Ahora que se cumple un aniversario más del inicio de su redacción, recordamos que el valor documental y testimonial del Diario de Cabo Haitiano a Dos Ríos es tratado en un conjunto amplio de ensayos que se ocupan de lo escrito en los últimos treinta y ocho días en la vida de José Martí. En 1978 el poeta Víctor Casaus publica su ensayo “El Diario de José Martí: rescate y vigencia de nuestra literatura de campaña”[1], en el que es apreciable, desde su primera lectura, el enfoque materialista–dialéctico del estudio, lo que es prueba del fuerte influjo del marxismo en las décadas de los 70 y 80 dentro del pensamiento y la ciencia cubanos.

Es un ensayo que toma como fundamento las categorías marxistas “violencia revolucionaria”, “guerra”, y “guerra necesaria”, para oponerse al proceso de desideologización que tiene lugar a comienzos de la república que estaba en contra de los efectos de una cercana herencia combativa y heroica en Martí, y que veían a Martí como santo de América.

Los objetivos del mismo son “comentar algunos aspectos del Diario de campaña que pueden reafirmar la terrenalidad de su acción y servir como ejemplo de actuación y de escritura”. El Diario de Cabo Haitiano a Dos Ríos sintetiza para Casaus, en gran medida, toda la existencia de Martí en pro de la independencia de su país, y todo lo que tuviera que ver con su materialización.

Es decir, que concibe el destino de Martí vinculado armónicamente y dialécticamente a su contexto histórico real: lucha anticolonialista, unión de fuerzas y factores en torno a la guerra necesaria, y llamado de alerta en relación con el fenómeno del imperialismo naciente, a diferencia de otros trabajos críticos que solo hallan en este proceso de crecimiento, radicalización y fortalecimiento de los métodos de lucha, la realización de un destino personal.

“Los aciertos verbales de esta obra son tantos, que aun cuando se comenten temas tan puntuales, como el peso de la guerra en él, los autores no pueden sustraerse de comentarlos e incluso esbozar ideas originales”.

Considera que la base social del Diario de campaña es la guerra a la que considera “el mayor hecho cultural del siglo XIX, pues es un acto de fundación de una nación, y, por tanto, afirmación de todos sus valores culturales”. La existencia de esta base social realza el carácter testimonial del Diario de Cabo Haitiano a Dos Ríos, pues es el reflejo de la resistencia popular del momento que no por gusto evoca la del 68.

Los aciertos verbales de esta obra son tantos, que aun cuando se comenten temas tan puntuales, como el peso de la guerra en él, los autores no pueden sustraerse de comentarlos e incluso esbozar ideas originales como aquella donde considera al pasaje poético más comentado del Diario, como motivo de exposición originalísima de sus dos patrias: Cuba y la noche; o al fragmento “Lola, jolongo…” como prólogo dramático de la experiencia riesgosa que lo seguirá, donde se refiere a la presencia de lo cinematográfico y lo célere, dado según él, a través de la yuxtaposición de esos diálogos y de esos dos tiempos distintos, caminos que le permiten llegar a una idea original, a una certeza poética: la sobrecogedora imagen de soledad que ofrece este Diario.

Culmina su revelador ensayo para el momento en que se escribe y aún para nuestros días llamando la atención sobre las frases a manera de lema o sumario, casi telegrama, como en las “Escenas Norteamericanas” que presiden los inicios de jornada en las anotaciones, llevando a cabo una ligera comparación con el Diario del Che en Bolivia[2] en torno a este aspecto, y revelando la importancia del Diario para la revolución cual “poderoso instrumento revelador de la realidad y un arma de combate, en su línea documental y testimonial”.

Dicha importancia es recreada y fundamentada en el documental de José Massip Páginas del Diario de José Martí, que, aunque no es propiamente un ensayo, incluimos en la muestra de análisis por su relevancia. En él se revela que el Diario de Cabo Haitiano a Dos Ríos da cuenta de un momento crucial de lucha para la independencia de Cuba y la fundación de la nacionalidad y la identidad cubanas.

