Como las cartas llegan, y Andrómaca teme a la cólera de Aquiles…
10/4/2018
Se suceden las Cartas abiertas por parte de la tendencia que prefiere magnificar los insultos a Martí, y a los símbolos patrios, antes que poner medianamente en peligro su nerviosa libertad de expresión. Paradójicamente, la primera conducta llama a limitar la libertad y el derecho legítimo de las instituciones, publicaciones y autores que no acepten sus puntos de vista sin el más mínimo condicionamiento. Tendenciosamente, por cierto, se obvian los hechos para dejar en el aire solo sus propias interpretaciones del asunto y se evaden, en evidente y cínico ejercicio selectivo, los motivos y el orden de las reacciones.
Captura del muro de Facebook de Dean Luis Reyes, donde fue compartida la carta.
El texto completo puede leerse al final de este artículo
Se revela sin más el objetivo de sacar del juego a quienes no se plieguen a sus perspectivas y osen preocupar siquiera los recintos de su casa tomada. Se ven a sí mismos como únicos pensantes posibles. Se absolutizan gremialmente y lanzan a priori toda conclusión. No hay uno que llame verdaderamente a diálogo y debate si no es a condición de aceptar sin condiciones su paquete de doxas.[1]
En todas y cada una de esas Cartas abiertas, y me refiero solo a las de quienes han alcanzado obra, reconocimiento y espacio en el propio entramado de la cultura desarrollada por el proceso revolucionario cubano, como Arcos, Reyes, Cid, Giroud o Vega, se advierte una furibunda campaña de fuerza que ha de negar a toda costa el proceder legítimo de la institución revolucionaria y, con ello, el legítimo derecho a la opinión de quienes, como yo, hemos sacado conclusiones distintas. Es curioso constatar cómo ninguno está dispuesto a aceptar que esta tendencia de opinión responda a las personas que así lo declaramos, sino a una norma de poder que dócilmente aceptamos. Los chascarrillos y denominaciones abundan en sus notas y las “perplejidades” nos cierran toda posibilidad. Ninguno, sin embargo, y en nombre del respeto a la obra y trayectoria, está dispuesto a respetar la mía, ni la de quienes no aceptamos su punto de vista: el solo hecho de contradecirlo, desbanca toda nuestra trayectoria.[2]
Y es además evidente que, si algo admiten de derecho para la institución, es aquello que linda con el corporativismo de la industria cultural que empodera el mercado liberal por mucho más tiempo y con muchos, muchos y muchos más ejemplos de arbitrariedades y censuras de lo que pueda reprocharse al socialismo, tanto en Europa de este, con el estalinismo incluido, como en Cuba. Por tanto, y sin más vueltas, al menos de mi parte, se trata de una conducta garante de las bases sistémicas del capitalismo. No salen a la calle, tal vez, pero sí a la Academia, a la cultura. Una conducta que, para más ver, se salta la opinión ajena y hace infantería en la guerra cultural de la que es objeto la revolución cubana. Ninguno, sin embargo, parece dispuesto a verse en ese plano, porque ninguno, desde luego, admite siquiera la posibilidad de estar equivocado en sus valoraciones. Son absolutistas y absolutos y solo el dogma de la negación a priori tendrá cabida en su especulación intelectual. Son autofágicos en la conceptualización asimilada y su alimento solo podrá proceder de ese, su propio cuerpo conceptual.
