Aseguran quienes lo conocieron que de las manos del sastre santiaguero don José Viviano Sánchez jamás salió un traje mal cortado ni una letra mal concebida. Y tanto es así que en un tiempo tan vasto como más de un siglo atrás creó en su tierra natal un género musical llamado bolero, que prácticamente desde su surgimiento nos identifica como nación.
Fue en 1883 cuando Pepe Sánchez, considerado justamente también como el Padre de la Trova junto a Sindo Garay, compuso la primera melodía titulada Tristezas con la cual sembró las raíces para el nacimiento de este género musical, que además de sumar centenares de intérpretes y seguidores en todo el mundo, se le reverencia de manera especial en Cuba con la celebración de un gran evento que fue bautizado por sus fundadores con el nombre de Boleros de Oro.
El bolero, prácticamente desde su surgimiento, nos identifica como nación.
Programado del 15 al 18 de junio y con el auspicio de la Uneac, el Festival Boleros de Oro, en su edición treinta y seis, escogió como sus principales sedes la sala Covarrubias del Teatro Nacional, el teatro América y la sala Villena de la Uneac. Espacios que tradicionalmente han sido excelentes escenarios para varias generaciones de intérpretes del bolero.
Asimismo ha sido sede de este evento, que celebra la declaratoria del género como Patrimonio Cultural binacional de México y Cuba avalado por su permanencia en el tiempo, la Casa del Alba Cultural donde todas las tardes hasta la culminación del festival tienen lugar atractivas presentaciones artísticas, conciertos y homenajes a prestigiosos y emblemáticos intérpretes que han enaltecido el bolero. Entre otros muchos destacan Elena Burke, Rosita Fornés, Fernando Álvarez, María Elena Pena, Pablo Milanés, Carlos Embale, Maureen Iznaga, Pacho Alonso y Mundito González.
Figuran igualmente en el programa del festival la inauguración de la muestra Conversación en tiempo de bolero y espectáculos artísticos en barrios y comunidades aledañas a la capital. Asimismo la realización de un evento teórico, los días 15 y 16, que entre otros temas centró su atención en dos asuntos medulares. Uno de ellos relacionado con las transformaciones que ha sufrido el bolero desde su génesis en 1883 hasta la actualidad. Mientras que otra jornada estuvo dedicada a la trayectoria artística y los valiosos aportes que han hecho al género reconocidos compositores, investigadores e intérpretes. Además del análisis musicológico de géneros de la música cubana como el son y la trova, compilados en las más de treinta ponencias que presentaron al certamen intelectuales, investigadores, musicólogos y estudiosos del bolero.
Puerto Rico, Colombia, Venezuela, España y Argentina se encuentran entre los principales invitados a la edición treinta y seis del Festival Internacional Boleros de Oro, que se honra también con la presencia de boleristas mexicanos de los cuales no pocos de tanto reconocimiento mundial como el que todavía tiene Agustín Lara, precursor y figura imprescindible de este género en la nación azteca.
Y porque los cubanos, al decir del maestro José Loyola, fundador y presidente del Comité Organizador del festival, “hemos vivido siempre a ritmo de bolero y son, este encuentro con los protagonistas del bolero, cubanos y extranjeros, es una necesidad, un compromiso con el arte y una muestra de amor y lealtad a la Patria”.
Es del mismo modo, especialmente por sus múltiples y variadas propuestas culturales y popularidad “un aporte que hacemos desde Cuba para que este género sea declarado Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, empeño en el que trabajamos de conjunto con instituciones culturales de México y Cuba. Es igualmente una de las mejores respuestas que podemos dar a las agresiones que últimamente ha sufrido la cultura cubana y en particular su música en otras latitudes”.