Es preciso recordar aquí que de este documental se usaban sus imágenes en otros materiales televisivos, pero no se ponía. “A mitad de camino entre el documental y la ficción, el filme es tan inclasificable como fue polémico en su momento, y es considerado por muchos críticos como un atrevido ejercicio de hibridez cinematográfica”.[3]

“Al final del documental aparece un cuadro de Pedro Pablo Oliva y él diciendo que su abuelo remató a Martí, pero habla de su propia integración entre las fuerzas artísticas del momento en nuestro país”.

El mismo comienza haciendo un resumen de la ignominia en que vivió Cuba debido a la esclavitud, cuya ideología también permeó las mentes. Al rato cae en el asunto del nacimiento de Martí y en la referencia a la Guerra Grande y su comienzo. Se usan fragmentos mecanografiados con breves frases repetidas que se refieren al fracaso de esta contienda, y se continúan empleando para aludir al desembarco en Playitas de Martí, y a otros elementos cronológicos del Diario.

Se recrean visualmente sus paisajes como el machetazo a Caridad Estrada, la muerte del marido en la Guerra de los Diez Años y el suceso de Panchita. El documental también recoge una entrevista a Casiano Leyva. En cartel se pregunta por qué desaparecieron las páginas del 6 de mayo. Luego de la muerte de Martí se recrean otros paisajes históricos como la reconcentración de Weiler, y la intervención norteamericana.

Al final del documental aparece un cuadro de Pedro Pablo Oliva y él diciendo que su abuelo remató a Martí, pero habla de su propia integración entre las fuerzas artísticas del momento en nuestro país. En resumen, en el filme se reconstruyen de forma impresionante algunos de los más dramáticos pasajes del Diario de Cabo Haitiano a Dos Ríos, desde una perspectiva muy contemporánea.

El valor documental del Diario de Cabo Haitiano a Dos Ríos también se pone en evidencia en el libro Martí a flor de labios, de Froilán Escobar[4], solo que de otra manera, pues dicho autor se vale del Diario para buscarle al mismo una prueba mágica y poética, pero, a fin de cuentas, testimonial.

Este libro constituye una de las más especiales manifestaciones de recepción del Diario de Cabo Haitiano a Dos Ríos, porque a partir del texto aludido y las cartas coetáneas de Martí y Gómez, según expresa Froilán en el prólogo del libro, su autor elaboró uno o más cuestionarios y entrevistas a los campesinos, ya ancianos, que de niños conocieron a Martí a su paso por las zonas orientales.

“Los testimonios, amén de recrear la vivencia propia vertida en los Diarios, insisten en la emoción patria, en la belleza de los hombres de monte, expuestos con la más noble de las poesías, que es la que da el apego a la naturaleza”.

Escobar trata de “iluminar los contextos, de reconstruir la vida y el paisaje de aquellos días enormes, buscando la ‘verdad humana’”, poniendo énfasis no sólo en lo que decían con sus arcaísmos, neologismos, redundancias, reiteraciones, giros sintácticos inusitados, en que se expresaba, con sobreabundancia, toda esa carga de sabiduría y poesía y de captación del instante —como quería Lezama— por medio de estructuras acumulativas.

Los testimonios, amén de recrear la vivencia propia vertida en los Diarios, insisten en la emoción patria, en la belleza de los hombres de monte, expuestos con la más noble de las poesías, que es la que da el apego a la naturaleza. El fruto de estas pesquisas corrobora el “conocimiento del sentido de inmediatez y lejanía que cruza el Diario de campaña”.[5] En este libro pueden leerse testimonios que revelan la mirada peculiar del hombre que escribió el Diario, quien estaba maravillado por la naturaleza.  

