Daniela Águila: como un nuevo volcán
Es un reto seguirle los pasos al programa tan cargado e intenso de exposiciones que circulan en La Habana, posterior a la COVID-19. Asistimos, en adición, al feliz momento en que los estudiantes que cursan las academias de arte se han apoderado de las galerías y de cuanto espacio expositivo existe en la ciudad. Somos protagonistas de un período en que convergen graduaciones de más de un grupo académico, a cuenta de la consolidación y nivelación de los Planes de Estudios. Simultáneamente, seguimos con atención a varias generaciones de artistas, en distintos niveles de madurez, graduados en años precedentes.
Es una dinámica y una experiencia particularmente enriquecedora, que drena, a su vez, en exposiciones de tesis y, por tanto, en resúmenes individuales y colectivos de etapas creativas. Pero, también, vemos concretarse sueños y aspiraciones compartidos por alumnos, profesores, curadores y especialistas vinculados al universo de las artes visuales. Obviamente, tal cartelera expositiva aporta una provechosa panorámica acerca del llamado arte emergente.
Así las cosas, la exposición Retratos Invisibles de Daniela Águila, inaugurada en la galería Máxima el pasado 21 de septiembre de 2023, hace pensar en el nacimiento de una individualidad dentro del cosmos plástico nacional, cuyo desarrollo habrá que seguir con ojos atentos.
Nacida en La Habana en 1999 y cursando su último año en la Licenciatura en Artes Visuales de la Universidad de las Artes de Cuba (ISA), ya Daniela cuenta con seis exposiciones personales y más de una veintena de referencias bibliográficas, debido a la manera en que la crítica se ha aproximado a su obra. Notoria resulta su participación en más de treinta muestras colectivas, una práctica iniciada en el 2014 con la exhibición Jirones de danza que tuvo lugar en la galería de San Alejandro. Todo ese sustento curricular es el fruto de un registro experimental que transversaliza la pintura, el grabado, la fotografía, la escultura y el trabajo con textiles. Nótese que, en el 2016, Daniela gana la Segunda Mención en el Encuentro Nacional de Grabado y el premio Belkis Ayón en el Encuentro Nacional de la misma especialidad. Dos años más tarde, regresa a casa con el Primer Premio en el Encuentro de Mujeres Creadoras en La Habana.
Todo favorece un talento joven que se entrena con rapidez. Apoyada en diferentes tendencias formales, en su obra se reconoce la convivencia del pop art, la neofiguración y ciertos aires expresionistas.
“Lo memorable está en el impacto visual que el conjunto nos causa, la particular manera de irrumpir sobre el asunto, así como las estrategias y recursos técnicos de los que se vale la artista”.
Sin dudas, al pensar en las creadoras que han ganado reputación en las artes visuales en Cuba no han de faltar Juana Borrero, Amelia Peláez, Ana Rosa Gutiérrez, Lesbia Vent Dumois, Antonia Eiriz, Zaida del Río, Flora Fong, Belkis Ayón, Marta María Pérez y otras que conforman una larga lista. Estos nombres, con certeza, han sido arquetipos para la joven Daniela. Sin embargo, cuando nos enfrentamos a Retratos Invisibles, nos viene a la mente la exposición personal de Antonia Eiriz, en Galería Habana en 1964 y el impacto que causó a sus visitantes, según fue recogido por la crítica del momento.
El anterior comentario puede ser una exageración. Sin embargo, respetando las distancias y las circunstancias, lo memorable está en el impacto visual que el conjunto nos causa, la particular manera de irrumpir sobre el asunto, así como las estrategias y recursos técnicos de los que se vale la artista. Compuesta por nueve obras, que van del mediano al gran formato, la exposición es la consumación de un pensamiento, de una indagación insinuada desde Aisladas, su anterior proyecto personal, presentado en 2021 en La Nave, de Génesis Galerías. Ahora Daniela sugiere un tema de notoria actualidad: el debate en torno a la condición de la mujer, pero circunscrito al microcosmos que constituyen las problemáticas generadas en torno a los afrodescendientes.
