Es el Carnaval Acuático una de las expresiones de la cultura popular tradicional con mayor representatividad, participación e historia en nuestras temporadas estivales. Son varias las ciudades marítimas que en sus respectivos litorales celebran cada verano su carnaval acuático; en su mayoría son parte del gran Carnaval, y a su vez son consideradas y reconocidas por sus comunidades como una de las festividades de mayor preferencia de las desarrolladas durante el año, dado el alto sentido de pertenencia que caracteriza a los pobladores que habitan en sitios de mar y malecón. En este sentido, los más reconocidos en Cuba son los carnavales acuáticos de Caibarién, Punta Alegre, Morón, Caimanera y Santiago de Cuba.

¿En qué consiste el Carnaval Acuático?

Es considerado una extensión o elemento del Carnaval, como ya habíamos mencionado. La celebración se desarrolla dentro del verano. Su mayor atracción recae en la ornamentación de embarcaciones, las cuales son engalanadas con disímiles temas, amenizados con expresiones musicales y danzarias, representativas de sindicatos, organizaciones y demás, que conforman un espectáculo en altamar que el público disfruta desde el litoral. Posee carácter competitivo y según el lugar donde se realice así serán los elementos que lo tipifiquen.

“Es el Carnaval Acuático una de las expresiones de la cultura popular tradicional con mayor representatividad, participación e historia en nuestras temporadas estivales”.

Caibarién y Punta Alegre son las únicas comunidades parrandiles que también cuentan con un carnaval acuático, cualidad que sin duda constituye una fortaleza indiscutible, dadas las habilidades y destreza de artesanos que por años han heredado saberes y conocimientos relacionados con la ornamentación de carrozas.  

No olvido cuando aún en el cumplimiento de mis responsabilidades profesionales relacionadas con el estudio de los elementos tradicionales en la provincia de Villa Clara, revitalizar el carnaval acuático de Caibarién fue una de las tareas que asumí con mayor regocijo, pues se trataba de una tradición perdida en el tiempo que el gobierno del territorio deseaba recuperar en bien de la vida de la población cangrejera, al ser de las demandas más reiteradas por los residentes de la Villa Blanca. Así pude conocer mucho más de esta tradición.

En Caibarién, como suele ser en casi todos los pueblos del centro del país, se celebra el día del “caibarienense ausente”, práctica que tiene su origen el 8 de agosto de 1954 cuando al alcalde de turno —José Julio Pérez y Borroto (Yuyo)— se le ocurrió la idea de fundar el Carnaval de Verano en la villa. Desde entonces cada año se desarrolla desbordado de fiestas y manifestaciones muy particulares del arte popular, mientras dentro de estas celebraciones se anima el llamado Carnaval Acuático. La fiesta se realiza a lo largo del malecón cangrejero —porque es el pueblo de los cangrejos y ostenta una enorme escultura alusiva en su entrada—, que se compone de barcos decorados con un tema determinado, como si fueran carrozas, desfilando por las tranquilas aguas de la bahía acompañadas por iniciativas músico-danzarias, con alegóricos personajes de lustrosos vestuarios que junto a los fuegos artificiales nos brindan uno de los espectáculos más impresionantes de la cultura popular tradicional de la isla; mientras, el público disfruta y participa en la selección de las mejores composiciones artísticas.

“Son varias las ciudades marítimas que en sus respectivos litorales celebran cada verano su carnaval acuático”.

En esta ocasión la pugna es entre instituciones o empresas que se convierten a la vez en patrocinadores de cada una de las representaciones, se ocupan de la selección de la embarcación, los materiales y accesorios necesarios para cada uno de los elementos que componen la decoración del carruaje marítimo.

No se pueden conocer las tradiciones de los pueblos del centro del país solo por sus parrandas. Si bien no deja de ser la festividad más populosa, existen otras de gran importancia; solo y por el simple hecho de ser el mismo pueblo quien las origina, genera y sobre todo las reconoce. Como hecho interesante en la cultura cubana se cuenta con solo dos localidades que presentan dentro de su calendario festivo las parrandas y el carnaval acuático; estas son Caibarién (Villa Clara) y Punta Alegre (Ciego de Ávila), lo cual es una gran fortaleza a la hora de adornar y engalanar las carrozas acuáticas.

El carnaval acuático de Punta Alegre también merece una pequeña reseña. El referido poblado pertenece al municipio de Chambas, provincia de Ciego de Ávila. El carnaval acuático de la localidad surge en 1992, y se ha celebrado de manera ininterrumpida hasta nuestros días. Tiene la singularidad de la selección de la sirena y las sirenitas —los otros no cuentan con esta tradición; el colofón de la festividad sin duda es el paseo de las carrozas (embarcaciones pesqueras adornadas) en el litoral, las que, como cada año, representarán un tema, leyenda local o universal a fin de satisfacer las expectativas de los pobladores durante las representaciones. A diferencia de las carrozas parrandiles, a los figurantes se les permiten coreografías y demás movimientos durante el espectáculo, por lo que también existe un jurado. Las embarcaciones pertenecen a sindicatos, instituciones, y hasta personas naturales, optando todos por solo tres premios. En cada edición se inscriben hasta más de ochenta carrozas. Ostentan el Premio Nacional Memoria Viva que auspicia el Instituto Cubano de Investigaciones “Juan Marinello” del Ministerio de Cultura de Cuba (ICIC).

