Cristóbal Jiménez: la música es la razón de mi vida
Cantante, compositor, político, arpista, locutor y licenciado en Letras venezolano. Diputado a la Asamblea Nacional de ese país desde el 2005, fue coordinador del Movimiento Quinta República (MVR) en el Estado Apure durante el período 1998-1999.
Quienes no conozcan a Cristóbal Jiménez pueden encontrar estas referencias tras una breve búsqueda en Internet. En Venezuela, su patria, los vínculos alcanzan un matiz más personal cuando se habla de uno de los estandartes de la música llanera.
El joropo, el contrapunteo y el pasaje han acompañado su vida no como simples complementos, sino como referentes de una carrera fecunda que ha llevado la tradición de los llanos a prestigiosos escenarios mundiales.
Invitado a la Feria Internacional de la Industria Musical Cubadisco 2023, Cristóbal Jiménez y su banda presentaron una muestra de su arte en la Casa del Alba Cultural de La Habana. Su trayectoria, la significación de su trabajo y el rol de la música tradicional llanera fueron algunos de los tópicos compartidos por el artista en diálogo con La Jiribilla.
¿Qué significación tiene la música para usted?
La música para mí es todo. Es la razón de mi vida.
Con la música llanera sucede una cosa. No es solo música, sino también letra. Cuando se habla de una canción se conjugan esos dos elementos. Por ejemplo, yo agarro una canción cubana, pero la adapto al estilo llanero, le pongo una música y una letra del llano. La puedo cantar con la letra de ella, pero cuando nos vamos concretamente al género de los corridos, que son historias largas, contadas en largas rimadas en octosílabos, esa letra puede ser grabada con cualquier ritmo tradicional. No tiene una música específica. Se puede grabar con uno u otro y está vivo ese género.
En la presentación mencioné a Los tigres del norte, un grupo que cultiva concretamente una modalidad llamada narcocorrido, la cual narra, naturalmente, las vicisitudes de la actividad del narcotráfico. Ya no hablan de una batalla de Porfirio, de Emiliano Zapata, de los héroes mexicanos, sino de la actividad del narcotráfico.
Arturo Pérez-Reverte, un escritor de best seller español, es miembro de la Real Academia y empezó como reportero de guerra en los años 70. Tiene muchos éxitos, entre ellos está uno llamado La reina del sur, que lo han llevado a Netflix, la televisión y el cine. Él dice que en el proceso de documentación escuchó más de 1500 corridos. Eran corridos mexicanos y eran narcocorridos sobre el narcotráfico, pero en romances, en octosílabos, en verso.
Aquí en Cuba también hay romances, hay corridos, aunque he oído más décimas. Estuve en el festival del Cucalambé, en Las Tunas, y había una escuela de niños decimistas.
Entonces el corrido, derivado del romancero español, es una de las cosas que hacemos los llaneros, y también hacemos las canciones. Al referirnos a la música llanera estamos hablando de música y letra. Hay que abarcar los dos, aunque puedes escuchar música nada más, sin letra, pero los engloba a ambos.
“El joropo, el contrapunteo y el pasaje han acompañado su vida no como simples complementos, sino como referentes de una carrera fecunda que ha llevado la tradición de los llanos a prestigiosos escenarios internacionales”.
¿Cuáles elementos caracterizan el éxito de la música llanera en Venezuela?
Soy uno de los intérpretes que logró triunfar. Cuando empecé a cantar la primera canción, yo había grabado la primera que se pegó a nivel nacional e internacional. Se llama Vestida de garza blanca. Cuando grabé en 1979 solo existían las emisoras AM. Tú sonabas en Caracas en cuatro emisoras AM y ya estabas pegado: Radio Rumbo, Radio Continente, Radio Sensación y YBKE Mundial.
Fíjate cómo ha cambiado la cosa ahora para sonar en Caracas y supongo que aquí en La Habana, en cualquier país en Latinoamérica. Hay una cantidad de emisoras FM, y a eso se suma el fenómeno de las redes y las emisoras digitales. En mi pueblo te invitan a sintonizar por Internet y puedo escucharlas en vivo. Eso ha variado.
Indudablemente, el éxito de la música llanera, de la música venezolana, digamos, se debe al apoyo de los medios de comunicación. Primero la prensa, radio y TV, cuando no habían llegado las redes y, ahora, los medios están presentes en las redes. Somos esclavos, adictos a ellas.