No soy el único, aunque acaso el hecho de haber publicado en La Jiribilla, donde he colaborado durante años, por cierto, ha provocado que se enfoquen en mi las alharacas de descrédito, ofensas y sucesivas reinterpretaciones y tergiversaciones espurias de lo escrito.[3] Los elementos del debate están, aun así, en blanco y negro. Y también el orden de los hechos, los trabajos, los días y las Cartas. Prefieren, eso sí, reconocer el derecho a auto magnificarse para una obra inexistente que denueste a Martí, antes que indagar en la obra de quienes no se le pliegan. Defenestran tildando al adversario de defenestrador, como pleiteros de barrio.[4] Devuelven lo que como amenaza interpretan, o sea, la opinión adversa, con amenazas mayores y juicios sumarísimos donde solo hace presencia el propio fiscal en que se erigen.[5]
Como las Cartas llegan, se suceden, se exaltan y “se etcéteran”, y mi pecado de ideólogo de la guerra (fría) cultural [6] me lleva a una picota de venganza y linchamiento (intelectual) masivo, o al menos gremial, dejo claro que saldría más allá de las murallas, a probar cuánto resisto al inmortal Aquiles, aunque Andrómaca sufra, sabiendo que el desafío de un mortal a una divinidad se paga no solo con la vida, sino con vejación sin límites, con la letra escarlata de quienes solo se sacian en su propio ombligo de dominación e intolerancia.
Carta abierta de Dean Luis Reyes
prefiero ser esa infantería que sugieres, que ir con la impedimenta que tan bien representas…
Y dijo Martí : ¨Ser cultos es la única manera de ser libres¨. Y ser cultos no es solamente haber leído unos cuantos libros y hacer citas o apropiaciones. Ser cultos es tratar al otro/otra con el debido respeto, incluyo en esto a l@s lectores a cuya posibilidad de reflexionar por cabeza propia no se respeta cuando alguno se otorga el derecho de rebatirnos sin publicar nuestras opiniones. Cuando no hay suficientes argumentos para rebatirnos o estos son débiles, siempre es útil acusarnos de, como en este artículo se hace, ser parte de la infantería de la guerra cultural. Infantería de esa guerra cultural son los que quieren dividirnos y enfrentarnos para debilitarnos. ¨Divide y vencerás¨. ¿Quién vencerá con la división? Dijo Ho-Chi-Minh: ¨Que la división del campo socialista no ensombrezca el futuro¨.
Como siempre acostumbro, mi artillería pesada, lleva a reflexionar sobre este tema y creo necesario que conozcamos cómo pensaba nuestro eterno líder histórico de la Revolución cubana, Fidel Castro Ruz, acerca de la libertad de expresión.Los invito a que lean este artículo de “La pupila insomne”,con fecha: 03/08/2011,titulado “Fidel y la libre expresión”
http://www.fidelcastro.cu/es/articulos/fidel-y-la-libre-expresion
Debemos interiorozar muy bien en estos párrafos:
…”Permítanme decirles en primer lugar que la Revolución defiende la libertad; que la Revolución ha traído al país una suma muy grande de libertades; que la Revolución no puede ser por esencia enemiga de las libertades; que si la preocupación de alguno es que la Revolución vaya a asfixiar su espíritu creador, que esa preocupación es innecesaria, que esa preocupación no tiene razón de ser.
“La Revolución tiene que comprender esa realidad y, por lo tanto, debe actuar de manera que todo ese sector de artistas y de intelectuales que no sean genuinamente revolucionarios, encuentre dentro de la Revolución un campo donde trabajar y crear y que su espíritu creador, aún cuando no sean escritores o artistas revolucionarios, tenga oportunidad y libertad para expresarse, dentro de la Revolución.
“La Revolución no puede pretender asfixiar el arte o la cultura cuando una de las metas y uno de los propósitos fundamentales de la Revolución es desarrollar el arte y la cultura, precisamente para que el arte y la cultura lleguen a ser un real patrimonio del pueblo”.
“Mi concepto de la prensa libre es que los medios masivos de divulgación, la prensa, la radio, la televisión deben ser propiedad del pueblo, y no propiedad de individuos particulares. Ese es nuestro concepto.
“Si usted llama libertad de prensa al derecho de la contrarrevolución y de los enemigos de Cuba a hablar y a escribir libremente contra el socialismo y contra la Revolución, calumniar, mentir y crear reflejos condicionados, yo le diría que no estamos a favor de esa ‘libertad’. Mientras Cuba sea un país bloqueado por el imperio, víctima de leyes inicuas como la Helms-Burton o la Ley de Ajuste Cubano, un país amenazado por el propio Presidente de Estados Unidos, nosotros no podemos dar esa ‘libertad’ a los aliados de nuestros enemigos cuyo objetivo es luchar contra la razón de ser del socialismo.
