David, La Banda, 22 años y un sello que se llama cubanía
Los inicios
La necesidad de David Blanco de crear su propia banda surgió casi por instinto. Acerca de sus orígenes refirió a La Jiribilla:
Provengo de una familia de músicos por parte de mi mamá, y mi padre, aunque tiene otra profesión, es una persona con mucha cultura. Gracias a los dos empecé a recibir las primeras referencias musicales, empezando por las canciones que me ponían en la cuna. Mi abuelo era violinista y fundador de la Orquesta Filarmónica; mi abuela, directora de coros.
Esas mismas inquietudes lo llevaron, inconscientemente, por el camino del arte. Estudió en Caturla, en la Escuela Nacional de Arte y en Amadeo Roldán.
Comencé por el violín, para seguir los pasos de mi abuelo. Luego cambié para trompeta, porque sentí que tenía más conexión con el mundo del jazz. El rock siempre estuvo cerca pues en casa se escuchaba mucho a Los Beatles, Rolling Stones, Queen, etc. La música cubana siempre llega a través de muchas aristas, y la clásica la traía de la escuela. Todo eso me formó y avivó las ganas de hacer algo algún día.
Estuvo en un grupo de rock que dirigía Osiris Falero en La Coronela, San Agustín, el barrio donde se crío. Luego entró en el de Gerardo Alfonso. En la escuela tocaba en la Orquesta Sinfónica Juvenil. Estuvo también en formatos de salsa. “Comencé mi proyecto con el deseo de llevar a cabo un estilo fusión. Antes estuve dos años en Moncada. Allí compuse ‘Ahora que no estás’, mi primera canción seria”. En ese momento, confiesa David, no sabía que iba a ser cantante, no era su intención. Siempre se vio como un músico, un compositor, un instrumentista tocando los teclados, la guitarra o la trompeta, quizás como director de arreglos o de producción. Sin embargo, nunca encontraron un vocalista para La Banda, ya naciente.
Esa inmadurez propia de la edad fue lo que hizo que me entrara la locura por hacer un grupo. No tenía dinero ni una infraestructura importante, tampoco era conocido. Solo se necesitaban deseos y un pequeño nivel de locura, pues si lo piensas mucho, no lo haces. Hablé con mi sonidista, Luis Durán, la persona que todavía graba mis discos, y le dije: “Este es el momento. No tengo instrumentos, no tengo dinero, pero tengo muchas canciones”. Hablé con los amigos de esos primeros grupos del barrio y así inicié el proyecto.
La Banda
La Banda surge oficialmente el 27 de abril de 2001.
Tenía 20 años y estaba en Moncada, un grupo que me dio la oportunidad de componer, escribir canciones y hacer arreglos. Ahí conocí el mundo de los sintetizadores. Había estado en estudios anteriormente, pero con ellos —incluido Gerardo Alfonso— viví el cambio del estilo analógico al digital. Eso permitió que fuéramos artistas más independientes y que empezáramos a hacer nuestros propios estudios.
Estoy muy agradecido. De Jorge Gómez tomé la constancia, aprendí a dirigir un grupo y adquirí las bases para conducir una banda por 22 años. Siempre sin dejar de trabajar. Todavía practico ese estilo.
David recuerda la reunión donde le informó al resto de la agrupación que la dejaría. Nadie se lo esperaba. Primero se presentaron en el Delirio Habanero, porque Niurka Reyes tenía una gira y le pidió cubrir su espacio.
Cinco minutos antes de tocar me entró el nerviosismo. Llamé a los muchachos y les pregunté: “¿Ustedes creen que esto sea buena idea?”. El lugar estaba lleno, teníamos ensayadas las canciones, pero no me veía conduciendo una noche, un espectáculo. No sabía qué decir. No sé si fue la magia o la música, pero todo salió bien y fue una noche muy amena. Ahí empecé a verme como ese artista que canta encima de un escenario.
A partir de esa primera presentación el camino de La Banda no ha sido lineal. “Hemos tenido una vida de altas y bajas. El principio fue muy difícil, porque nadie te conoce, tienes que trabajar y tener éxito en la radio, por ejemplo, si quieres funcionar. Tenía demasiada información en mi cabeza, y a veces las cosas necesitan ser más básicas”.
Bis Music confió en él, y aunque no era un artista comercial, apostó por su propuesta y salió a la luz su primer disco, Tengo para dar, que incluyó el éxito “La Pachanga”. El álbum funcionó, los dio a conocer en Cuba y en el mundo, les abrió muchas puertas y la historia cambió. Empezaron a tocar en el Club Imagen y les ofrecieron más noches en el Delirio Habanero y en las matinés del Café Cantante. “Después nos expandimos por toda Cuba, pues, más que famosos, nuestro deseo fue siempre hacer música popular, pertenecer el pueblo, llegar a las raíces, a las personas, a tu historia; insertarte y aportar. Ser famoso es otra cosa”, recuerda el músico.
La evolución
Estos 22 años han significado toda una revolución sonora para La Banda y para el propio David Blanco. “Tengo muchas influencias de la música tradicional cubana. He tenido la suerte de trabajar con Eliades Ochoa, Omara Portuondo, Compay Segundo, Oscar Valdés. Tengo en mi música esa mezcla: Matamoros, chachachá, conga, pero también pop rock, rock, música clásica, jazz. En todos estos años me he movido en ese campo”.
“Tengo muchas influencias de la música tradicional cubana”.
No es lo mismo hacer un disco con 20 años que con 30, asegura el artista. Ha sido un proceso de aprendizaje continuo. “Tuve la dicha de compartir la producción de mi primer disco con Emilio Vega, uno de los mejores productores de Cuba, y conocedor del pop, el jazz y la fusión. Ahí está el sonido específico de ese álbum”.
