La guerra, siempre la guerra,
La ambición y la conquista,
Dolor y muerte a la vista
Ensangrentando la tierra.
El poder siempre se aferra
Y todo lo contamina
Hasta la luz, asesina.
Duele el aire hecho jirones,
No hacen falta otras razones
Para hablar de Palestina.
Por dónde andará Rachid
el amigo de mi casa
¿Será otro muerto de Gaza?
¿Lo habrá matado David?
¿No recogían la vid
En cierta estancia vecina
Juntos los dos? ¿No ilumina
El mismo sol de la estancia?
¿Por qué han borrado la infancia
De tus hijos, Palestina?
Mahmud Darwish, que tristeza,
sin luz, se nos muere el trigo,
y se ha vuelto tu enemigo,
¡qué dolorosa sorpresa!,
él que apoyó su cabeza
en tu pecho y hoy camina
por tu patio, por la esquina
que los vio juntos jugar,
pero ahora viene a matar.
¡Cuánto dolor, Palestina!
Ayer la prensa contaba
Que un médico cirujano
Cortó con su propia mano
El pie de un niño y que estaba
Llorando mientras cortaba,
Y la sangre pura, fina
Rodaba hasta la sentina
En que convirtió la guerra
Lo más puro de la tierra.
¡Cuánto duele Palestina!
Por qué los hijos y nietos
De los reos del horror
Imponen tanto dolor
A otros hijos y a otros nietos.
¿El síndrome de los guetos
Lo más noble contamina?
¿Da el trigo una amarga harina
O es la ambición quien la amarga?
Duele esa pesada carga
En tus hombros, Palestina.
¿Arrancarán los misiles
De raíz a tus olivos?
Tus hombres duros y altivos
están muriendo por miles.
Hoy, tus mujeres gentiles
Forman parte de la ruina
Y tu noche se ilumina
Con el fuego y la metralla
Por qué el mundo se nos calla
Ante este horror, Palestina.
Por Rachid alzo mi voz
Y una cólera sin fondo
Pues me duele en lo más hondo
Que nos maten a los dos.
En el nombre de qué Dios
Qué razón los ilumina
Para convertir en ruina
Madres, padres, niños, casa
Todos morimos en Gaza
Para volver, Palestina.