Eddy Gaytán, el músico y su combo
Cuando se escriba la historia de los conjuntos musicales de pequeño formato, o de los combos, como se les llamó en su época, Eddy Gaytán seguramente merecerá cuando menos un capítulo, porque la suya fue una presencia sostenida por muchos años en los espacios televisivos y radiales, en centros nocturnos y en espectáculos de cabaré, al punto de tenérsele —creencia que él para nada objetó— como un cubano más.
Pero sucede que el maestro Eddy Gaytán, nacido en Santa Fe, Argentina, el 30 de junio de 1929, llegó a Cuba en abril de 1956, una fecha para la cual el artista contaba 27 años. Venía procedente de Quito y acumulaba experiencia por haber pertenecido a la orquesta multinacional del maestro Isidro Benítez (1901-1985), un cubano establecido en Chile, donde dejó su huella en el contexto musical de esa nación. Desconocemos si la intención primera de Gaytán fue establecerse definitivamente o no en Cuba, pero así sucedió.
El panorama artístico en la Isla estaba regido por el surgimiento de diversos ritmos bailables de creadores nacionales, el auge de los cuartetos vocales, la abundancia de cantantes solistas de primerísima calidad y la creciente presencia de artistas extranjeros, en especial españoles y latinoamericanos, favorecidos ambos por la identidad idiomática.
También estaban, por supuesto, las orquestas y los conjuntos tradicionales. En fin, se trataba de un panorama musical complejo y competitivo en el cual no resultaba fácil la inserción. Pero Gaytán lo consiguió y lo que es más importante: alcanzó popularidad en el entramado de la música cubana para jóvenes de los años 60 y 70 del siglo XX.
El maestro Gaytán tocaba varios instrumentos: el acordeón, el vibráfono, el piano, poseía un agudo y natural sensor del gusto popular por la música, y se aplicaba a la instrumentación con sentido renovador. Fundó el combo que llevó su nombre y realizó presentaciones en la radio y la televisión, al tiempo que el público comenzaba a preguntarse quién era aquel joven que irrumpía en el intenso contexto artístico nacional.
Con su grupo tocó la música cubana y latinoamericana, pero además interpretó en logradas versiones la música europea y norteamericana de aquellos tiempos.
Junto a Eddy Gaytán trabajaron los pianistas Adolfo Guzmán y Rafael Somavilla, el baterista Guillermo Barreto, el trompetista Jorge Varona. Se nutrió de la música de dos “clásicos”: Ignacio Piñeiro y Miguel Matamoros, trabó amistad con el maestro Guzmán, su amigo.
Asistió a los festivales internacionales de la canción de Sochi, en Rusia; Orfeo de Oro, en Bulgaria y a la Expo Mundial Montreal ’67, en Canadá, como integrante de la delegación cubana. Laboró en el Departamento Musical del Ministerio de Cultura.
Queda de él una faceta que tampoco podemos olvidar: la del compositor, donde destacan su chachachá titulado “Quizás la luna” yel joropo “El sabor de la Rampa”, así como las grabaciones de estos y otros muchos números que lo mantienen en la memoria de los melómanos. Grabó más de 20 discos de larga duración. Se trató además de un experimentado orquestador y fue director musical del sello discográfico Egrem.
Dionisio Tomás Gaitán —Eddy Gaytán— murió en La Habana el 14 de septiembre de 1999. Vivió 70 años y su caso se inscribe en el listado de personalidades llegadas del exterior que por largo tiempo enlazaron su destino con el de la isla que los acogió, y que en el terreno musical incluye, entre otros, al maestro Hubert de Blanck (nacido en Holanda), Pedro Sanjuán y Antonio Palacios (españoles), Mariana de Gonitch (nacida en Rusia) y varios más que escapan a la memoria en estos momentos.
A un cuarto de siglo del fallecimiento de Eddy Gaytán, no pasemos por alto la oportunidad de recordar —existen razones y modos para esto—, al maestro que tan buenos momentos nos hizo pasar.