Luego vino El despecha’o, con Jaime Espino, productor de Azúcar Moreno, Juanes, Ricky Martin y otros nombres reconocidos de la industria.
Ese disco lo firmamos con Warner Music en España. Comenzaron las giras y despegó nuestra carrera internacional. El sonido evolucionó hacia un camino más rockero, más directo. Aprendí mucho con este álbum: cómo grabar bien las guitarras eléctricas, qué micrófono ponerle al bombo, dónde se colocan los paneos o cuál es el nivel preciso para que se sienta más fuerte el beat. Muchísimos detalles que no se dominaban en esa época en Cuba, con excepción de Carlos Varela, X Alfonso o Síntesis.
Fue un momento de mucho trabajo, madrugadas sin dormir y giras de promoción agotadoras. Debía estar mucho tiempo lejos de la familia, y a veces, de La Banda. Después de esos cuatro años trabajando con Warner Music, en España, decidí seguir consolidando mi sello, mi sonido; sabía que tenía que cambiar y seguir mi instinto. Así nació La evolución.
Su hermano Ernesto entró de lleno en el equipo e hicieron ese álbum prácticamente entre su sonidista, Ernesto y David.
Es un disco muy espontáneo. Lo hicimos en un apartamento que alquilé cerca de la casa de mis padres. Era la primera vez que vivía solo. Empecé a hacer una música más sincera, más madura, con ese conocimiento que habíamos adquirido luego de tanto trabajo en España. La disquera quería que continuara con el estilo anterior, pero no nos pusimos de acuerdo. Terminamos firmando La Evolución con Sony Music en Argentina. Lo sacamos en Suramérica e hicimos par de giras que fueron bien recibidas. En Cuba siempre trabajamos con Bis Music. He hecho otros álbumes con la Egrem y Abdala, pero como productor o artista invitado.
La Evolución revolucionó la juventud cubana. David recuerda que todos los adolescentes, hasta los treinta y tantos, tenían el fonograma en su laptop, porque en esa época no existían los teléfonos celulares. “Con esa producción marqué un sello, un cuño, hicimos giras nacionales e internacionales. Consolidamos nuestro sonido”.
La clave
Si preguntas por el método de trabajo, David Blanco dice que a lo largo de estos años ha experimentado con varias fórmulas para conseguir una canción, un disco o un arreglo. No tiene una forma específica de trabajar: a veces puede hacer un arreglo en un día, se inventa la canción, la graba y después la perfecciona, y con otras canciones se tarda años y no puede terminarlas.
Confieso que me demoro dos o tres años para hacer un disco. Soy de los que trabajan meses en una canción, en un arreglo. Con Feudalismo moderno me tomé varios meses para encontrar el sonido de la batería. Este trabajo tiene muchas capas de sonido; es un estilo que necesita una forma específica de realización. Depende de la energía, porque la clave está en dejar fluir. Pasan los años y disfruto cada vez más del proceso, aunque a veces me tengo que decir: “Es hora de que entres en el estudio”.
Otro de los trucos del éxito ha sido convertirse en una familia más que una agrupación.
La Banda y David Blanco son prácticamente la misma cosa. He tenido la suerte de trabajar con muy buenas personas, excelentes músicos. Me retroalimento de ellos, de mi sonidista Luis Durán y de su conocimiento. He recibido mucho de mi hermano, quien es un genio, no solo de la guitarra, sino también de la producción y los arreglos. Aprendo de todos y creo que también ellos han aprendido de mí.
Esa estructura ha devenido una plataforma de lanzamiento para otros artistas como Isis Flores o el propio Ernesto. “Lo importante es sembrar, y cuando se trabaja con conexión espiritual entre los integrantes se logran grandes cosas. Casi todos los músicos llevan más de una década conmigo. Lo estamos haciendo con el mismo entusiasmo que al principio, pero con más paciencia, tranquilidad y madurez”.
El éxito
El éxito de La Banda se vincula al respeto que se entrega al público. “Hemos tratado de hacer música cubana conociendo el valor que tiene en el mundo. Mi reto es que se perciba que los discos son de Cuba, que tengan algo de aquí, de La Habana, tanto por el género musical como por el lenguaje y las letras. ¿Sabes cómo lo he logrado? Escucho al público y, al mismo tiempo, ellos nos ven cercanos, naturales. Estamos ahí, somos como ellos”.
David asegura que siempre está hablándole a los jóvenes y explicándoles cómo aprendió a mezclar la fe, la dedicación y la confianza en uno mismo. Las letras de sus canciones hablan de ser libre y de mantener la esencia, dondequiera que estés. Eres tú y el universo. “En esas líneas transmito el amor al prójimo y a la familia. Hablar de cosas que aporten es la relación más significativa que hemos establecido con nuestro público. Cuando tienes un micrófono en la mano y miles de personas delante, lo que dices tiene que ser importante”.
David
Aunque sea demasiado modesto para reconocerlo en esta entrevista, David Blanco es el pegamento que une a La Banda.
No me veo como un líder, sino como un amigo. El liderazgo no tiene que ver con imponer, más bien con guiar, con el amor, con las buenas vibras, con tener claro hacia dónde vas; saber lo que los demás piensan, pedir la opinión de todos. Ese ha sido un mecanismo fundamental para poder mantenernos durante 22 años.
No sabía que tener una banda y estar con colegas sería tan fenomenal. Puedo mirar atrás y observar toda una vida y una carrera. Me siento bien y muy joven aún. Tenemos una mezcla de madurez con juventud que me encanta. Los conciertos quedan fenomenales. Cuando uno comienza con 20 años es un muchachito, pero cuando revisitas el trabajo es una suerte haber recorrido el camino juntos.