El color de la piel en el contexto de las vulnerabilidades de niñas y niños cubanos
La dimensión color de la piel es un eje estructurante de las desigualdades sociales, que afecta a poblaciones diferentes, llegándolas a colocar en condiciones de vulnerabilidad. Esta situación se complejiza cuando el color de la piel se intercepta con otros atributos discriminantes como: edad, condición de discapacidad, situación socioeconómica, género, territorio, entre otros.
Para el caso que nos ocupa, se ofrece una mirada al comportamiento de este indicador en un grupo de niñas y niños entre 0 y 12 años, residentes en varios territorios del país, aunque con una presencia importante en la capital.
El acceso a la información se realizó a través de la declaración de sus familias mediante cuestionarios (33 familias de niños y niñas entre 0 y 5 años y 25 familias de infantes entre 6 y 12 años). Para este último grupo los datos se complementaron con talleres participativos con niños y niñas entre 8 y 12 años de los barrios capitalinos de San Isidro y Cayo Hueso.
Las provincias que tributaron a la muestra fueron: La Habana, Guantánamo y Artemisa, y los municipios de residencia: Habana Vieja, Centro Habana, Plaza de la Revolución, Arroyo Naranjo, La Lisa, Habana del Este, Boyeros, El Salvador y Artemisa.
En sentido general, estos territorios se distinguen por presentar complejas características socioeconómicas que los convierten en espacios en desventaja social. Las principales problemáticas que los tipifican están asociadas al mal estado del fondo habitacional, hacinamiento, indisciplinas sociales, deteriorada situación ambiental, afectación de redes de alcantarillado y presencia de salideros de agua en las calles.
Vulnerabilidades sociales en infantes de 0 a 5 años
La muestra de 33 familias a la que se accedió se caracteriza por una mayor presencia de personas negras y mulatas (75.76%), en comparación con las de piel blanca (24.24%). En lo que respecta a los infantes, hay 6 blancos, 11 negros y 18 mulatos, de estos últimos, 5 en condición de discapacidad y solo uno asiste a una escuela especial. Se observa, además, una mayor presencia de mujeres dedicadas al trabajo doméstico no remunerado y personas que no trabajan, seguidas de quienes están insertos en la esfera de los servicios del sector estatal de la economía. En cuanto a la escolaridad, priman los niveles medio superior y medio.
Algunas de las problemáticas que enfrentan estas familias, según orden de significación, son:
- Económica: escaso o imposible acceso a productos de primera necesidad (alimentación, aseo, vestimenta, calzado, juguetes), dada la baja capacidad adquisitiva de los salarios y que compromete procesos esenciales en el desarrollo de los infantes.
- Alimentación: se interconecta con la problemática precedente, e incide en la aparición de problemas nutricionales y de salud en estas edades, los cuales afectan el desarrollo físico y psicológico de los infantes.
- Mal estado constructivo de las viviendas: filtraciones, piso, techo, paredes y puertas en mal estado, condición de inhabitabilidad, con peligro de derrumbe (parcial o completo), inadecuada iluminación al interior de las viviendas, construcciones con estructura y tamaños muy pequeños e inundaciones.
- Hogares monoparentales, con la figura materna como jefa del hogar; situación que se refuerza con la existencia de infantes u otro miembro del hogar, en condición de discapacidad, y que se encuentra bajo el cuidado de esta mujer.
- Fallecimiento o abandono del hogar por parte de uno de los progenitores (mayormente, el padre): esto empeora las condiciones de vida de la familia, y la necesidad de buscar alternativas de subsistencia, no siempre lícitas.
- Manifestaciones de violencia intrafamiliar: agresividad, conflictos y maltrato.
- Falta de capacidades en los círculos infantiles: lo cual afecta la incorporación de las progenitoras al ámbito laboral, y de los infantes a la educación institucional en las primeras edades.
- Desvinculación laboral: se evidencia, mayormente, en las madres. Hay causales asociadas a ello, por ejemplo: bajo nivel educativo, cuidado de hijos pequeños y otros familiares (adultos mayores, personas en situación de discapacidad); no disponer de matrícula en un círculo infantil; decisión propia, entre otras.
Perfiles de vulnerabilidades identificados en infantes de 0-5 años:
- Las dimensiones género, territorio, color de la piel y situación socioeconómica refuerzan las vulnerabilidades de niños y niñas que residen en hogares disfuncionales, con presencia de la figura materna como proveedora del núcleo y rol de cuidadora a tiempo completo. Bajos niveles de escolaridad de los miembros de las familias y convivencia en familias numerosas.
- Las dimensiones color de la piel, nivel escolaridad de los miembros de la familia y territorio refuerzan la situación de vulnerabilidad.
- Las dimensiones socioeconómicas y territoriales esbozan cómo los infantes se encuentran en riesgo de experimentar desórdenes alimentarios y nutricionales. Se identifican niños y niñas cuyas frecuencias de ingestión de alimentos al día son escasas y hay ausencia de una alimentación balanceada. Se confirma un bajo consumo de viandas en la dieta alimentaria, sobre todo, en infantes comprendidos entre 2 y 4 años de edad.
