Desde España, llega el jazz
Su timidez tiende a desaparecer en los escenarios. Subió escaleras arriba y, con ello, ascendió su luz y experticia. La trompeta es su espectacularidad, mejor aún, ella es la espectacularidad cuando pone en el instrumento parte de su alma.
Para Andrea Motis la música tiene su cúspide en el jazz. Así llega a sus primeros encuentros con Cuba, La Habana, la Fábrica de Arte Cubano (FAC) y la 35 Edición del Festival Jazz Plaza.
Entonces, se entona entre armonías para crear melodías propias, deja que la trompeta sea todo nexo de comunicación, y le resulta. Ahora cierra los ojos y ya no toca ella, se sumerge y nos sumerge en el camino del jazz.
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La joven española es una promesa a nivel internacional. A los siete años se adentró en el camino de la música y ya no ha podido dejar lo que más la apasiona: tocar la trompeta, el saxofón y cantar.
“A los 12 comencé a colaborar con la agrupación barcelonesa Sant Andreu Jazz Band, lo cual significó un impulso a nivel artístico, porque no es lo mismo escuchar canciones de jazz, que tocarlo y acoplarse con otros instrumentistas: esto es algo que abre puertas a la creación y a la experimentación”, comenta Motis a La Jiribilla.
Entre patrones más clásicos y constantes búsquedas de nuevas armonías, su música repleta grandes escenarios del mundo. El fenómeno ha llegado a tal punto que la joven, de 24 años, resulta la primera artista catalana que firma un contrato con la discográfica americana Impulse!, el mismo sello para el que grabaron íconos del género como John Coltrane y Charles Mingus.
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Motis da una especie de clase magistral, Crecer con el Jazz, en la Nave 4 de FAC. Esta se torna distinta a las charlas y conversatorios habituales, hace de la teoría una espontánea práctica. El escenario ya no solo tiene trompeta y violín. Improvisan bajistas, guitarristas, pianistas y un par de cantantes. Suena bien.
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Aunque esta es su primera vez en la Mayor de las Antillas, Andrea tiene, desde hace tiempo, un vínculo con la música cubana. “Cuba tiene muchos artistas de fama internacional. Yo ya conocía a Roberto Fonseca, por ejemplo, y, más allá del género, he podido trabajar con el Buena Vista Social Club, que es un referente que escucho desde pequeña”, destaca.
Para la joven barcelonesa, el jazz que se hace en Cuba, como la música en general, posee un ritmo inconfundible, y es puro y virtuoso. El Festival Jazz Plaza deviene oportunidad para mostrar tanta variedad y riqueza.
“Este es un evento muy distinto de los que se realizan en el mundo, que tiene entre sus peculiaridades estar sustentado en músicos locales. Resulta un logro desarrollar un festival tan grande y con tantos artistas involucrados, con un presupuesto reducido”, argumenta.
A nivel personal y artístico, la joven señala las buenas experiencias obtenidas del Jazz Plaza 2020, para el que debió preparar un concierto en tan solo dos días, con músicos cubanos a los que apenas conocía. Presentación que fue gratificada con la acogida de un público eufórico.
Motis confiesa su aprecio por Cuba y su música, y no descarta la posibilidad de colaborar con artistas de la talla de Roberto Fonseca y Barbarito Torres.
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Continúa la improvisación, se ve que lo disfrutan. En instantes, la jazzista hace un gesto para indicar que en la última nota todos se acoplen. “Siempre es bueno tocar con músicos diferentes”, dijo.
¿Valdría la pena regresar a La Habana? ¿Estar en otra edición del Festival Jazz Plaza?, le preguntamos: “Claro, desde ya digo que me encantaría”, concluyó.