Entre zapatones y narices rojas, risas, mucho talento y corazones inmensos, sesionó en las provincias de Granma y La Habana la VIII edición del Festival Internacional de Payasos, desde el 16 hasta el 21 de julio.
Nacido de talleres realizados en Granma y Las Tunas, este evento goza de solidez, gran prestigio y popularidad, y resulta de interés para todos los seguidores del arte del clown, convencidos de que aún en la adultez se continúa siendo ese niño noble e ingenuo que disfruta de la risa por muy difíciles que sean los tiempos.

El evento, dedicado al aniversario XXV de la fundación de Teatro Tuyo, tiene a México como país invitado de honor.

La amplia y variada programación del festival incluye las puestas en escena de reconocidas agrupaciones nacionales y foráneas en las salas de teatro y espacios públicos, la celebración de talleres y conferencias y la inauguración de exposiciones.

El evento, dedicado al aniversario XXV de la fundación de Teatro Tuyo, uno de sus principales promotores, tiene a México como país invitado de honor. Justamente de esa hermana nación conversamos en exclusiva con el Maestro Aziz Gual a quien encontramos en plena faena en la Escuela Nacional de Teatro, donde imparte el taller “De la risa a la caricia”.

¿Por qué escogió como profesión una de las especialidades más complejas de las artes escénicas?


Para esta profesión tuve estímulos desde muy pequeño. Frente al condominio donde yo vivía, en el barrio Coyoacán en la Ciudad de México, había un terreno baldío donde todos los años se instalaba una carpa de circo. Tendría entonces unos tres años y mis hermanos mayores me llevaban de la mano y todos los días nos escurríamos por debajo de las faldas de la carpa para ver las funciones.

“Me formé académicamente como clown con magníficos maestros soviéticos y de Estados Unidos”.

Lo que más nos llamaba la atención y disfrutábamos eran los divertidos actos que los entrenadores conseguían de sus animalitos amaestrados. Y de esa primera incipiente conexión, comenzó a atraerme el ambiente del circo.
Mucho tiempo después descubrí —porque mis padres permanecían fuera de casa con mucha frecuencia— que si me hacía el gracioso, los vecinos me recibían en sus casas. Ellos decían: sí, sí, que venga Aziz que es muy simpático y gracioso. Así ganaba entre esas personas afecto y comida.
En realidad ahora sigo haciendo lo mismo, con la diferencia de que ya no aspiro a comida, solo al cariño y al afecto de las personas que voy conociendo en mis viajes por el mundo.
Me formé académicamente como clown con magníficos maestros soviéticos y de Estados Unidos. En este país, gracias a la obtención de una beca, estudié en su universidad de payasos. Después me fui a Europa donde permanecí un tiempo en Bélgica y posteriormente comencé a realizar giras para dar a conocer mi trabajo por otros países del viejo continente.
Con ese mismo propósito he viajado igualmente por varias naciones de América. En ninguna de ellas he recurrido nunca a las palabras como lenguaje fundamental, sino al gesto, el lenguaje universal que permite comunicar a toda la humanidad y a través del cual expresamos emociones como el amor, el miedo, la alegría, la soledad, la guerra…

¿Qué es un clown para el experimentado y reconocido Maestro Aziz Gaul?

Un clown es una individualidad, una persona con identidad propia que tiene un lenguaje profundamente humano, que es capaz de hablar con el corazón. Ese es el lenguaje que nos permite romper las fronteras de las palabras; como la música es también el lenguaje de las emociones.
El clown es el lenguaje del corazón, de las emociones. Nosotros no necesitamos un argumento, una dramaturgia hablada. Por el contrario, necesitamos una dramaturgia silente, pero muy clara para poder llevarla a China, a Japón, a Rusia, Polonia, Alemania, Turquía…

“Aspiro a que sean capaces de comprender que el clown no se hace, que no se hace el payaso. Sencillamente el clown es el payaso, vive el payaso”.

Es una dramaturgia infinitamente humana, salida del corazón que hace que nos parezcamos todos y percibamos las mismas emociones, aun cuando sean personas de latitudes remotas y hablen los idiomas más disímiles o tengan cultura y costumbres muy diferentes. Romper las fronteras entre las distancias, nos enseñó el maestro de todos, Charles Chaplin.
La risa es la distancia más corta entre dos personas y no importan las culturas, como tampoco las religiones ni las costumbres.
Es ese el lenguaje que hablo, con el que he recorrido buena parte del mundo y que he traído a Cuba para compartir con mucho gusto sobre todo con los jóvenes, a pesar de que estos ya han desarrollado un trabajo verdaderamente enriquecedor, interesante, logrado a partir de las enseñanzas de excelentes profesores, entre ellos el actor Ernesto Parra.

“El clown es el lenguaje del corazón, de las emociones”.

 
Pero es una realidad que el teatro va cambiando, es orgánico y dentro de poco habrá que recurrir a otros lenguajes más allá de los tradicionales. Considero que el clown se va desarrollando, se va actualizando, modernizándose, se va transformando y en breve será un lenguaje necesario porque el mundo está en crisis y necesita risas, necesita payasos.
Los payasos son esperanzadores y si en estos momentos algunos pueden alentarnos la esperanza de vivir para nutrir el espíritu y el alma, son los cubanos. Cuba ha tenido la fortuna, no obstante las dificultades económicas, de desarrollar el arte, la creatividad, de dar belleza a la vida.

Después de treinta años, usted realiza su segunda visita a nuestro país como invitado muy especial a la VIII edición del Festival Internacional de Payasos. ¿Qué opinión le merece este certamen?

Me parece muy inteligente y acertada la celebración de este evento, el lugar que le conceden al lenguaje del clown. El Festival es una muestra de que los cubanos están adelantándose a muchos países que todavía no se han dado cuenta de la importancia y necesidad del humor y el clown.
Con este taller, al que di el nombre “De la risa a la caricia”, me propuse contribuir, aunque sea un poco, a la formación de estos jóvenes. Aspiro a que sean capaces de comprender que el clown no se hace, que no se hace el payaso. Sencillamente el clown es el payaso, vive el payaso. Es decir, no te hagas el payaso solo aprende a ser realmente un payaso. Es ese el mensaje que queremos llegue a través de estas clases prácticas.
A la par de sus compromisos académicos en La Habana, que indiscutiblemente representan un privilegio para quienes los reciben, el Maestro Aziz Gual protagonizó las puestas en escena de la gustada obra De risa en risa, los días 19 y 20 de julio en el teatro Bertolt Brecht. En la propia institución durante el espectáculo de clausura que tuvo lugar en horas de la tarde del 21 de julio, como festejo por el Día de los Niños, se efectuó, además, una presentación especial, junto a todas las compañías participantes en el festival.
Al finalizar nuestro encuentro, este consagrado Maestro, referente de la especialidad en Latinoamérica y regiones aledañas, subrayó: “Nos sentimos muy contentos y agradecidos por la invitación. Y me parece realmente importante aprovechar la oportunidad para felicitar a Cuba por el país que es. Le agradecemos que exista en el mundo. La América Latina toda siente mucho orgullo por este pequeño gran país”.