Ese regusto por la naturaleza es lo que destaca en 1985 el periodista Bernardo Callejas tanto en el Diario de Máximo Gómez como en este Diario de Cabo Haitiano a Dos Ríos. En su ensayo “Máximo Gómez y José Martí: historia y literatura de campaña”[6], dicho autor revela que “el paisaje es algo que se incorpora a la pelea, pero en extraña relación al paisaje humano”. (p. 71)

“Entre los valores testimoniales que resalta está el hecho de que en el Diario de Cabo Haitiano a Dos Ríos se realza a héroes de la Guerra del 68, porque en ellos se manifiesta, junto con sus cualidades como combatientes, el espíritu puro y tenaz de la tradición mambisa”.

Los valores testimoniales de dicho diario son los que seducen a este autor que repara aquí en la importancia del Diario de campaña de Gómez, y da realce al método de carga al machete creado por el Generalísimo, en el que está sintetizado en el Diario de Cabo Haitiano a Dos Ríos toda una obra revolucionaria y todo un modo inigualable de expresión: “todo lo escrito hasta entonces ha sido como una preparación para este acto de nombrar” (p. 70). Reconoce que dicha obra llega a constituir una de las excepcionales cumbres de la literatura cubana de todas las épocas. La grandeza literaria, humana e histórica del Diario de Cabo Haitiano a Dos Ríos es reconocida cuando Callejas afirma: “A José Martí el Diario se le va haciendo entre destellos […] hay un ritmo como de sangre que va fluyendo a borbotones magníficos”. (p. 69)

Entre los valores testimoniales que resalta está el hecho de que en el Diario de Cabo Haitiano a Dos Ríos se realza a héroes de la Guerra del 68, porque en ellos se manifiesta, junto con sus cualidades como combatientes, el espíritu puro y tenaz de la tradición mambisa; de que se resalta la oralidad y la carga de identidad nacional y emotiva que trasmite este diario. De la funcionalidad que cumple en el Diario la inclusión del relato de Masabó afirma que reflejarlo es parte de la forja de un pueblo, y lo describe con un estilo que reúne la sobriedad de los antiguos con los giros de un poeta moderno. Culmina su estudio desechando que haya sido un suicidio la muerte de Martí, y reseñando los sucesos relativos a ella y al calvario de su cadáver.

Luis Toledo Sande también reconoce al Diario de Cabo Haitiano a Dos Ríos como monumento poético de la lengua.

En este abanico de temáticas que recogen los ensayos sobre el Diario de Cabo Haitiano a Dos Ríos dedicados a resaltar sus valores testimoniales pueden encontrarse también dos ensayos de Luis Toledo Sande. El primero de ellos en ser publicado es “José Martí en campaña. Con todo el sol”[7] (1985), que ve la luz el mismo año que el ensayo de Callejas, y trata sobre la presencia y acción de Martí en los campos de Cuba, lo que es recogido en cartas, circulares y en este propio Diario.

El autor nos ofrece pruebas de la satisfacción que Martí encuentra en el sacrificio, pruebas de que el optimismo no lo abandona, y que son reflejadas en el importante documento. Como fundamento recoge aquí lo afirmado por Fidel sobre el Diario: “es que saca fuerzas, y él sacó fuerza, y nunca se vio en todo el Diario de Martí, jamás se ve una queja, sino todo era entusiasmo. Él decía que había dejado las cadenas que lo habían acompañado durante toda su vida en la lucha por la independencia de Cuba”. (p.110)

Toledo también reconoce al Diario de Cabo Haitiano a Dos Ríos como monumento poético de la lengua. Sitúa las causas de las discordias entre Martí y Maceo en las pugnas entre la parte civil y la parte militar, típicas entre gestores de la independencia históricamente, y refiere las diferencias que Martí observa entre las nominaciones de “General” y de “Presidente” en el Diario de Cabo Haitiano a Dos Ríos.

El otro estudio al que hacemos referencia es “Sobre la presencia de Antonio Maceo en el Diario de campaña de José Martí”[8] (2012), y en el mismo se analiza el perfil caracterológico de Maceo esbozado por Martí, y reconstruido por el autor del ensayo a través de las menciones a este en las cartas y en este Diario, que se convierten en apreciables evidencias testimoniales.

