando mi perspectiva, pero sigo con la idea original: les quiero dar espacio a profesores y a personas que están investigando en las localidades y tienen muy pocos lugares para dar a conocer sus resultados. Además, que vengan al Instituto, nos conozcamos, que escuchen a investigadoras como Mildred de la Torre o Ana Vera y puedan retroalimentarse”.
“En sus ponencias trabajaron, asimismo, elementos de los contextos históricos por los que ha transitado la nación, y cómo han influido en familias y sujetos comunes”.
En el primer panel presentaron ponencias Rita Marina Álvarez de Zayas, Elena Socarras de la Fuente, María Victoria Prado Ramírez y Yamilé Ferrán Fernández, quienes, desde las historias familiares, abordaron temáticas sociales y docentes como la trasmisión de valores, la evolución de los paradigmas educativos, los impactos de los acontecimientos históricos en las familias, los roles ocupados por las mujeres en las historias cubanas y la tradición y vocación por el magisterio en la Isla.
En el segundo momento, Lucía Fernández, Olga Bianca Martínez, Yelaine Echenique e Ildre Dávila expusieron historias de vida de militares, médicos y maestras, que, desde su trabajo cotidiano, aportaron al desarrollo del país. En sus ponencias trabajaron, asimismo, elementos de los contextos históricos por los que ha transitado la nación, y cómo han influido en familias y sujetos comunes.
En el debate se polemizó sobre aspectos como la significación de contar las historias con sus luces y sombras, y cómo los sujetos se relacionan con los contextos históricos; las diversas formas de relatar historias de vida, con sus diferentes métodos y técnicas, y la importancia de profundizar en ellos, y, asimismo, el valor de incorporar las historias comunes, contadas por sujetos cercanos, a la enseñanza de la Historia de Cuba.
En este sentido, Izquierdo valora, desde su experiencia como docente, lo que ha posibilitado para ella trabajar desde este enfoque:
“La mayoría de las veces el estudiante saluda todos los días a su padre, abuelo o algún familiar, pero no lo reconoce como sujeto histórico. Esta búsqueda hace, en primer lugar, que valore la participación de su familia en la historia de su país. Eso, por otro lado, contribuye a que el alumno cambie su perspectiva de la Historia y de su aprendizaje, porque aprende él mismo a investigar e historiar, se sale del libro de texto para leer los gestos, las emociones, la cotidianidad. Se trascienden las causas, efectos y consecuencias para ver relatos y lo que queda de los acontecimientos dentro de las personas. Además, pueden elegir, buscar, contrapuntear, lograr algo creado por ellos para publicar, presentar en un evento o conservar como historia familiar.
“Para el profesor, ayuda a buscar tus raíces, qué te identifica, qué ejemplos tienes en tu pasado. Yo tenía la influencia de mi abuela, que era maestra normalista. Traer al aula esos testimonios ayuda mucho a enseñar de forma diferente. Llevé varias veces a mi papá para hablar de Playa Girón, y un alumno una vez le preguntó: ‘¿Usted tuvo miedo?’, y él respondió: ‘Muchísimo, porque creí que no viraba a ver a mi familia’. Los estudiantes aplaudían porque habían visto en Girón, más allá de Patria o Muerte, al hombre común que había ido a defender lo que creía justo. El maestro se resignifica y los estudiantes también”.
Como cierre se presentó el libro digital De la tiza y de la tinta, una compilación de los escritos del periodista y maestro José Prado Laballós realizada por su hija María Victoria Prado, relacionista pública del ICIC Juan Marinello.
Su presentadora, la investigadora Ana Vera Estrada, destacó los valores del texto que logra rescatar la memoria de quien fue un gran relator de las historias cotidianas mediante crónicas y reportajes que contaban los acontecimientos desde una gran sensibilidad y cubanía.
“Se polemizó sobre aspectos como la significación de contar las historias con sus luces y sombras, y cómo los sujetos se relacionan con los contextos históricos”.
Por su parte, la compiladora expresó su satisfacción por llevar a cabo esta labor desde la cercanía con su padre y su deseo de que sirviera como ejemplo para contar una Cuba mejor:
“¿Qué tienen de peculiar estas crónicas? En primer lugar, dan cuerpo a las historias familiares que escuchamos a viva voz, durante nuestras vidas; pero, además, ofrecen una visión (otra) de la Historia cubana en las vivencias de sus protagonistas. Nos acercan, igualmente, a sucesos acontecidos en otras partes del mundo.
“Un pueblo sin historia es como un barco a la deriva, de ahí la importancia de preservar las memorias individuales y colectivas, en aras de construir un futuro digno. En ese empeño se inscribe este texto.
“En esta hora crucial de Cuba, hora de falsos profetas, manipulación simbólica y dudosos liderazgos, contar la historia desde el apego a la verdad resulta vital para que, como siempre nos dijera cariñosamente el imprescindible Fernando Martínez Heredia, ‘la Patria nos contemple’”.