Cuando aquel jueves 28 de octubre de 1948 nacía el hoy Ballet Nacional de Cuba (BNC), entonces bajo el prestigioso nombre de “Ballet Alicia Alonso”, una de sus principales finalidades era, junto al desarrollo coreográfico y pedagógico de esa manifestación en nuestro país, lograr que esa hermosa forma de la danza se saliese de los marcos exclusivistas de la Escuela de Ballet de la Sociedad Pro–Arte Musical de La Habana y de otras instituciones privadas, existentes por entonces, y se convirtiera en un derecho de todos los cubanos.
Por esa razón, en junio de 1950, nació la Academia de Ballet “Alicia Alonso”, que tuvo a su cargo no solo la honrosa tarea de crear la primera generación de bailarines cubanos, sino también la forja de un método pedagógico que, basado en la herencia secular y cosmopolita, fuese capaz de expresar nuestras raíces culturales y nuestra idiosincrasia nacional, a través del lenguaje universal de la técnica académica. El ballet cubano heredó las ricas experiencias de un arte nacido en la Italia renacentista, codificado en Francia y expandido por casi toda Europa a partir de 1661, fecha en que el rey Luis XIV creó la Academia Real de la Danza.
“En 1982, el prestigio de la Escuela Cubana de Ballet atrajo a nuestro país a estudiantes y profesionales interesados en conocer la historia, la técnica y la ética de un fenómeno mundialmente admirado”.
Pero no fue una simple sumatoria de experiencias foráneas lo que ha logrado que la Escuela Cubana de Ballet sea hoy mundialmente reconocida como un aporte de Cuba a la milenaria historia de la danza escénica.
Desde sus años iniciales, la academia fomentó los Cursos de Verano, a los que asistieron no solo los bailarines que integraron el elenco de la compañía y su propio alumnado, sino también entusiastas cultores del género, deseosos de ampliar conocimientos y adquirir nuevas y valiosas experiencias. Pedagogos tan ilustres como los rusos Alexandra Fedorova y León Fokine, los ingleses Mary Skeaping y Phillis Bedells, el puertorriqueño José Parés, junto a los cubanos Alicia y Fernando Alonso, Cuca Martínez y Ramiro Guerra, contribuyeron al desarrollo de la pedagogía cubana de ballet, en los tiempos difíciles que mediaron entre 1950-1959. Tras el triunfo de la Revolución fue posible establecer una red de enseñanza del ballet a lo largo y ancho del país, que a partir de 1965 —en la Escuela Provincial de Ballet de La Habana— y 1968 —en la Escuela Nacional de Ballet— no ha cesado de entregar frutos valiosos.
En 1982, el prestigio de la Escuela Cubana de Ballet atrajo a nuestro país a estudiantes y profesionales interesados en conocer la historia, la técnica y la ética de un fenómeno mundialmente admirado por el público y la crítica especializada. Surgieron así los llamados Cuballet, o Cursos Prácticos Internacionales de la Escuela Cubana de Ballet, que han tenido como sede a Cuba y a otros países como Argentina, Puerto Rico, Brasil y Estados Unidos, en los que han tomado parte numerosos bailarines, coreógrafos y pedagogos.
En Cuba, bajo la guía de Alicia Alonso y el Ballet Nacional de Cuba, sus diferentes entidades docentes, como el Departamento de Docencia Especializada y la Cátedra de Danza, han florecido a los Talleres Internacionales de Verano que periódicamente han reunido a muchos interesados en las peculiaridades de la técnica y la historia de nuestro ballet.
Este año, más de 150 estudiantes y bailarines procedentes de Bolivia, Colombia, España, Estados Unidos, México, Puerto Rico y Cuba, entre otros, recibirán clases de ballet y de las diversas disciplinas que integran la práctica escénica.
Un claustro de experimentados profesores cubanos, entre el 17 de julio y el 6 de agosto, serán los encargados de transmitirle a estas nuevas generaciones de intérpretes el conocimiento acumulado a lo largo de sus carreras. El programa incluye clases de técnica, puntas, dúo clásico, conferencias y un Curso Especial de Metodología de la Danza Clásica aplicada a la escuela cubana, para profesores y otros interesados. El evento finalizará con una función de gala en la que podrán participar los alumnos de las tres categorías establecidas: elemental, intermedia y avanzada.
Ocho décadas atrás, refiriéndose a la labor histórica que debía llevar adelante el ballet cubano, el sabio Don Fernando Ortiz afirmó que tendría “bellas floraciones, si era capaz de realizarla en universal vibración, pero sin perder la rica savia de las raíces que lo nutren”.
En este año, en que celebra el 75 aniversario de su fundación, el BNC, Patrimonio de la Cultura Nacional, siente el honor de un deber cumplido.