También nuestro Apóstol José Martí,expresó… “Odio la pluma que no vale para clavar la verdad en los corazones y sirve para que los hombres defiendan lo contrario de lo que les manda la verdadera conciencia, que está en el honor, y nunca fuera de él”.
Palabra y pluma ardiente: el periodismo de José Martí
http://www.monografias.com/trabajos23/palabra-pluma-marti/palabra-pluma-marti.shtml
Belquis,
Qué bueno que propuso usted una opinión moderada y respetuosa para publicar en nuestros comentarios, pese a que nos acusa por adelantado de practicar censura. Sin embargo, aquí, dos bloques encima de esta opinión editorial, aparece publicada la suya. La anterior (o sea la segunda que usted nos remitió), decidimos no publicarla, más que todo por contener amenazas explícitas al autor del artículo de referencia. Ninguna publicación que modere sus comentarios se permitiría que alguien de su prestigio lance ofensas y amenazas a un escritor que, simplemente, ha escrito y publicado su opinión. Usted podría, en cambio, desmontar uno por uno los argumentos de Jorge, sin amenazarle, y se lo publicaríamos, naturalmente. Pero sucede que hasta ahora solo la hemos visto hacer lo mismo que, según su punto de vista, hace Jorge Ángel: calificar sin argumentar. ¿De dónde saca usted, por ejemplo, que Jorge carece de argumentos para rebatirles? ¿Por qué nos priva de la argumentación correspondiente? La revista nuestra, como todas, defiende y defenderá siempre su derecho de escoger lo que publica. De cualquier manera, hoy existen muchas vías para dar cualquier texto, pero fíjese si su comentario era desafiante y fuera de lugar, que ni siquiera lo publicó en su perfil de Facebook. Por otra parte, su carta abierta del 6 de abril, que también usted da por censurada, aparece publicada en el lugar correspondiente. Habría más preguntas que hacerle en torno a sus dos cartas, pero nuestro interés no es agredirle sino expresar nuestro punto de vista, sin faltar en lo más mínimo al respeto que usted, efectivamente, merece.
En argumentos, acaso no suficientemente cultos, para Belkis Vega
¿No hay suficientes argumentos para rebatir una actitud que niega a priori el trabajo de la institución? ¿No es ese el argumento primario que han evadido y han manipulado tendenciosamente en nombre del propio derecho que pretenden violar por antonomasia? ¿No valen, para Belkis Vega, los argumentos fundamentados de una obra ensayística y literaria que, al desconocerla, la irrespeta de plano, solo por el hecho de que no forma parte de sus lecturas, o de su cultura personal? ¿En qué se basa la pretendida debilidad de argumentos, acaso en que no coincide con la perspectiva ética que pretenden imponer, o solo en que mis argumentos se niegan a compartir el absolutismo de juicio con que la tendencia que ha decidido defender se valida a sí misma por sobre cualquier otra? ¿No han demostrado lo suficiente estar dispuestos a ser totales, totalitarios, absolutos, en fin, más que en los más chatos momentos del realismo socialista? ¿No empieza el respeto del otro por conocer y entender los argumentos del otro, aunque no se comparta el paquete de argumentos? ¿tan infalible ven su punto de vista que se consideran intocables y en plan de abrogarse el derecho de manipular los ámbitos públicos del pensamiento? ¿Con qué argumentos, por cierto, sostiene Vega que mi cultura procede de haber leído “unos cuantos libros” (en ese caso los “cuantos” pasarían a miles) y “hacer citas y apropiaciones”? Si en tres cuartillas apenas halla tanto, ¡cuál no será su sorpresa al leerse siquiera un par de libros!
