Vladimir Ilich Ulianov firmaba Lenin. Este 22 de abril se cumple el ciento cincuenta aniversario de su natalicio en tierras de la extensa Rusia, entonces bajo el dominio zarista.
Entre las grietas de la Primera Guerra Mundial, con el concurso de las masas de obreros y campesinos de la atrasada Rusia, pudo echar abajo el muro del viejo imperio y conducir la más ciclópea aventura política de los tiempos modernos.
Desde la Biblioteca Nacional de Cuba José Martí (BNJM), hemos preparado este dosier para La Jiribilla con la contribución expresa de varios intelectuales cubanos.
A un grupo de ellos les preguntamos por el legado del líder comunista y su famosa interrogante “¿Qué hacer?”, vistos desde este mismo instante, en medio de esta situación inédita que vive el mundo hoy.
También republicaremos materiales inicialmente aparecidos, entre nosotros, en la célebre revista Pensamiento Crítico, que dirigió el entrañable Fernando Martínez Heredia. Fueron dados a conocer allí en la órbita del centenario de Lenin en 1970.
Entre ellos, hemos escogido para sucesivas entregas, dos documentos del propio Lenin que, al pertenecer a la última etapa de su vida, son parte de su testamento político; y que arrojan permanente luz, casi cien años después, sobre los desafíos de la construcción del socialismo en diferentes ámbitos.
Sumaremos en esta diversa selección, el discurso de Fidel Castro en el centenario de su nacimiento; la silueta revolucionaria con que lo dibuja su correligionario Anatoli Lunacharski; poemas dedicados a él por grandes voces del siglo XX y muchas imágenes, entre ellas, parte de los carteles de la gran colección de la BNJM que tienen a su figura como motivo.
Entre este conjunto podemos acercarnos al retrato del dirigente bolchevique. El audaz intelectual y el organizador en acción, el excepcional educador, el tribuno radiante, el sagaz conductor frente a la complejidad con su manera culta de tratar y enfrentar los problemas.
Hombre que jalonó una época y saltó por encima de sus límites. Cuando lo revisitamos hoy nos dolemos de su temprana ausencia en la conducción de la Revolución y de la Unión Soviética, pero nos compensamos ante el visionario que aún alumbra nuestro tiempo.
Omar Valiño