Del lente a la eternidad
11/1/2018
Volver sobre Ernesto Che Guevara y rendirle tributo desde la fotografía ha sido el principal objetivo de la muestra-concurso Guevara, un millón de rostros, que se inauguró el 10 de enero en la sala expositiva de la Casa del ALBA Cultural.
Más de cien instantáneas procedentes de diversos países de Europa y Latinoamérica fueron presentadas al certamen organizado en saludo al 90 aniversario del Guerrillero Heroico. De ellas, 20 integraron la selección final y conforman la propuesta expositiva que podrá ser visitada hasta el 22 de enero y con posterioridad será presentada en diversos espacios y eventos culturales a nivel nacional.
El jurado de selección y premiación, encabezado por Lesbia Vent Dumois, Presidenta de la Sección de Artes Plásticas de la Uneac, e integrado por la fotógrafa Losette Solórzano y el ensayista e investigador Rafael Acosta de Arriba, otorgó el Primer Premio a Serguéi Montalvo Aróstegui por la pieza “Un café con el guerrillero”, mientras que el Segundo y el Tercero recayeron en Natasha Forcade Gómez (“Te siento”) y Alba León Infante (“Guerrillero estoico”), respectivamente. Asimismo, Katia O. Peón (“¿Será el azar?”) y Alfredo Parra Prieto (“Prohibido E…sconderlo”) recibieron menciones.
La mayoría de los artistas han tomado como referencia la famosa imagen tomada por Alberto Korda el 5 de marzo de 1960 (durante el sepelio de las víctimas de la explosión sufrida por el vapor La Coubre); otros se han apartado exprofeso de este célebre retrato (uno de los más famosos y reproducidos del mundo) para buscarlo en rostros anónimos, iluminados por la existencia y los avatares cotidianos, a trasluz en vidrieras y cristales, frente a un padre que abraza a su hija, sublimado en una frase, transformado en ícono. En ocasiones se le brinda culto como si de una deidad se tratase; en otras se ha sobrepuesto al deterioro que la desidia y la intemperie han desplegado a su alrededor.
Veinte rostros, mil, un millón… Guevara, el Che, Ernesto se replica y eterniza, fluye y permanece, nos conmina y define en esta exposición. Su ejemplo ennoblece; su mirada petrifica. Humano y divino, épico y cotidiano, Guevara está aquí gracias al talento de varios artistas que nos demostraron, lentes de por medio, cuán cercano y necesario pervive en nuestras ciudades y calles, en el tiempo y la distancia, en los gestos y la historia. Él habita ya el inasible universo de las cosas eternas, de las epopeyas y las catasterizaciones; sin embargo, hoy, gracias a estas imágenes, podemos sentirlo más cercano que nunca, tan útil como necesario, inmortal y sereno. Perpetuo. Redivivo. Colosal.