Mucha gente afirma que les han quitado audiencia, no digamos poder, a la radio y la televisión. Yo sigo siendo un producto de la radio y para mí continúa siendo algo (estoy hablando de la gente de mi generación). Nací en el año 1956. Ahora, de repente, un joven ya conoce otras realidades, los teléfonos celulares… los grandes y después los más pequeños
¿Antes qué pasaba? (A lo mejor aquí en Cuba era igual). Venía un cantante llanero. El Estado Apure, donde nací, queda a 600 kilómetros de Caracas, la capital. Las emisoras, el poder de influencia y los poderes públicos están allí. Entonces llegaba a un estudio de grabación, le apartaban un día y le decían, por ejemplo, hoy es viernes, graba al otro miércoles. Venía un día antes, ensayaba, llegaba a Caracas y grababa… Ese cantante no iba a llevar un disco a una emisora, no estaba pendiente de un programa de televisión, él se conformaba con sonar en el llano.
Ayer, recorriendo la librería Tuxpan del Fondo de Cultura Económica de México, encontré un libro que se llama Un siglo de discografía cubana, de José Reyes Fortún. Allá no le llegaban a uno las noticias, por ejemplo, de qué bolero estaba sonando en los años 60 y 70 del pasado siglo. La influencia del cine mexicano fue muy fuerte. Tuvimos una actriz que era cantante llanera, Adilia Castillo, la cual firmó 17 películas en México en la época del siglo de oro del cine mexicano.
Siempre me interesó la industria discográfica en Cuba, la mexicana y la argentina, en tercer lugar. Aquí de Cuba me llamaban la atención esas orquestas tan buenas, ese sonido, esos compositores. Muchos disqueros de Cuba iban a Venezuela y se mudaron para allí.
¿Qué papel tiene esa manifestación artística frente al influjo de otras tendencias del mercado?
La música llanera ha logrado colar ciertas canciones con un nivel similar en cuanto a ventas, popularidad y promoción que una salsa o un merengue, aunque son casos aislados.
En Caracas, llaman o llamaban horarios regulares a los espacios de ocho de la mañana a ocho de la noche. Cuando yo llegaba no se escuchaba ese tipo de música. Al que le gustaba, tenía que buscar programas aislados en la radio de cinco a ocho de la mañana o los fines de semana; sin embargo, escuchar una canción llanera (Vestida de garza blanca, Una casita bella para ti, Alcarabán compañero…) en horario regular, al lado de una salsa de Oscar D´León, de una orquesta y de un éxito mundial, era difícil.
Pienso que podemos competir en igualdad de condiciones porque la música llanera tiene éxitos, pero hasta ahora son casos aislados, selectos. Creo que uno no debe tampoco aislarse del mundo y pensar escuchar en Venezuela, por ejemplo, pura música venezolana; pero sí es posible lograr una justicia, una equidad en la distribución de las programaciones.
Aparte de la música llanera, en Venezuela hay ocho variantes de joropo. Estuve en París en Semana Santa con el ministro de Cultura. Soy presidente de la Comisión de Cultura de la Asamblea y estuvimos llevando el expediente, pidiendo que el joropo sea declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad ante la Unesco y acompañamos a República Dominicana en una propuesta donde ellos presentaron el casabe. Por cierto, Cuba era uno de los países que lo estaba apoyando junto a República Dominicana, Haití, no sé si México, y Venezuela.
¿Cuál fue la relación de Chávez con la música llanera y qué significación tuvo en su vida?
Tuvo un papel determinante en mi vida, fundamental, porque yo lo conocí 10 años antes de la rebelión. Chávez era un fanático de la música llanera. Era del Estado Barinas, de pueblos equidistantes al río Apure.
Él admiraba a Eneas Perdomo, uno de los cantantes de la época, el que canta Fiesta en Elorza. Para él escuchar esa música tenía que esperar los programas que venían de Caracas hasta Barinas, a más de 400, 500 km. Las emisoras AM abarcan mucho, llegan muy lejos, y escuchábamos a esos cantantes.
Cuando Chávez llega a la Academia Militar de Venezuela como cadete, lo hace cantando un corrido llamado llama Furia. Furia era un caballo al cual le sacaron una canción y a él lo bautizan con ese nombre porque la cantaba. Después lo mandan para Elorza, un pueblo ya más cerca de la frontera.
Mandarlo para allí es como un castigo porque el enviar a un oficial para la frontera era visto como una sanción para los malos. Los oficiales buenos se quedaban en el Ministerio de la Defensa y en los puestos en el centro del país. Sin embargo, lo que para otros oficiales hubiera sido un castigo, se convierte en un paraíso para Chávez porque tiene la oportunidad de ver los cantadores y los bailadores; se compenetra con la realidad sociopolítica, el problema del latifundio, el problema de los indios.
Hay que analizar la trayectoria política de Chávez y estudiarlo como amante y fanático de la música llanera al principio, y luego como referente y estudioso de esa manifestación.