Se establece una reconstrucción de las relaciones entre José Martí y Antonio Maceo a través de vivencias y todo lo escrito por Martí sobre Maceo. Culmina su acercamiento reconociendo que “las contradicciones son ineludibles en las obras humanas, señaladamente si se trata de una empresa compleja como una guerra revolucionaria y la perspectiva de una república de verdadera libertad. Opina que no hace falta ocultar las discrepancias, ni inventar personas porque su prestigio y talento bastaban para guiar y enorgullecer a su pueblo”. (p.62)

A las características como Diario y a sus valores narrativos propiamente del texto que venimos analizando se refiere Alfredo Alzugarat en su ensayo “El Diario de campaña de Martí como testimonio”[9], publicado precisamente en el año que se cumplían cien años de la muerte de Martí. Considera al diario como texto atípico, como texto de carácter difícilmente asimilable por normas de la literatura hispanoamericana, superando las características formales y estructurales de un género en particular, asimilando o amalgamando las de otros.

Alzugarat hace un resumen del enfoque de este Diario por la bibliografía pasiva hasta el momento.[10] Hace énfasis en la materialidad del mundo narrado, donde el asunto es la lucha independentista. Sitúa entre las características testimoniales del Diario de Cabo Haitiano a Dos Ríos el hecho de que responde fielmente a las características de la narración de urgencia, emplea un vocabulario localista, un lenguaje coloquial y mantiene intención de fidelidad con el efecto de oralidad en muchos pasajes, sin perder la raíz ética moralizante. Estudia la dinámica entre el yo y el nosotros en el texto, repara en el tono de crónica de viaje de su Diario, en la visión del enunciante como portadora de una carga subjetiva, como en todo testimonio. Afirma que las cartas de Martí del período operan como intertextos de este Diario.

Entre los valores narrativos del texto destaca la ilusión de trasparencia y el efecto de intensidad, fundamentado por el breve lapso de tiempo que separa su papel de protagonista de su papel de narrador, relacionado y provocado por la intensidad de la vivencia y de su inmediata evocación.

Culmina su valioso ensayo refiriéndose a la construcción de una identidad en el Diario que está en íntima relación con la naturaleza, a la ejemplaridad del propio yo narrador a través del reflejo de los otros, por ejemplo: en la viñeta de David de las Islas Turcas, el retrato de Casiano Leyva y otros donde hay cercanía a lo hagiográfico, todo lo que tributa a la identidad y el prestigio de ese yo.

“Este ensayo estudia El Presidio Político en Cuba y el Diario de Cabo Haitiano a Dos Ríos como primer y último textos testimoniales de Martí, fundamentado en que toda su escritura testimonia, despliega y constituye el cuerpo oscuro y como apenas entrevisto de la patria”.

De ese camino hacia una identidad, “hacia un sentido de sí” da pruebas el trabajo “Escritos con el cuerpo, textos testimoniales de José Martí”[11], de la autoría de la catedrática argentina Celina Manzoni, que ve la luz en 1995. Este ensayo estudia el Presidio Político en Cuba y el Diario de Cabo Haitiano a Dos Ríos como primer y último textos testimoniales de Martí, fundamentado en que toda su escritura testimonia, despliega y constituye el cuerpo oscuro y como apenas entrevisto de la patria.

En ese sentido, abunda en las relaciones y diferencias entre ambos textos como experiencia de los extremos: la cárcel, la guerra. Aunque el primero se constituye en denuncia de crímenes con fervor ético, y el otro emula con el diario íntimo, los dos tematizan la pérdida. El Presidio… la pérdida del espíritu, y el Diario de Cabo Haitiano a Dos Ríos, del cuerpo, es decir, la muerte.

“Nos recuerda que ese puro presente es también un cercano pasado. La ilusión de frescura, precisión y exactitud del diario tiende a ocultar que el olvido se ejerce también sobre el instante”.

