Delfín Prats lee sus poemas en la noche principeña. Al poeta le hace el silencio. Larga espera. La Palabra en él es lenta, como si sus potencias, agazapadas, temieran abandonar los obscuros laberintos. Mucho tiempo estuvieron. Hay una manera en la que los abandonados terminan habitándose. Poesía y poeta están a solas. También ella se agazapa.
Parece que el milagro nunca se va a producir cuando hasta mirar al Este parece inútil. Vacío el horizonte arde y los caballos hacen resonar sus pasos desafiando.

Prats hojea su El brillo de la superficie-Poesía Completa (Ediciones La Luz, 2025). La descubre. Es que Luis Yuseff y sus compañeros la guardaron bajo siete llaves para que pudiéramos ver el encuentro entre el hacedor y la maravilla. Fineza de espíritu. Nuestra respuesta es idéntica al momento en que lo invisible se nos revela.
Un silencio como de respeto cruza ante nosotros y se hace patente.
La voz de un joven nos invade aun cuando el lector exhiba cicatrices de tiempo y agonía. Se tiene la certeza de que, por respeto, se inclina ante la página cuando sabemos que no es necesario. Tanto cohabitarse hacen que pueda repetir cada línea como si de su cuerpo se tratase. El libro se torna ícono de Belleza.

Quizás El Camagüey no se enteró de que la vibración, el rumor que atravesó su cielo nocturno, era obra humana, de poeta. Lo importante es que alguna vez descubrirá en la Plaza de San Juan de Dios, en las Tres amadas Personas, una marca, un resonar inexplicable que le recordará que la Poesía puede salvar y sanar, alimentar como cesta de pobres a la puerta de Olallo Valdés, construir puentes y mandar un aura blanca del padre Valencia o ser diamante, como Ignacio de las Mercedes y su pañuelo en la Sabana de Méndez.
La Poesía devolverá a la villa, si sabemos descubrir sus poderes, la principalía que tuvo y el poder de anunciar la república nueva nacida de las llamas de Guáimaro, Jimagüayú y La Yaya.

Estar allí, en el momento en el que el fervor fue decretado, justifica y da sentido a la terca voluntad de ser y estar en medio de tanta luz negada, de tanta ausencia y cruces.
Delfín Prats Pupo, contigo la sabana, la marítima, la inmensa llanura. Con nosotros tu silencio de palabras más claras.