Pienso que él transforma eso y tiene la oportunidad de sistematizar, estudiar y conocer a fondo la música llanera. He dicho (no sé si tengo razón o no) que Chávez encontró en la letra de las canciones llaneras, especialmente en los corridos, temas para desarrollar su proyecto político.
¿Cuáles temas? El problema del latifundio, de la tenencia de la tierra. Mucha tierra en pocas manos. El Estado de Apure es emblemático en eso, es donde esta modalidad tiene su mayor expresión. Hay hatos que tienen 75 000 hectáreas. Para recorrer esa distancia en una hora o dos hay que hacerlo en un avión. Por otro lado, hay indígenas y campesinos sin nada de tierra para sembrar. Ese contraste fue importante, la explotación de los campesinos y el problema de la situación de los indios.
Chávez se encuentra también ahí ese recuerdo sagrado por el peso histórico de los llaneros que acompañaron a Bolívar en las guerras de independencia: los bravos de Apure. En el territorio apureño lo acompañaron en Carabobo, en la decisiva, y en Pichincha, Boyacá, Junín. Hay una tendencia a decir en Venezuela que los llaneros fueron quienes hicieron la independencia. Acompañaron a Páez primero y a Bolívar.
Todo eso lo encuentra Chávez en el llano. No digamos tanto el culto, sino la veneración hacia el recuerdo sagrado de Bolívar que estuvo seis veces en el Estado Apure. Él se encuentra con todo ese panorama; pienso que lo estudia, lo sistematiza y lo desarrolla en su proyecto político. Eso está en la letra de los corridos, pero hacía falta el hombre que le diera direccionalidad, que estudiara eso y lo transformara en la práctica. Después de la rebelión militar del 4 de febrero de 1992, cosa curiosa, Chávez pasa a ser cantado por los llaneros, es el héroe, el protagonistade las letras de más de mil canciones llaneras. Yo grabé algunas como Carta al Comandante Chávez y El Comandante acero.
Entonces hay que analizar su trayectoria política y estudiarlo como amante, como fanático de la música llanera al principio, y luego como referente y estudioso de esa manifestación. Como jefe de Estado, naturalmente, entiende la necesidad de preservar la cultura y la identidad de esos pueblos, que es un problema de resistencia contra un imperio que trata de minar las bases culturales en primera instancia.
Él entiende, como estadista, la necesidad de defender esa agenda porque es la parte espiritual de la patria, no solo la llanera, sino toda la música venezolana y latinoamericana, y que el problema es una lucha de culturas. Un imperio que quiere imponer sus patrones culturales y, si es posible, hacer desaparecer los aires regionales y una cultura de resistencia, la llanera.
¿Cómo se conjugan la música y la política en su vida?
En principio veo que ser un cantante llanero y la actividad política se complementan. Siempre hemos luchado porque suene la música, por la liberación, la igualdad, la justicia. Entonces ahora llega el momento de la Revolución, un momento de plasmar, de materializar toda esa lucha, por un lado.
Por otro, nos tropezamos con la realidad de un país polarizado. A mí me ven como chavista y entonces el chavista no suena. Por antonomasia, por ley, es malo, no sirve; pero he tenido suerte y la oposición me acepta, no se mete conmigo. Cuando llegué a la lucha política ya yo era un cantante conocido; entonces no me ven como un recién llegado, como un enchufado —como dicen allá—; sino que saben que cuando llegué con Chávez, el conocido era yo y Chávez era más bien el desconocido. Yo lo apoyé después.
A mí no me persigue nadie, ando bien en Caracas, no tengo problemas. Los diputados de oposición saben mi postura, pero nos respetamos. Hay uno que otro caso aislado, eso es natural. Hasta si no eres político siempre hay gente a la que no le gustas, no le caes bien.
Todo el mundo sabe que soy chavista. Cuando he viajado España, o cuando me fui a París, conmigo no se metió nadie ni en los aeropuertos. Hubo una época, hace como cuatro o cinco años, que le gritaban a uno y lo querían bajar de los aviones; ya eso se ha superado.
¿Cómo le gustaría que recuerden al Coplero de Oro de Venezuela?
Le puse así a un disco que había grabado y gané un concurso con ese nombre, que hacía un locutor en Caracas y en el cual la gente votaba en esa época por medio de telegramas, cartas y llamadas. Es como el nombre artístico a raíz de eso.
De verdad que no me he detenido a pensar cómo me gustaría que me recuerden. Lo que sí es ya un motivo de alegría para mí y parte de mi realización como cantante, es ver cómo la gente se sabe las canciones que he grabado. Muchas no son mías, pero las he popularizado, ya están en boca del pueblo y los niños las cantan en Venezuela. Ese es el mayor logro que creo haber conseguido a nivel espiritual.