El centenario del maestro Guzmán, una fecha para celebrar
13/5/2020
Se cumplen 100 años del natalicio del maestro Adolfo Guzmán y las incertidumbres y preocupaciones que causa la pandemia ponen a prueba nuestra memoria. Pero seguro estoy que el centenario de Guzmán no ha de pasar por alto.
Más de tres décadas atrás, el compositor sinfónico y pianista Hilario González (1920-1996) —un gran olvidado de la música cubana—, escribió estas palabras que ahora cito por su valor y su justeza:
“Cuando se ha producido belleza del más alto nivel, sostenidamente, a través de una vida creadora; cuando esa belleza ha traspuesto las fronteras de la Patria y ha devenido heraldo armónico de la idiosincrasia de un pueblo; cuando la fascinación colectiva que ha ejercido se ha convertido en placer solicitado, demandado reiteradamente, en suma, cuando se es Adolfo Guzmán, se es acreedor a que los hechos de la vida y de la trayectoria creadora sean reflejados en trabajos que los proyecten hacia las generaciones futuras.
El maestro Guzmán emergió artísticamente y se desarrolló en una época de muy exigente calidad e intensa competitividad musical. Vivió el afianzamiento de la radio y el nacimiento de la televisión, participó de un boom de la música cubana que permitió a numerosos artistas nacionales presentarse y triunfar en escenarios extranjeros, y que a su vez trajo a los espacios cubanos a algunos de los más populares intérpretes foráneos; a varios de estos acompañó al piano y muchos interpretaron sus canciones.
No puedo ser feliz / no te puedo olvidar / siento que te perdí / y eso me hace pensar, / he renunciado a ti / ardiente de pasión / no se puede tener / conciencia y corazón…
Como compositor, su catálogo de obras memorables es muy rico. “No puedo ser feliz” (1954), “Profecía” (1955), “Libre de pecado” (1958), “Es tan fácil mentir” (1962) y “Te espero en la eternidad” (1963), son muestras antológicas de la cancionística cubana de todos los tiempos y alcanzaron enorme difusión en las voces de importantes intérpretes: Bola de Nieve, Esther Borja, Rosita Fornés, Elena Burke, Omara Portuondo, Ramón Calzadilla, María Remolá, Gina León, Farah María y Marta Justiniani, entre otros.
Con Guzmán la canción alcanza un vuelo que la distingue por su elevado nivel melódico, la elegancia del texto, el cuidadoso trabajo armónico y la elaboración de todos sus componentes.
“Guzmán tomó los elementos de la canción lírica tradicional y los actualizó. Sus canciones requieren una voz de gran extensión, de ahí que su producción encaje dentro del estilo de la canción de concierto”, apuntó la musicóloga María Teresa Linares
La vida tiene cosas caprichosas / que nunca se podrán profetizar / tus ojos se cansaron de mirarme / me alejo sin rencor.
“Arreglista fabuloso” lo consideró Esther Borja. Poseedor de un oído extraordinariamente bien dotado para la identificación de los sonidos (un oído absoluto, en opinión de los especialistas), y con un sentido brillante para la colocación de los instrumentos, Guzmán reveló concepciones modernas acerca de la instrumentación y reveló un buen gusto inobjetable.
El maestro estuvo vinculado con el movimiento del filin desde sus inicios en el decenio del 40 y lo unió amistad con más de uno de aquellos filineros fundadores —Luis Yáñez, Frank Emilio Flyn, amén de las cancioneras Elena Burke, Omara Portuondo y otras— en relación de interacción y mutuo enriquecimiento.
Compuso algún que otro vals, tangos, himnos, marchas; dejó dos conciertos, pero fue en la canción donde quedó su impronta indeleble.
Quién sabe / si el destino alguna vez / nos libere de amores diferentes / y entonces / nos hallemos frente a frente / con los labios ausentes de pecado…
Nacido en el habanero barrio de Santos Suárez el 13 de mayo de 1920, los inicios de Guzman fueron como pianista acompañante de Florito Costa, en 1936. Más tarde se integraría a Los Románticos Gauchos, agrupación que interpretaba tangos. Sin embargo, puede asegurarse que es a partir de su entrada en la emisora Mil Diez, del Partido Socialista Popular, cuando se produce un verdadero despegue y lucimiento de las facultades de Guzmán, tanto dentro de la ejecución pianística como en la conducción orquestal. Allí se le nombró director musical de la emisora y con su “orquesta de tangos” acompañó a varios célebres cantantes argentinos que visitaron el país.
Del prestigio que ya gozaba Guzmán da cuenta un hecho significativo: cuando en 1948 se inauguró el teatro Warner, hoy Yara, de la populosa esquina de L y 23, en El Vedado, le entregaron la batuta para dirigir la orquesta y allí se estableció como director musical. En el decenio del 50 llegó a ser uno de los directores de la Orquesta de CMBF Canal 4; dirigió igualmente la Riverside y trabajó en las orquestas de centros nocturnos.
A partir de 1959 se acrecientan sus responsabilidades. Junto a Isolina Carrillo participa de la creación del Coro Gigante de la CTC Nacional y preside el Instituto Cubano de Derechos Musicales. Se hizo frecuente verlo por la televisión en Álbum de Cuba, programa del que fue director musical por varios años, acompañando al piano a Esther Borja, o tocando junto al maestro Frank Emilio Flyn, gran amigo suyo, en El piano, por el Canal 6.
Dirigió además la orquesta del Teatro Musical de La Habana, asesoró musicalmente al cuarteto Los Modernistas y participó de la delegación cubana a la Expo Mundial de Montreal ‘67. Compuso música para el teatro, ballet, series televisivas, e hizo arreglos para interpretaciones corales.
Comprensivo y de carácter afable, quienes fueron dirigidos por él concuerdan en recordarlo como un director exigente para consigo y los demás, respetado por la totalidad de los integrantes de su orquesta.
Se afirmaba que no sabía decir “no”. Y como tal entrega al trabajo no podía pasar inadvertida, se le confirió la Orden Raúl Gómez García por sus treinta años de servicio en el sector artístico y, en 1976, poco antes de morir el 30 de julio de aquel año, la Orden de Héroe Nacional del Trabajo.
Adolfo Guzmán es, y será siempre, uno de los valores genuinos de la canción cubana y como tal nos honramos en recordarlo.
Hace tanto tiempo que te quiero / desde aquel encuentro juvenil / sé que tú has sentido lo que siento / esa gran ternura para amar. / Hoy, que llegó el invierno / y estamos al final / sé que me iré primero / te espero en la eternidad…