También en la provincia de Ciego de Ávila encontramos el carnaval acuático de Morón, la reconocida ciudad del Gallo. Según cuenta Larry Morales, historiador de la ciudad, en sus inicios lo realizaban familias de las clases pudientes, las que engalanaban sus embarcaciones y paseaban a través del canal, lo que constituía un espectáculo impresionante, una diversión única. Al igual que otras tradiciones, esta práctica sufre los embates de los años 90. Una década después es revitalizada —manteniendo su esencia y los elementos que la caracterizaron por años—, mediante la adopción de diversas alternativas que garantizan su viabilidad y la mantienen hasta nuestros días. El embarcadero y el canal que desemboca en la laguna moronera se engalana bellamente cuando se acerca la fecha del carnaval acuático. Las embarcaciones que compiten se convierten en escenarios culturales que simbolizan distintos motivos de la cultura cubana, sin dudas uno de los atractivos más auténticos.

Los carnavales acuáticos gozan hoy de un reconocimiento comunitario y social.

Se desarrollan siempre en los meses de verano. Las embarcaciones —que pueden ser estatales o particulares— se adornan con esmero y cierta confidencialidad porque la competencia comienza desde la selección de los temas. Los organismos asumen embarcaciones y buscan los recursos para asegurarse un lugar en este maravilloso desfile de colores, música y coreografías que pasa ante todo un pueblo y cientos de turistas extranjeros que se congregan en el lugar para disfrutar de tal fiesta.

Un jurado previamente seleccionado evalúa el paso de las embarcaciones, su evolución artística, la relación entre el contenido y la forma, la originalidad, la estética, en fin, mide una serie de parámetros para al final decidir las tres embarcaciones ganadoras del sector estatal y las tres triunfadoras del sector privado.

La actividad en sentido general se torna en una gran fiesta desde horas tempranas. Los paseos de las embarcaciones hacen gala, y se puede disfrutar de numerosas opciones como áreas de juegos infantiles, juegos tradicionales, música bailable, cantinas a lo largo del canal con venta de comidas y bebidas… Ya se ha convertido también en tradición la paella gigantesca de cientos de raciones que suelen hacer verdaderos maestros culinarios.

El carnaval acuático de la Ciudad del Gallo es una de las mayores atracciones, no solo de los habitantes locales y de la provincia de Ciego de Ávila, sino también de toda Cuba. Para el municipio avileño de Morón, representa un esplendor y disfrute veraniego.

Con el ritmo de la contagiosa conga santiaguera y el desfile de coloridas embarcaciones se desprende cada año durante el gran Carnaval (declarado Patrimonio Cultural de la Nación) el carnaval acuático santiaguero, convertido en una fiesta para el disfrute de la población.

Desde La Alameda y por todo el litoral de Santiago de Cuba, residentes en la urbe y visitantes disfrutan de un colorido desfile competitivo de una decena de carrozas, engalanadas con banderas cubanas y luminosos adornos en donde aparecen figurantes danzando con ritmos caribeños y fuegos artificiales que salen desde el mar.

Un jurado evalúa el paso de las embarcaciones, su evolución artística, la originalidad, la estética…

Cada una de esas embarcaciones realiza sus exhibiciones en representación de los Comités de Defensa de la Revolución (CDR), la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) y la Central de Trabajadores de Cuba (CTC), entre otras organizaciones; mientras el público aprecia el lanzamiento de fuegos artificiales en una festividad donde no faltó la alegría y el baile, preámbulo del Rumbón Mayor, o sea, los carnavales de la Ciudad Héroe, previstos siempre del 21 al 27 de julio. Alrededor, en áreas aledañas a la bahía, son colocados puntos de venta de refrescos, comida, fiambres y otras ofertas.

En lo más oriental de la isla resalta también el carnaval acuático de Caimanera, caracterizado por el acostumbrado paseo en bote a lo largo de toda la bahía y en donde encontramos como novedad a modelos concursantes, lo cual conforma la atractiva y colorida gala para la selección de la “reina del mar y sus luceros”. Esta jornada se acompaña de diversas actividades deportivas y culturales, que por lo general se celebran durante tres días. Las jóvenes competidoras representan a los diferentes organismos del poblado marino, las cuales desfilan para demostrar la creatividad, estilo y belleza de cada una de sus iniciativas, momento que acapara la mayor atención del público. Esta expresión también ostenta el Premio Nacional Memoria Viva que concede el ICIC.

Como hemos apreciado el Carnaval Acuático es también una joya del Patrimonio Cultural de la Nación. Tal vez no ostenta la popularidad de otras festividades de estirpe carnavalesca —como los propios carnavales, parrandas y charangas—, que si bien fueron afectadas sus celebraciones y sentido de continuidad durante la década del 90 por razones que bien conocemos, gozan hoy de un reconocimiento comunitario y social, y han sido revitalizadas por la voluntad de su único dueño, el pueblo, eslabón que seguro las mantendrá, no solo por constituir necesidades sentidas, también y sobre todo por ser parte de su herencia identitaria y cultural. 

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