Considera a este diario como viaje escritural hacia un centro, una eclosión, y afirma que en su clara índole literaria se adivina el deseo de publicarlo. Se refiere a las diferencias ente el Diario de Montecristi a Cabo Haitiano y el Diario de Cabo Haitiano a Dos Ríos. Del primero afirma que está dedicado a María y Carmen Mantilla, y que esta determinación clasifica la lectura. Del segundo explica que pertenece al orden de lo privado, e incluso, en algunas de sus inflexiones, de lo secreto. Hace referencia entonces a la dinámica pasado–presente en ellos, y que ingresan a lo testimonial con las mismas prevenciones con que ingresa la autobiografía.

Nos recuerda que ese puro presente es también un cercano pasado. La ilusión de frescura, precisión y exactitud del diario tiende a ocultar que el olvido se ejerce también sobre el instante. En ella lo fragmentario es condición esencial que aumenta la ilusión de espontaneidad del Diario.

La autora llega a afirmar que el Diario de Cabo Haitiano a Dos Ríos asume la escritura como forma de heroicidad, pues escenifica la situación de escritura signada por agotamiento, por largas jornadas, heridas, hambre, sueño, premura, falta de luz, lluvias que arruinan el papel, falta y reflejo de la privacidad, existencia, voz de otros, con lo que Martí instala lo que ha dado en llamarse “poética del sobresalto”. Llega a afirmar que Martí concibe este Diario como un aplazamiento de la muerte.

A dos condiciones que parecieran antagónicas, es decir, a estudiar cómo se conjugan en el Diario el poeta y la guerra a través de la configuración de un sujeto, se refiere el ensayo “El poeta en la guerra: De Cabo Haitiano a Dos Ríos”[12], de la profesora y ensayista argentina Susana Zanetti.

“Quizás esas palabras describan su condición de clásico, donde el ajuste entre formas y esencias: principio de la poética de Martí, se cumple con creces y con nuevos modos fundamentado en parte por la construcción de un nosotros”.

Afirma que allí Martí construye la última imagen del “héroe–guerrero-mártir” y las bases de una política redentora en un singular cruce de guerra y poesía, de ahí que utilice muy variados procedimientos que tienen implicaciones tanto estéticas como ideológicas, donde refleja lo que necesita, lo que encuentra, unido a lo que anhela y a lo que le falta, que es, digo yo, nada menos que un universo.

Explica que el Diario trabaja con dimensiones recónditas, entrañables, y al mismo tiempo abiertas al mundo, en los cuales el cuerpo, la materialidad de la escritura se difuminan, se transforman en un lugar de paisaje y de encuentro casi intocado. Quizás esas palabras describan su condición de clásico, donde el ajuste entre formas y esencias: principio de la poética de Martí, se cumple con creces y con nuevos modos fundamentado en parte por la construcción de un nosotros.

Aunque estudia el Diario de Cabo Haitiano a Dos Ríos se refiere a diferencias entre los dos diarios, que según ella son la distancia, el momento de publicación, las modalidades de su recepción, los efectos de la situación de lectura y el problema del destinatario. De acuerdo a los objetivos de su enjundioso ensayo, explica los principios de la guerra que se refieren en el Diario, que son:

-Violencia ceñida a las necesidades de la independencia

-Cuidado de vidas y bienes

-Respeto al español neutral

-Confianza en negros y mulatos en la Constitución de la República

-Sujeción del mando militar al gobierno civil democráticamente elegido[13], a través de un sujeto colectivo cuya fraternidad se afianza en las dificultades

La eticidad del Diario se forja entonces a través de un sujeto colectivo cuya fraternidad se afianza en las dificultades, el sacrificio y la muerte, lo que se traduce de modo expresivo en el empleo del retrato, que es el recurso para descubrir masas u hombres humildes, y está acompañado por la manifestación de la autoridad carismática martiana a través de la puesta en escena de lazos afectivos, fraternales, filiales presentes en jefes y soldados, con la excepción de Antonio Maceo.