Demasiado falso positivo sostiene el curso de argumentación con que se pretende absolutizar nuestro derecho a valorar qué es el buen cine y cuál el arte que ha de levantarse en la asediada transición socialista. Y me refiero a mi derecho como autor, y pensador, que es uno, y al mismo tiempo al derecho de La Jiribilla, como órgano de prensa y opinión, que es otro, ya que en la reacción endemoniada del cartismo dogmático e irrespetuoso con que nos han bombardeado, se han arrimado al pastiche solamente.
Demasiado culto a los lugares comunes de la dominación hegemónica como para poder sostener que se está siendo culto. Martí, por cierto, no pedía esta condición al individuo, quien, en última instancia, llega a la cultura por esfuerzo y capacidad propias, sino al pueblo, a donde esa cultura debe llegar por condición, para que sus individuos puedan obtenerla. Tengo pleno derecho a pensar, por esta propia cabeza con que pienso, que el pueblo no llega a la cultura de manera holística, o sea, acumulando la suma de individuos, sino, como pedía Martí, transformando la sociedad, y la nación, a través de una revolución. Tiene derecho, camarada Vega, a pensar de otro modo, pero acaso ese derecho cese cuando el respeto por el pensamiento ajeno, del otro o de la otra (para las niñas también se escriben estas páginas, dice la obvia apropiación que generosamente le regalo), se transforma en maniquea negación, en superposición de instrumentos de dominación del pensamiento libre y emancipador de la nación. No he llegado a tales conclusiones por orientaciones recibidas, sino por largo y angustioso proceso de observación, estudio, investigaciones y razonamiento propio. Para que ese mutuo respeto se haga operativo en bien del culto pueblo al que decimos debernos, le ruego no convertir en edicto la ignorancia, o el falso positivo de descrédito a priori.
Para Dean Luis, en devolución de su línea.
Gracias, Dean, por aclarar en una sola línea lo que con tanto malabar de la sofística crítica has venido mediando.
Y, para insistir una vez más en que no cambies lo que digo claramente: no sugiero que seas, con tu conducta crítica (y al ejercicio del juicio me refiero), infantería de guerra cultural; por el contrario: lo sostengo. Eres, así de simple, infantería de guerra cultural, y estás del lado que hostiga a la revolución. Con clartidad lo afirmo.
Por mi persona, ya que tanto vas a mi persona y no a mis conclusiones, afirmo esto: si llego a ser impedimenta martiana (¿no quedaban las mujeres, los heridos, los cargadores de vituallas y demás enseres necesarios en la impedimenta?), me considero espiritualmente resarcido, ya que decir “bien pagado”, sería una abstrusa pretensión.
Vuelvo a la carga y espero ser menos extenso que en la anterior y eso me cuesta trabajo, lo confieso.
Esta “bronquita” sobre un material audiovisual donde se ofende la sagrada memoria de Martí, ya me empieza a cansar un poco, pues pienso que se le ha dado demasiada importancia a un realizador que demostró cuando menos una inmadurez galopante a la hora de tocar algo así. Sobre Martí, recalcar lo mismo: es sagrado para los cubanos, PUNTO. Cuando se intenta construir una sociedad basada en principios de altruismo e igualdad, con toda la imperfección y meandros del camino, hay cosas que son sagradas y deben estar protegidas por los principios. El derecho a la vida, a la salud, a la educación, a la cultura, el respeto a los símbolos patrios mas sagrados, el respeto a nuestra Historia, cuyo heroísmo es más grande que el tamaño de nuestra Isla y nuestra población, el derecho a la libertad no sólo como individuos sino como colectividad y como país, que es el DERECHO A LA SOBERANÍA. Dijo Robespierre, y tenía una razón aplastante: “La libertad de cada uno termina allí donde comienza la del otro”, y es ahí donde radica el consenso. Consenso no es hacer lo que me da la gana, si afecta u ofende a cientos de miles, a millones de compatriotas. ¿Sentirá el realizador como compatriotas a los que defendemos a toda costa la soberanía de Cuba? Sería bueno preguntarle, pero espero que sí. No quiero arremeter contra Yimit ni contra Arcos, ni contra nadie en específico. Pero sí quiero destacar una idea que ya lancé en un comentario anterior, la de la censura de la derecha.
