Como se captura la forma del relámpago
Dos poemas con el estadio de fondo
EL ILOTA Y LA LUNA DE COCO
Al tonto de los partidos de béisbol
Nobody wants to know him.
Lennon-Mac Cartney
Apenas le interesa lo que ocurre en el diamante:
la fiesta del color y las luces, incrustándole al mundo,
resultan demasiado convergentes —¡Ahí va el número 10,
y deja hasta su sombra en el terreno!
La vida en lo exterior: solo una mancha
por donde arriban los pregoneros que invaden el estadio
con sus voces de cristal para venderlo todo.
Un negro con el rostro bullente de plenitud
golpea la esfera como si algún satélite
quisiera emigrar a Saturno. Le da la vuelta al cuadro
en tanto el pobre ilota formula su tronante tesis
sobre la musicalidad de los alaridos.
Y la luna de coco se pierde tras la torre de neón.
—¡Home run! —gritan a coro.
Pero es foul fly.
Se impregna de la jerga y repite lo que escucha.
El negro se estaciona nuevamente en el home plate
y tiene que tragarse la pelota ante el uuuuh
que desciende de las gradas.
El del gorro de papel con una H al medio
levanta las dos manos en señal de sapiencia
y la luna de coco le regresa a los ojos
donde brilla, sin edad, hasta el out veintisiete.
Ricardo Riverón
UNO DE LOS NUESTROS
Cuando me importa estar vivo frente al béisbol, pongo sobre mí a viejos restauradores.
Conozco a uno que nos convierte.
Llámenlo A. Urquiola.
Llámenlo para abrir, es de los que saben abrir.
Abrir las puertas de un bosque que no termina.
Abrir las jugadas donde los enemigos pasan y saludan.
A. Urquiola, al que buscaban por un boleto próximo, hacia unas sombras que él capturaba como se captura la forma del relámpago.
Ahora sabemos que puede regresar.
Cuando me importa estar vivo frente al béisbol, pongo sobre mí a viejos restauradores.
Conozco a uno que nos convierte.
Siempre, a pesar de todo, nos convierte.
Carlos Esquivel