Consuelo Castañeda: No me gustan las etiquetas
15/12/2016
Después de 30 años sin exponer en Cuba, la artista visual Consuelo Castañeda llegó en septiembre pasado a La Habana con una interesantísima exposición —CCC 2016—, vista en la galería Orígenes del Gran Teatro de La Habana “Alicia Alonso”. Ahora, en los días del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, vuelve a marcar su presencia con la pieza Espiral.
Esa instalación se posesionó de uno de los amplios salones de la Casa del Festival —cuartel general de la cita cinematográfica— en el Vedado capitalino. Allí no solo se puede apreciar el quehacer de esta artista que ha mostrado su obra en Francia, Inglaterra, México, Estados Unidos, entre otros países, sino que se accede a interactuar con Espiral.
Foto: Kike
En conversación con La Jiribilla, Consuelo Castañeda (La Habana, 1958) —graduada de la Academia de Artes de San Alejandro y del Instituto Superior de Arte—, aseguró sentirse “muy feliz” por reconectarse con las tendencias más contemporáneas del arte cubano y reveló que Espiral fue concebida en el año 2011.
“Esta pieza se exhibió en Nueva York y luego en Miami; se caracteriza por ser una obra bastante grande, pero a la vez ligera. Cuando hice la exposición CCC 2016 —en la que incluí lo relacionado con la bidimensionalidad, es decir, fotografía, pintura y testimonio—, pensé insertar Espiral, pero no fue posible y quedó pendiente.
Este Festival me ha dado la posibilidad de mostrarla; me gusta la idea de presentarla en este tipo de evento, dado que es una pieza que está muy relacionada con la filmografía. Espiral contiene sesiones visuales que son segmentos de películas que tienen que ver con la historia del cine. Esos segmentos los manipulo instantáneamente y los acompaño con música, una manifestación que también forma parte del cine."
¿Por qué Espiral?
Espiral pertenece a una serie de pantallas que preparo para hacer proyecciones; en este caso está dedicada al símbolo de la espiral como elemento de desarrollo —realmente es la Espiral de Fibonacci—. Consta de una tela, que tiene tres veces el tamaño de una persona, y se mueve en el espacio creando un pasillo, o más bien un laberinto dentro del cual el espectador puede transitar.
¿Qué se encuentra dentro de esta pieza?
Es una retícula de tubos plásticos que marcan el vacío que hay dentro de la espiral; es como una malla que conecta puntos, supuestamente invisibles, que, como espectador, tienes que ser capaz de conectar. Generalmente, lo que sucede es que cuando accedes al centro de la espiral aprecias como una constelación y el público entra en un estado de contemplación —se acuesta en el piso, se sienta, se queda un rato pensando—. A ello se suma una serie de imágenes que se proyecta en toda la espiral y se superpone. La pieza cuenta, además, con tres proyectores.
Usted es una artista que trabaja contantemente sobre la experimentación. ¿Por qué?
Esa es la base de la creación; una vez que te repites en algo que dominas, no estás creando. Ese es el sentido de mi actividad creativa: investigar, aprender lo que no sé, enfrentarme a la incertidumbre, a la duda, a lo desconocido: el riesgo.
En CCC 2016 hubo un empleo de las nuevas tecnologías y en Espiral también.
Hoy día casi toda la producción artística y, especialmente, las artes visuales, están relacionadas con el uso de las nuevas tecnologías. En Cuba, para mi sorpresa, muchos creadores están orientando su trabajo hacia el empleo de nuevos medios; es algo que se corresponde con la época y lo obliga a uno a ir cambiando. En la galería Orígenes propicié unos talleres relacionados con la utilización de la tecnología 3D sin espejuelos, para que los artistas conocieran qué tipo de formato se usa, cómo se preparan los componentes, o sea, establecer un primer contacto —muy elemental— a partir de una técnica. Esto abrió el diálogo, el intercambio con un grupo de creadores jóvenes que son los que más me interesan.
Además del arte, el eje información-cibernética, el diseño y la arquitectura, ¿cuáles son los otros pilares de su trabajo?
Con el tiempo, uno nota que hay unas constantes en la producción de la obra. Realmente me han interesado mucho las cuestiones propias del lenguaje del arte. Desde mis primeros trabajos he manejado citas artísticas, he cuestionado las tautologías de los contenidos, las características lingüísticas del propio medio visual: esas han sido las constantes temáticas.
Once años de su vida los dedicó a la docencia en Cuba. ¿A qué se debe ese interés por la enseñanza?
El interés por enseñar es el mismo que el de aprender; soy una persona que, casi siempre, estoy relacionada con el conocimiento. No veo la actividad pedagógica como unilateral. Todo lo contrario, es un acto de investigación y de intercambio.
¿Cuál es su opinión sobre las tendencias del arte contemporáneo que se está generando en Cuba?
Me llama mucho la atención el rigor con que los jóvenes artistas están operando con su trabajo, especialmente desde el punto de vista conceptual: son muy cuidadosos en la manera en que organizan sus discursos. En Cuba se tiene una formación académica tradicional que implica que las habilidades manuales o artesanales de los creadores sean grandes. Pero creo que en estos momentos los artistas están teniendo una actitud seria al no dejar la obra en la habilidad artesanal, sino proporcionándole cierto concepto que le da mayor solidez.
¿Considera que su arte es conceptual?
Hay quienes lo consideran así, pero creo que mi arte es analítico.
Se lo pregunto porque el arte conceptual tiene detractores…
Hay una anécdota: en la Primera o la Segunda Bienal de La Habana, no recuerdo bien, vino a Cuba Joseph Kosuth, un artista conceptual bastante reconocido, y frente a una obra mía, titulada ¿Quién le presta los brazos a la Venus de Milo?, dijo: “La obra de Consuelo es post / post moderna”, o sea, me situaba con las características de la posmodernidad en una fase más adelantada. A mi entender, se está refiriendo al uso no arbitrario de los arsenales culturales, sino a la existencia de razones analíticas que priman. Aunque me consideran una artista conceptual, no creo que lo sea propiamente: siento que tengo muchas marcas del arte postmoderno. Prefiero no definirme con ninguna etiqueta, porque creo que limitan. El proceso de creación va cambiando; uno tiene algunas constantes, pero a la vez va cambiando con la vida.
¿Proyectos?
Quiero comenzar a hacer una producción de diez pinturas tradicionales en acrílico sobre tela. Me estoy yendo a México para concentrarme en ello. El tema será relativo a la génesis de la vida, los elementos del ADN, las moléculas, pero con referencias al paisaje o a los cuatro elementos básicos que conforman la vida: tierra, aire, fuego y agua.
¿Luego de hacer una producción intensa de instalaciones en la que el volumen es tan importante, no le restará mano?
¡No! Pintar es como montar bicicleta: a la vez que aprendes solo hace falta refrescar un poco las habilidades.
Esas telas se gestarán en México, pero ¿podremos verla en Cuba?
Puede ser. Espiral no se hizo ni se pensó en Cuba y ahora está aquí.