Han pasado casi 40 años de esta foto en la que aparezco junto a varios compañeros de la Vocacional de Holguín. Algunos de esos muchachos llenos de sueños ya no están; murieron demasiado temprano… Como apuntó Fidel un día: el mérito es estar vivo. Conservo los valores y principios de entonces. No soy el único, somos mayoría…

Imagen: Tomada del perfil de Facebook del autor

El camino ha sido largo y no son pocos los errores; menos de los que intentan atribuirnos nuestros ilustres vecinos; menos de los que nos achacan los nuevos “superrevolucionarios” que andan empujándonos al despeñadero con perfidia y supuesto acento erudito; menos de los que arguyen quienes andan a la caza de la primera oportunidad para hacerse de un expediente migratorio que les abra las puertas de Miami.

En 1959 la mayoría de los profesionales formados en la República mediatizada abandonó a su suerte por segunda vez a nuestras bases populares; la primera fue el 20 de mayo de 1902, cuando la burguesía mambisa dejó atrás a mujeres, negros y pobres, muchos de ellos sus compañeros de fila en el Ejército Libertador. Hoy entre el robo y la fuga de cerebros se aprecian claros, lógicamente dañinos para una nación necesitada de intelligentsia. En la jungla neoliberal del “sálvese el que pueda”, resulta lógica esta nueva oleada exacerbada por una política migratoria implementada como instrumento de subversión y una guerra genocida contra nuestra economía y finanzas, generadora de cansancio.

Fidel supo que no habría revolución sin una cultura de la Revolución, por ello convirtió a Cuba en un reservorio de mujeres y hombres de ciencias, y en un bastión de las ideas humanistas. Y lo hizo con los pobres como motor impulsor… Por más que aparezcan compañeros de viaje agotados, por más que afloren los arrepentidos, por más que se inventen pretextos como justificación moral a la traición, somos muchísimos más los artistas e intelectuales comprometidos con el legado cultural de la nación, que estamos dispuestos a preservar los sueños de justicia e igualdad social por los que tantas y tantos cayeron, enfrentados a un imperio con sentimientos encontrados de odio y temor hacia este pequeñito país devenido brújula a pesar de los pesares.

“Los revolucionarios y las revolucionarias en Cuba estamos curtidos después de tantas batallas”.

Hace poco asistimos a la escena cinematográfica del “pasaporte”, y luego pudimos ver cómo terminó. Ahora se diseminará como pólvora encendida un video tomado en la Casa de la Música de la Egrem en Galeano, sobre un incidente con “El niño” —a todas luces mal manejado— sospechosamente diseminado por dos medios financiados con fondos aprobados por el Congreso de Estados Unidos para la subversión.

“El niño” dijo su verdad. No dijo, sin embargo, que lleva tiempo compartiendo expresiones y consignas usuales entre los adversarios de la Revolución, allá y acullá, sin que antes de este incidente sucediera nada; de hecho, no dijo que ha empleado los términos más groseros para calificar a esta revolución de los humildes, por los humildes y para los humildes, esos que solo emplean los batistianos. Al parecer de tanto pinchar alguien cayó en la trampa. Son tiempos en los que se necesita calma y no caer en provocaciones que en nada benefician. Hay que respetar las opiniones y criterios personales; en una sociedad civilizada como la nuestra debe haber un margen de respeto a las diferencias. Fidel lo dijo: solo renunciar a los incorregiblemente reaccionarios, a los incorregiblemente contrarrevolucionarios.

También dijo Fidel que el primer derecho que tiene la Revolución es el de defenderse. Habrá que esperar por la verdad de quienes se sintieron agraviados y actuaron —todo apunta— de una manera desmedida. Y sobre todo habrá que esperar cómo actúa el artista. Quizá todo se resuelva de manera armónica entre él y las instituciones de la música. Ojalá. De todos modos, los revolucionarios y las revolucionarias en Cuba estamos curtidos después de tantas batallas. Nada nos sorprende: esperemos…

Tomado del perfil de Facebook del autor

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