Del eufemismo a la reflexión. De la fotografía al cuerpo
21/1/2016
…siento que la fotografía crea
mi cuerpo o lo mortifica,
según su capricho.
Roland Barthes
La fotografía puede asumirse desde dos perspectivas heterogéneas a la vez que paradójicas: la actualidad y persistencia del tema abordado y la veracidad con que el mismo es reflejado. Es por ello que la fotografía constituye una fuente de información y búsqueda que nos remite al pasado y al presente, pero también nos conduce a interpretaciones diversas de proyección futura. Es un registro histórico a través del cual puede perpetuarse el cómo fue, el cómo es y el cómo será el proceso-objeto-sujeto fotografiado.
Lo corporal ha sido entendido como la clave para expresar ese “yo” interno del sujeto en una relación intrínseca con su exterior.
En este sentido, el cuerpo —cual estrategia operacional abordada por los artistas— resulta uno de esos valiosísimos temas que gozan de la vigencia y veracidad antes mencionada. Estudiar las disímiles maneras en las que este es asumido no solo evidencia el quehacer de un artista en específico; sino también ofrece luces sobre una época, una cultura, un contexto y un sentir social determinados. Lo corporal ha sido entendido como la clave para expresar ese “yo” interno del sujeto en una relación intrínseca con su exterior.
Foto: Leonel Fernández
A finales del siglo XX cubano, el cuerpo como recurso expresivo y la fotografía como soporte artístico, tuvieron un protagonismo extraordinario. Fue así que los artistas comenzaron a concebir piezas en las que las turbaciones sociales, políticas, culturales y personales, brotaban efusivamente. El cuerpo se convirtió en el gran tema, recurso, símbolo y pretexto del momento,efervescencia que se mantiene aun en los predios artísticos contemporáneos.
La producción fotográfico-corporal de los primeros 15 años del siglo XXI se sustenta sobre una expresividad que muta constantemente, distanciándose de toda redundancia estética y filosófica.“Conceptos añejos y establecidos en los diccionarios de las Bellas Artes, como belleza y fealdad, no cuentan para las nuevas formas de encarar lo corporal en el arte cubano (…) Lo subversivo parece ser la tónica presente, y la era digital es el escenario idóneo para tales mutaciones”[1]. Si bien los artistas finiseculares optaron por la ambigüedad cual recurso discursivo idóneo para generar la querella y la exégesis, un halo “noventiano” es visible aun en los noveles fotógrafos. Desde su propio entorno, han abordado problemáticas picantes como ostentación definitoria de las recientes producciones. Persiste en esta joven hornada una visión de lo corporal entendida como reflejo de componentes sociales, políticos y culturales intrínsecos a las diversas sociedades que conforman el universo histórico del hombre. Acompañando esta constante presteza, la fotografía se ha erigido como un medio eficaz para reflejar la diversidad del sujeto. Se reitera, pues, esa condición de vigencia y realidad —e incluso hiperrealidad— inherente en la fotografía.
La producción fotográfico-corporal de los primeros 15 años del siglo XXI se sustenta sobre una expresividad que muta constantemente, distanciándose de toda redundancia estética y filosófica.
Es por ello que hablar sobre la contemporaneidad de un fenómeno determinado implica tener en cuenta las mutabilidades que este va sufriendo a lo largo de su desarrollo. Y es que, resulta necesario señalar cómo se ha producido una resignificación de lo corporal desde décadas anteriores y en los tiempos que corren. La muestra del cuerpo, fragmentado o en su totalidad, con atuendos o sin estos, el tan gustado interés por el blanco y el negro, por las luces y sombras, la austeridad de la imagen y lo idílico de las poses, constituyen puntos de conexión entre el quehacer de los artistas cubanos del cuerpo y la producción fotográfica internacional de Edward Weston (1886-1958) o Robert Mapplethorpe (1946-1989); e incluso también remite a las inolvidables obras de René Peña, Juan Carlos Alom, Cirenaica Moreira o Eduardo Hernández. Ellos constituyen antecedentes que han influido en la concepción y posterior proyección del cuerpo, masculino o femenino, solitario o en conjunto, desnudo o semidesnudo. Súmesele a esa influencia la ferviente entrada de tendencias posmodernas y el desarrollo tecnológico que han incidido en el modo de asumir el cuerpo a través de la fotografía.
Foto:Yanahara Mauri
Más allá de una definición temporal, contextual o geográfica, el cuerpo se convierte en plataforma de angustias, introspección y miedos, como centro radiador a partir del cual emanan disímiles lecturas: caminos de añoranzas, de inquietudes,de discursos, de soluciones. Los artistas transgreden estipulaciones de cualquier índole. Sátiras, humor y alegorías subyacen al interior del sema estético de las piezas. Precisamente, somos partícipes de la ebullición de una joven oleada de fotógrafos del cuerpo cuyos discursos están orientados en esa tónica conceptual. Esta nueva generación puede comprenderse desde dos perspectivas fundamentales. Por un lado, a partir de la variedad estilística y temática que cada artista desarrolla. El cuerpo gay/lésbico/transgénero, el cuerpo-religión, el cuerpo-muerte, el cuerpo anciano, el cuerpo pueril, el cuerpo degradado y reivindicado, el cuerpo-objeto, el cuerpo-social, el cuerpo-código, el cuerpo-contexto y universo son acepciones diversas y válidas manejadas con objetivos y finalidades disímiles.