Los ensayos que estudian los valores testimoniales del Diario de Cabo Haitiano a Dos Ríos hacen gala de un gran abanico de temáticas dentro de los acercamientos vinculados a la recepción, entre las que se destacan lo patriótico, lo hechológico, lo propiamente bélico, la interacción de lo bélico y lo poético, lo cultural, y su apego a las características teóricas del género diario, de la autobiografía, a los principios rectores del testimonio como género literario y sus innovaciones en Martí.

Notas:

 [1]Víctor Casaus. “El Diario de José Martí: rescate y vigencia de nuestra literatura de campaña”, en Anuario del Centro de Estudios Martianos, n. 1, La Habana, pp. 189 – 206.

 [2]Roberto Fernández Retamar llegó a afirmar: “¿No resuena su Diario de Campaña en el Diario en Bolivia del Che Guevara? “Naturalidad y novedad de la literatura martiana” en “Nuestra América”: Cien años y otros acercamientos. Editorial SI – MAR, S.A. 1995, p. 43.

 [3]Santiago Juan Navarro. “De los primeros treinta” a “Páginas del diario de José Martí”. La mitologización de la historia en el cine de José Massip. Frame. Revista de Cine de la Biblioteca de la Facultad de Comunicación, Sevilla, p. 9, 2013, p. 35.

 [4]Froilán Escobar. Martí a flor de labios. Editorial Abril, La Habana, 1991. (Consultado en la edición de la misma editorial del 2009).

 [5]F.E. Ob. cit., p. 28.

 [6]Bernardo Callejas. “Máximo Gómez y José Martí: historia y literatura de campaña”. Revista Santiago, n. 59, marzo de 1985, Santiago de Cuba, pp. 59 – 110.

 [7]Luis Toledo Sande. “José Martí en campaña. Con todo el sol”. Revista Bohemia, 24 de mayo, 1985, año 77, n. 21, pp. 80-88.

 [8]Luis Toledo Sande. “Sobre la presencia de Antonio Maceo en el Diario de campaña de José Martí”. Ensayos sencillos con José Martí. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2012, pp. 44- 63.

 [9]Alfredo Alzugarat. “El Diario de campaña de Martí como testimonio”, en Hugo Achugar (comp.). En otras palabras, otras historias. Montevideo. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, Biblioteca Nacional, 1995, pp 93 – 113. El autor nació en Uruguay en 1952, y es escritor, investigador y crítico literario. Ha desarrollado investigaciones en torno al género testimonio como Desde otra orilla: Documentos inéditos y olvidados de la revolución de 1894. Ediciones de la Banda oriental, 1997, El discurso testimonial uruguayo del siglo XX, Biblioteca Nacional, 2009 y Diario de José Pedro Díaz, Biblioteca Nacional, 2012.

 [10]Afiliado a las características del diario, el apunte y la carta consideran a los Diarios de campaña algunos de sus estudiosos: “Fina García Marruz y Manuel Pedro González, quienes realizaron su primera recepción crítica  de relieve lo encararon como Diario, lo vincularon con otros diarios de juventud y destacaron sus rasgos de estilo, una perspectiva a la que luego se sumaría, entre otros, Ezequiel Martínez Estrada; como “apuntes, pinceladas, acaso meras viñetas que Martí hubiera completado” lo presenta Salvador Bueno en el prólogo de una de sus varias ediciones, mientras que en opinión de Andrés Iduarte, los de Martí, concluidos el de Campaña en 1895, no son más que una prolongación de su epistolario”. Alfredo Alzugarat. Ob. cit., p. 94.

 [11]Celina Manzoni. “Escritos con el cuerpo. Textos testimoniales de José Martí” en José Martí. El presidio político en Cuba. Último Diario y otros textos, Editorial Biblos, Buenos Aires, pp. 15 – 33. La autora, nacida en 1938, es profesora titular y Doctora en Letras de la Universidad de Buenos Aires, y es especialista en Literatura latinoamericana.

 [12]Susana Zanetti. “El poeta en la guerra: De Cabo Haitiano a Dos Ríos de José Martí”. Revista Actual, n.

 [13]S.Z. Ob. cit, p. 230.

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