Resulta que encontramos a mujeres afrodescendientes relacionadas con nuestra experiencia sensorial, con nuestro acercamiento a la llamada África negra. Estas mujeres de Daniela pueden vivir ahora mismo en la Sudáfrica, la Angola, la Kenia o la Tanzania de la globalización y del Internet Café. Es evidente que el énfasis está en el empoderamiento femenino, un término ubicado en el centro de los debates del momento, cuando se trata del binomio género-sociedad.
La serie Retratos Invisibles, del 2023, provoca la reflexión del espectador acerca del presente de quienes han sido históricamente excluidas a cuenta de su naturaleza intrínseca. Es una ubicación temporal atinada, que pretende descentralizar el análisis tradicional del tema; distanciarlo de la imagen de las descendientes sumisas, maltratadas, explotadas, segregadas y marginadas. Pero el peor de los daños, muy bien tratado en la exposición, es el del síndrome de la inferioridad y el legado identitario.
Intencionadas búsquedas formales sustentan el discurso. Algunos soportes son entintados y tratados por Águila. Lo anterior enfatiza el papel de las texturas, logradas por sutilezas, apenas perceptibles ante la mirada del espectador, como son los cartones cosidos al lienzo y luego empastados, gracias al oficio y buen manejo de varios tipos de pinceles. Los acrílicos y las terminaciones con óleos de barras, por su parte, son modelados con una “manga pastelera”.
La construcción del texto se experimenta de lo individual a lo colectivo o viceversa. Es la percepción de que una escena cinematográfica está en desarrollo. “Háblame de ti” (120 x 80 cm) viste a la joven negra de tela verde entintada, sin otras prendas, ni accesorios. Interesa crear un estado psicológico y moral que la pone en condición de escuchar al otro. El díptico “Song of Myself” (200 x 200 cm) introduce a una pareja de jóvenes en marcha. Un dramatismo las acompaña, al parecer un aura mística o una sombra chinesca.
“Cónclave de las no creyentes” (105 x 200 cm) es una alegoría, una paradoja que sitúa en posiciones protagónicas a cinco damas enfrentadas a la vida, desde una perspectiva poco ortodoxa y convencional. El tríptico “Come and talk to me about weaknesses, come on”es una lección de fortaleza, de disposición de unas mujeres para enfrentar la debilidad de otras, para unirse y ayudarse. Esta trilogía impresiona con su alusión u homenaje a célebres mujeres afrodescendientes, como Angela Davis.
Se reconoce en esta propuesta el valor de la museografía, la coherencia del discurso y una curaduría que —si bien contó con las inevitables intervenciones de la artista— estuvo a cargo de Yaiset Ramírez López, directora de la galería Máxima.
“Celebremos la invitación de Daniela Águila a convertirnos en cómplices y partes de la deconstrucción del mito”.
El éxito del proyecto se completó con la existencia de un catálogo, pudiera decirse que de lujo para la temporada, el cual quedará como memoria para la posteridad y que es el fruto de las mediaciones e intercomunicaciones de diferentes actores, entre ellos la Colección Luciano Méndez. En el contenido se recomienda un repaso por el texto: “Daniela Águila, cuando el color y la idea definen la imagen”, escrito por el doctor Rafael Acosta de Arriba, también accesible en los espacios interactivos de la propia galería.
Al concluir el recorrido por Retratos Invisibles, celebremos la invitación de Daniela Águila a convertirnos en cómplices y partes de la deconstrucción del mito. Su propuesta es una lección de valores, de capacidad para enfrentar un pasado de sumisión y de victimización. Pero, también, nos estamos comunicando con una artista que mucho aportará al futuro del arte cubano.
Tomado de Noticias de Arte Cubano