Más allá de una definición temporal, contextual o geográfica, el cuerpo se convierte en plataforma de angustias, introspección y miedos, como centro radiador a partir del cual emanan disímiles lecturas.
Por otro lado, mediante nexos discursivos que los aúna y permite analizarlos como un fenómeno artístico. Los noveles fotógrafos se valen de la manipulación de imágenes, de los montajes instalacionistas, los performances, el collage, la simulación, la elipsis, la metáfora, la metonimia, la fotografía construida en el estudio. La sentencia del fotógrafo se hace transparente por cuanto su subjetividad se presenta sin cortes, sin maquillajes, sin desviaciones. Lo que se pretende expresar viene dado por una alusión sutil o dramática explícita, siempre alejada de cualquier canon de publicidad, doxapolítico o institucional. De ahí la importancia de señalar esa veracidad con que los temas son abordados con y desde el cuerpo. Ello se reafirma en palabras del maestro RolandBarthes al decir de que “lo importante es que la foto posea una fuerza constativa, y que lo constativo de la fotografía añada no al objeto, sino al tiempo. Desde un punto de vista fenomenológico, en la fotografía el poder de autentificación prima sobre el poder de representación”[2]. Ya desde esta sentencia ofrecida por Barthes en su volumen La Cámara Lúcida, se advierte la pertinencia de apreciar la fotografía como fenómeno de perennidad y contemporaneidad al unísono.
Los noveles fotógrafos se valen de la manipulación de imágenes, de los montajes instalacionistas, los performances, el collage, la simulación, la elipsis, la metáfora, la metonimia, la fotografía construida en el estudio.
El artista hace del cuerpo un fabricante de sentidos y expresiones, lo maneja cual instrumento comunicacional eficiente, imprimiéndole significados mediante elementos añadidos o la mera fisicidad. La devoción representacional del cuerpo viene a ser la herramienta idónea al desafío de las estipulaciones sociales, una dosis de resistencia a la trivial proyección de la anatomía humana.“El cuerpo en sus resignificaciones y envolturas, en su ambigua capacidad de ser núcleo aglutinador a la vez que fuerza centrífuga de ideas y conceptos, en su volátil y maleable expresividad, sigue repoblando el mundo de imágenes, sigue siendo el surtidor de signos por excelencia”[3]. Para artistas como Leonel Fernández (La Habana, 1970), Erick Coll (La Habana, 1976), Javier Alejandro Bobadilla (La Habana, 1979), Yuri Obregón (La Habana, 1979), Yomer Montejo (Camagüey, 1983), Yanahara Mauri (La Habana, 1984), Jorge Otero (La Habana, 1986), Claudia Corrales (La Habana, 1987), Rodney Batista (La Habana, 1988) y Yoanny Aldaya (La Habana, 1988), lo corporal es asumido como texto y pretexto idóneo para manipular, mutilar y construir artísticamente. Todos ellos, por solo señalar algunos nombres, forman parte del conjunto de artistas que trabajan este tema a través de la fotografía desde inicios del nuevo siglo. Los aúna el gusto por el cuerpo y una voluntad de diálogo con los límites, los deseos, el morbo, como recursos necesarios de un subterfugio ontológico del discurso.
La manipulación de las imágenes se produce desde diferentes niveles de instrumentación. De un aparente y neutral reconocimiento del cuerpo en tanto visión primigenia y concepción mental del artista, se pasa a la manipulación corpórea tal cual.
De manera general, es apreciable en esta joven hornada la recurrencia de lo que el teórico español Víctor del Río ha denominado como “efecto photoshop” [4]. Si bien el gusto por la técnica fotográfica tradicional, por las acentuadas luces y sombras, por la limpieza estética de la imagen aun persiste en las producciones más recientes; también se observa un énfasis por parte de los fotógrafos en explorar y explotar las “nuevas tecnologías” [5]. Transmutar e hibridar imágenes concebidas por el artista, capturadas por la cámara y retocadas por los software constituyen procedimientos de trabajo a la vez que una vocación conscientemente renovadora para la proyección del cuerpo fotografiado, explícitamente visible en las producciones de esta flamante generación de artistas del lente. No obstante, la manipulación de las imágenes se produce desde diferentes niveles de instrumentación. De un aparente y neutral reconocimiento del cuerpo en tanto visión primigenia y concepción mental del artista, se pasa a la manipulación corpórea tal cual. Los gestos faciales y corporales, la expresividad de las poses, de las extremidades, de los sexos, de las miradas, mutan constantemente en un proceso de construcción compositiva del mensaje. Refuerza todo ello otro tipo de manipulación mediada especulativa y simbólicamente por la digitalización tecnológica. Ello afecta —en términos de buenaventura creativa— tanto al cuerpo como texto maleable y a la imagen en tanto resultado último de la creatividad fotográfica. En el fondo la fotografía es subversiva, y no cuando asusta, trastorna o incluso estigmatiza, sino cuando es pensativa[6]. Sin lugar a dudas, el desafío a la exégesis y al diálogo, la polémica y la motivación del resorte intelectual constituyen estimulaciones provocadas en los espectadores una vez que se enfrentan a las más recientes producciones fotográficas del cuerpo. Posturas críticas, de agudeza y perspicacia atrapan al receptor en una red de intercomunicación hermenéutica necesaria para ambas partes implicadas.
