“Para saborear los libros es preciso leerlos,
no con la imaginación, sino con la experiencia.
¡Cuántas bellezas se descubren entonces
que de otro modo pasan desapercibidas!”
José Martí
Con renovados aires, luego de un prolongado silencio motivado por los azotes de la pandemia de la COVID-19, volvía la Feria Internacional del Libro de La Habana que, en su trigésima edición, ocupaba, el pasado mes de abril, varios escenarios de la capital cubana.
Por estos días, y hasta fines de este mes de mayo en que se cierre el encuentro en Santiago de Cuba, en las capitales provinciales de la Isla y el municipio especial Isla de la Juventud, continuó esta singular cruzada a favor del libro y la lectura.
La ocasión es propicia, por ello, para revisar algunos de los nuevos títulos que, publicados por sellos nacionales y territoriales, han llegado tanto para beneplácito del público lector —adultos, niños y jóvenes— como para enriquecer el catálogo editorial de la mayor de Las Antillas.
“El Sistema de Ediciones Territoriales ha posibilitado la publicación de valiosos títulos”.
Para satisfacer la creciente demanda de los lectores interesados en la narrativa de ficción —en los géneros de cuento y novela—, se han publicado varias obras firmadas por autores de diversas generaciones, estilos, tendencias, latitudes.
En Fascinaciones para vigilantes nocturnos (Editorial Letras Cubanas, 136 pp.), Pedro Pérez Rivero (1952) presenta catorce cuentos que, a través de una narración marcada por el ingenio y el humor, son protagonizados por personas de la tercera edad.
Al escritor checo en lengua alemana Franz Kafka (1883-1924) pertenece Relatos (Editorial Arte y Literatura, 184 pp.), una selección de doce narraciones —entre ellas “La metamorfosis”—, que ahora llega, en una tercera edición, con estudio introductorio del ensayista y editor Ambrosio Fornet.
Dazra Novak (1978), en su novela Niñas en la casa vieja (Editorial Letras Cubanas, 224 pp.), presenta —en palabras del crítico Rogelio Riverón— “un libro tramado con pericia, consciente de su alevosía”, un “hermoso poema a la mujer y sus inabarcables perspectivas”.
Los seguidores de la novela policiaca encontrarán, en Crimen de sangre (Editorial Arte y Literatura, 496 pp.), del abogado y escritor chino He Jianhong (1953) un inteligente relato que se suma al panorama de la mejor novela negra del mundo contemporáneo.
La poesía, aunque algunos afirmen lo contrario, no ha dejado de leerse y, por tanto, no ha dejado de interesar a las casas editoriales de la Isla que, sistemáticamente, publican libros de versos de autores consagrados y de otros de más recientes promociones.
De Carilda Oliver Labra (1922-2018), en ocasión de su centenario, aparece Al sur de mi garganta (Ediciones Aldabón, 72 pp.), poemario publicado originalmente en 1949, que ya anuncia los rasgos esenciales de la futura poesía de la autora galardonada con el Premio Nacional de Literatura.
Casi medio siglo de ejercicio lirico reúne Carmen Serrano Coello (1939) en su antología poética personal Yo vengo de todas partes (Editorial Letras Cubanas, 216 pp.), con una acertada selección de su obra lírica para el lector adulto y para niños y jóvenes.
Resulta incuestionable que la prosa reflexiva se destaca, en los últimos años, dentro de las propuestas de los sellos editoriales cubanos, lo cual ha permitido presentar ahora numerosos libros que, desde múltiples miradas y perspectivas, analizan un amplio universo temático.
En Visiones de los Estados Unidos en Cuba. Entre el paradigma, el imperio y la nación (Editorial de Ciencias Sociales, 224 pp.), Francisca López Civeira (1943) estudia la representación de los Estados Unidos en el imaginario del cubano hasta los albores de la pasada centuria.
Interesantes y lúcidas reflexiones sobre la décima aparecen en Decima fiel (Editorial Oriente, 272 pp.), libro de Virgilio López Lemus (1946), que constituye un aporte a las investigaciones que, dentro y fuera de la Isla, se llevan a cabo sobre la conocida estrofa.
El testimonio, ese género que se mueve entre el periodismo y la literatura, cautiva igualmente a los lectores cubanos, complacidos con esos libros que, dedicados a contar historias verdaderas, se publican cada vez con mayor asiduidad por las casas editoriales del país.
Nieves Cárdenas (1954), en su testimonio La historia que nunca quise escribir (Ediciones Extramuros, 80 pp.) relata en diez capítulos, a través de una conmovedora narración, las difíciles experiencias vividas por uno de sus hijos, quien decide establecerse en otro país.
En La música detrás del mostrador (Editorial José Martí, 80 pp.), Jorge Calderón González (1939-2021), al presentar sus recuerdos como vendedor de discos en una tienda habanera, recupera la historia del disco en la capital cubana entre los años 1956 y 1961.
La literatura para niños y jóvenes, que en las últimas seis décadas ha logrado conformar un interesante y rico catálogo, propuso nuevos títulos, en prosa y en verso, dirigidos a quienes —en palabras del hombre de La Edad de Oro, el Apóstol José Martí— son la esperanza del mundo.
Olga Montes Barrios (1973), en su libro Cuentos de Maluja y otras brujas (Editorial Unicornio, 64 pp.), relata, desde una desenfadada y novedosa mirada, historias protagonizadas por esas singulares y simpáticas hechiceras que habitan en Brujanvidia.
Mediante los poemas de Estaciones y regreso (Editorial Oriente, 64 pp.), José Raúl Fraguela (1961) evoca —como comentan los editores— sensaciones y paisajes con el mismo asombro ante las pequeñas cosas que convierten la infancia en un constante descubrimiento.
Creado en el año 2000, por iniciativa del Comandante en Jefe Fidel Castro, el Sistema de Ediciones Territoriales ha posibilitado la publicación de valiosos títulos, que se han convertido en fuente de enseñanza y disfrute para los más exigentes lectores.
Ser periodista ser Quijote (Ediciones La Luz, 80 pp.) permite a Reinaldo Cedeño Pineda (1968) reflexionar sobre diversos temas relacionados con su fecundo ejercicio periodístico, comentarios que se complementan con algunas de las crónicas que ha publicado a lo largo del tiempo.
La desconocida historia de una prestigiosa institución docente es evocada por Jorge Santos Caballero (1950) en el interesante estudio Entre esperanzas y desventuras: la Escuela Provincial de Artes Plásticas José Martí de Camagüey (1952-1962) (Editorial Ácana, 120 pp.).
Ya muy pronto la 30 Feria Internacional del Libro, cuando concluya su itinerario por la geografía insular, será un capítulo más de la historia cubana de ese antiguo vehículo del conocimiento y el disfrute que es, desde tiempos remotos, el libro.
Quedarán vivos, sin embargo, estos y otros títulos que, en esta trigésima edición de la fiesta del libro y la lectura, han llegado a las manos de esos ávidos lectores que saben —como escribiera el más universal de los cubanos— que “leer es una manera de crecer”.