Ediciones Territoriales: leer para crecer
Leer es una manera de crecer,
de mejorar la fortuna,
de mejorar el alma,
otra gran fortuna
que debemos
a la colosal Naturaleza.
José Martí
Certero el juicio de la poeta Teresa Melo cuando, al comentar sobre el Sistema de Ediciones Territoriales (SET), programa editorial creado por el Comandante en Jefe Fidel Castro, en el año 2000, categóricamente afirmaba que “este proyecto nos permitió cambiar el mapa literario de nuestro país”.
Una idea que, incuestionablemente, significó una revitalización y enriquecimiento del entonces deprimido sistema editorial cubano, imposibilitado, ante la crisis económica que afectaba a la isla, de asumir grandes tiradas de libros que dieran respuesta a las necesidades de los lectores.
Así nace el SET, animado por Fidel, quien, con su previsora mirada de futuro, crea, en todas las provincias del país y en el municipio especial Isla de la Juventud, casas editoras que, mediante modestas tiradas, posibilitaran no dejar morir tanto la creación literaria como el interés por el libro y la lectura.
Cada uno de estos sellos editoriales –actualmente suman 22 en toda la geografía insular– son dotados del equipamiento, la infraestructura, los insumos y el personal imprescindibles para poder llevar a cabo esa nueva cruzada a favor del libro y la lectura.
Porque la “era Riso” –como se conoce al SET, por la denominación de los equipos impresores– resulta, a no dudarlo, una nueva cruzada, que no hubiera sido posible sin la experiencia de otros empeños similares, surgidos desde el propio triunfo popular de enero de 1959.
Recordemos, por ejemplo, la creación de la Imprenta Nacional de Cuba, el 31 de marzo de 1959, con la presentación, en cuatro tomos, con una tirada de cien mil ejemplares, de El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes Saavedra, todo un clásico de las letras universales.
Vendrían luego otros empeños, alentados igualmente por Fidel, como la fundación, en 1962, de la Editora Nacional de Cuba –dirigida por Alejo Carpentier–, así como el nacimiento de Ediciones Revolucionarias, en 1965, y del Instituto Cubano del Libro, en 1967.
Las experiencias acumuladas en esas acciones editoriales contribuyeron –y, por supuesto, aún contribuyen– a enriquecer el catálogo del SET, que incluye no solo lo mejor de la creación de cada territorio, sino también lo mejor del panorama literario cubano y universal.
Imposible referenciar ahora las luces y las sombras del SET en estos 21 años. Prefiero, sin embargo, comentar cómo dos sellos editoriales –pertenecientes al occidente y al oriente del país– han podido presentar a sus lectores un inteligente y atractivo catálogo.
“Los desafíos que ineludiblemente debe asumir ahora el SET, ya se conocen: mantener, a pesar de las limitaciones económicas, su catálogo en soporte de papel y propiciar, acorde al vertiginoso avance de las nuevas tecnologías, el libro digital”.
Ediciones Matanzas, la primera de las casas en que ahora me detengo, ha logrado algo no fácil de alcanzar incluso en editoriales de larga y probada trayectoria: presentar una coherente imagen visual, que entremezcla lo tradicional y lo contemporáneo.
El diseñador Johann E. Trujillo, quien desde el año 2001 se vincula a la editorial, ha logrado imprimir una visualidad muy especial a cada uno de los libros y de las colecciones de un catálogo que ha sido reconocido con relevantes premios nacionales en diversas categorías.
Catálogo que conjuga armoniosamente una significativa muestra de las letras de dentro y fuera de la isla –José Jacinto Milanés, Carilda Oliver Labra, Evgueni Evtushenko, Margaret Randall…– con libros de más recientes promociones –Ulises Rodríguez Febles, Mirta Yáñez, Virgilio Lopez Lemus, Laidi Fernández de Juan…–.
Desde la zona oriental de la isla, Ediciones La Luz, sello perteneciente a la filial holguinera de la Asociación Hermanos Saíz, dirigido desde el año 2003 por el poeta Luis Yuseff, se ha interesado en conformar un amplio catálogo fundamentalmente centrado en la promoción de la joven literatura creada en Cuba.
Las antologías también ocupan un privilegiado espacio en sus planes editoriales, lo cual ha posibilitado preparar, entre otras, Poderosos pianos amarillos. Poemas cubanos a Gastón Baquero y Las piedras clamarán. Poesía cubana contemporánea de temas LGBT+.
Sobresalen, igualmente, las acciones de Ediciones La Luz encaminadas, desde diversas plataformas y soportes –como una valiosa colección de audiolibros, grabados en la voz de sus propios autores– a incentivar el interés, de manera especial entre niños y jóvenes, por el libro y la lectura.
Estos dos ejemplos –Ediciones Matanzas y Ediciones La Luz– ilustran el alcance y trascendencia que, en estos 21 años, puede exhibir el SET, en su noble propósito de enriquecer, desde el libro y la literatura, el ámbito de la cultura cubana contemporánea.
Un propósito en que han estado involucrados escritores, editores, correctores, diseñadores, ilustradores, impresores, promotores, libreros, animados todos por el interés de que el libro no deje de ser ese valioso instrumento de enseñanza y sabiduría que nos acompaña desde hace siglos.
Los desafíos que ineludiblemente debe asumir ahora el SET, ya se conocen: mantener, a pesar de las limitaciones económicas, su catálogo en soporte de papel y propiciar, acorde al vertiginoso avance de las nuevas tecnologías, el libro digital.
El reto a enfrentar es enorme, pero no imposible. Estoy convencido de que sabrán hallarse caminos, senderos, vías, que permitirán que leer los nuevos títulos que publique el SET no deje de ser, como sucedió a partir de aquel agosto del año 2000, una manera de crecer.