Foto: Rodney Batist
Es percibida una línea de trabajo en la nueva generación de fotógrafos del cuerpo en lo que a proceso creativo-performático se refiere. El producto final, ese resultado que críticos, especialistas, historiadores y artistas veneran, transita por diferentes fases de creación y perfeccionamiento que actualmente se advierte en la propia pieza fotográfica. La concepción ideológica, la preparación y disposición de escenografías, la accesibilidad y manipulación de los cuerpos, sus poses y gestos, el momento exacto del “clic” del obturador, la postproducción digital de la imagen, la exposición de la pieza y el reconocimiento de la crítica especializada —entendidos estos últimos como meta espiritual alcanzada por el artista— componen una ardua faena procesual.
Si bien el cuerpo ofrece la posibilidad de ser moldeado según las exigencias y perspectivas del fotógrafo, es el desnudo corporal el recurso mayormente explotado en este tipo de “fotografía procesual” [7]. Es decir, el protagonismo del desnudo, en ocasiones manipulado hasta su máxima consecuencia, constituye la tónica de trabajo más socorrida en el quehacer de los novísimos fotógrafos.El manejo conceptual y decorativo del cuerpo —íntegro, fragmentado, recreado— no se detiene en el regodeo de su epicúreo visual, sino que procura la fecundación de mensajes diversos por cuanto es presentado como una dimensión matérica y metafísica permeada por las circunstancias y condiciones del contexto en el que emerge.
La recreación placentera del ojo masculino sobre la corporalidad femenina, el carácter intimista y personalísimo de determinadas escenografías, el reciclaje icónico, el decursar y desarrollo del sujeto al interior de su sociedad, el cosmopolitismo ideológico y simbólico, son atomizaciones corporales desplegadas por los artistas. Nos encontramos ante una generación fotográfica que promete calidad estética y conceptual; que ofrece cuerpos refuncionalizados, metamorfoseados, posmodernos, alegóricos, trastornados, inquietantes, reservados. Unos utilizan cuerpos ajenos, arquitecturas morfológicas extrañas que moldean y proyectan a su antojo. Otros asumen la autorreferencialidad como modus operandi para manipular su propio cuerpo. El coqueteo subversivo con este se convierte en el lenguaje por excelencia de los artistas. Rebeldía y mutabilidad constante anuncian una madurez exegética, creativa y representacional en el arte fotográfico cubano más reciente.
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Acosta de Arriba, Rafael. La mirada fragmentada, en Arte Cubano (La Habana), No. 3, 2014, p. 49.
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Barthes, Roland. La Cámara Lúcida. Notas sobre la fotografía. Barcelona, Ediciones Paidós Ibérica, 1989, p. 137.
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Acosta de Arriba, Rafael. La seducción de la mirada. Fotografía del cuerpo en Cuba(1840-2013).Guatemala, Ediciones Polymita, 2014, p.87.
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Cfr. Víctor del Río. El efecto photoshop, en Arte Cubano (La Habana), No. 3, 2014, pp. 52-57.
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Entiéndase por “nuevas tecnologías” todos aquellos recursos de edición, manipulación y resignificación de imágenes ampliamente desarrollados y empleados a nivel mundial. Entre ellos vale mencionar lossoftware de postproducción como Adobe Photoshop, Adobe Ilustrator, Adobe Flash, Corel Photo-Paint. Las “nuevastecnologías” posibilitan la edición de las imágenes digitales apoyadas en equipos computarizados con el fin de retocarlas y optimizarlas hasta el punto deseado. Ello es posible a partir de que la fotografía digital, cada vez más extendida, permite transferir los datos específicos de cada cuadro de la imagen a la computadora, lo cual influye en la fracturación, cada vez más evidente, de los límites entre realidad y ficción.
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Barthes, Roland. Op. Cit., p. 73.
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Cfr. Alain Cabrera Fernández. Bifurcaciones y nexos en la fotografía contemporánea cubana. Concepto o/es documento, en Arte Cubano (La Habana), No. 3, 2014, pp. 40-43.