- Las dimensiones socioeconómicas, condición de discapacidad y género marcan situación de desventaja social. El 14.28% del total de infantes refiere una condición de discapacidad, reside en viviendas que presentan mal estado constructivo y las principales problemáticas detectadas por sus familias son: la situación socio-económica, el hacinamiento y la realización de actividades ilícitas como sustento del hogar: prostitución y venta ilegal de productos.
- Las dimensiones género, etaria, color de la piel y territorial refuerzan las vulnerabilidades. Niños y niñas son víctimas de diferentes manifestaciones de violencia intrafamiliar, residentes en entornos de poca comprensión, conflictos e imposición, lo que signa el proceso de socialización primaria y en la conformación de su personalidad.
- Las dimensiones género y situación socio-territorial inciden en el cumplimiento de los horarios de vida del menor de edad, propiciando inestabilidad en los horarios de alimentación, sueño y juego, momentos cruciales para el logro de un adecuado desarrollo y bienestar físico- psicológico en esta primera etapa de la vida.
Vulnerabilidades sociales en infantes de 6 a 12 años
En la muestra de 25 familias, predominan las madres y las abuelas como figuras rectoras del hogar; graduadas de 12mo. y 9no. grado, de ocupación dependientas, dedicadas a las labores domésticas y de cuidado sin remuneración y jubiladas. Hay una ligera sobrerrepresentación de personas negras y mulatas (52%) respecto a las blancas (48%).
En cuanto a convivencia, hay núcleos de hasta 6 personas; la mayoría de los infantes no cuenta con una habitación independiente en sus casas, razón por la cual deben compartir el cuarto (y en ocasiones la cama) con otros miembros de la familia. Esta situación se agrava con el mal estado constructivo de la vivienda, la cual, en muchas ocasiones, presenta serios problemas estructurales o ha sido declarada inhabitable, aunque infantes y sus familias continúan viviendo en ella, por carecer de otras opciones.
Otros aspectos relevantes en la muestra estudiada fueron los de la violencia intrafamiliar y la inexisencia de una libreta de abastecimiento.
Vale acotar que hay infantes, negros y mulatos, en condición de discapacidad, viviendo en estos inmuebles y aunque reciben los beneficios de la asistencia social, esta resulta insuficiente para sufragar los gastos de la vida cotidiana; panorama que se complejiza mucho más, en los casos en que es la madre la jefa del hogar (monoparental o de familia numerosa) y, además, tiene bajo su responsabilidad a otros hijos. En casos como estos, las brechas de equidad (género, territorio donde residen, color de la piel, condiciones socioeconómicas, nivel educacional y posibilidades de acceso a servicios básicos) se interseccionan y se genera una múltiple discriminación que coloca a los infantes en situación de discapacidad en una posición aún más desventajosa y limitante.
Otras problemáticas que se vivencian es la violencia intrafamiliar, la imposibilidad de comprar ropa y zapatos sistemáticamente a niñas y niños que están en pleno crecimiento; no contar con libreta de abastecimiento, por lo que no se accede a los productos de la canasta básica familiar normada, por lo que tienen que incurrir en mayores gastos y disminuyen sus niveles de alimentación.
Perfiles integrales de vulnerabilidades en infantes de 6 a 12 años
- Las dimensiones etaria-generacional y de territorio (residentes fundamentalmente en San Isidro, Habana Vieja y El Fanguito, Plaza de la Revolución) se articulan y acentúan las vulnerabilidades de niñas y niños que habitan en viviendas en mal y muy mal estado constructivo, caracterizadas por el hacinamiento y donde los infantes carecen de una habitación, e incluso, una cama propia. Esta situación se agrava en el barrio El Fanguito, cuyas características medioambientales inciden, de forma negativa, en la salud de las niñas y los niños, como es la humedad constante y las inundaciones generadas por el río Almendares, altamente perjudiciales para los infantes alérgicos y asmáticos que residen en esa zona.
- Las dimensiones etaria-generacional, el género (tienen madres solteras que están a cargo de sus familias), el nivel de instrucción y ocupación de los familiares (madres dedicadas al trabajo doméstico y de cuidados, con 9no. o 12 grado y ocupaciones de baja o muy baja remuneración económica), refuerzan las vulnerabilidades de infantes, cuyos hogares tienen jefatura femenina. Ello les impide poder garantizar una alimentación equilibrada a sus hijos, situación que se agudiza en aquellos que, por su situación de salud, demandan una dieta específica y rigurosa y en quienes conviven en hogares carentes de libreta de abastecimiento, hecho que complejiza aún más la garantía diaria de los alimentos. En el caso de infantes en situación de discapacidad, se entrelaza también el color de la piel (negro y mestizo), la precaria situación socioeconómica de sus familias en un contexto comunitario (fundamentalmente El Fanguito y San Isidro) en el que la asistencia social recibida no alcanza para sufragar los gastos diarios y las autoridades de salud, educación y trabajo social no atienden adecuadamente estas necesidades.
En sentido general, puede afirmarse que el color de la piel constituye un eje que estructura y evidencia algunas de las vulnerabilidades sociales que afectan hoy a las niñas y los niños en Cuba. A partir de los datos obtenidos, se pudo constatar que, además, es un rasgo que se articula y refuerza con otras variables de desigualdad, como el género, la edad, el territorio, la situación socioeconómica y la condición de discapacidad, entre otras. Por tal razón, el color de la piel se erige como una variable esencial en el mapa de la investigación social y cultural de la Cuba actual.