Expliqué, y parece que mucha gente lo pasa por alto, que en el capitalismo sí existe la censura, que está disfrazada de falsa libertad de expresión. En primer lugar, la libertad de expresión del capitalismo es la libertad de expresión de los dueños de medios, y los dueños reales de los medios son muy pocos. ¿Cuándo va a entender mucha gente que los dueños reales de los grandes medios capitalistas no son cientos ni miles, sino menos de cincuenta en total? Más aún, de esos 50, 8 ó 9, aproximadamente, son dueños de más del 90% de esos medios. ¿Tengo que repetir cómo se llama eso? Se llama monopolización, y es lo más restrictivo de la libertad de expresión y de la libertad de empresa que existe, porque un monopolio es una mafia extendida sobre un rubro, sea de producción material o de producción cultural, o pseudo-cultural. Pero hay más. ¿Saben que cosa es un cártel? Es cuando los monopolios, las grandes corporaciones, se unen en una entidad englobadora en la que establecen precios y líneas de conducta, para no tener que competir entre sí y establecer una tiranía contra el resto de los que intenten sobrevivir en un tipo de empresa. Pues bien, los medios no sólo están monopolizados hace mucho tiempo, sino que están cartelizados. Esas entidades cartelizadoras se llaman fondos de inversión, y el mayor de todos no sólo engloba los medios de comunicación, sino en general el gran poder financiero del mundo occidental. Se llama Fondo de Inversión Vanguard, y allí están, desde las transnacionales del petróleo hasta las grandes empresas del Complejo Militar Industrial estadounidense, como la Lockheed Martin, la Boeing y la nefasta Asociación Nacional del Rifle, esa que impone a Estados Unidos que sea legal andar con un fusil de asalto como si se estuviera en guerra. ¿Saben quiénes están también en Vanguard? Pues Comcast, Disney, Warner Bros. y todos los más grandes diez conglomerados mediáticos del planeta. ¿Necesitamos un ejemplo para darnos cuenta de las pertenencias, de los dueños? Ahí va: Los periódicos El Nacional y la Ceja, de Venezuela, pertenecen al Grupo Cisneros, grupo mediático de Gustavo Cisneros, magnate venezolano que no sólo posee medios de comunicación, sino empresas importadoras de bienes de consumo. ¿Creen que el Grupo Cisneros es independiente? Nada de eso. Pertenece a Univisión. ¿Sabemos lo que es Univisión? Supongo que sí, es el canal hispanoparlante más rico del planeta, con sede en Miami, y que impone su visión a toda America Latina. ¿Univisión es independiente? Tampoco. Pertenece a Comcast, el más grande conglomerado mediático del planeta, parte integrante de ese cártel de todos los grandes poderes imperiales, que es el Fondo de Inversión Vanguard. ¿Podemos entonces darnos cuenta de cómo funcionan las cosas? ¿Es que no somos capaces de darnos cuenta de cómo los titulares y los textos de las noticias falsas son idénticos en toda esa infame red de medios que responde a los intereses de un grupito reducidísimo de dueños que son exactamente los mismos monstruos de las casas financieras anglonorteamericanas? ¿No somos capaces de darnos cuenta de que existe una verdadera tiranía de los medios de DESINFORMACIÓN a nivel mundial? El Fondo de Inversión Vanguard, donde se coaligan los poderes más espantosos del mundo, paga sus grupos de tanques pensantes para manipular la información e imponer una tiranía informacional y cultural al mundo entero, que incluso nos ha construido una Historia Contemporánea falsa, al gusto de sus intereses, para que repudiemos los intentos de construcción del socialismo, para que nos creamos horrores que nunca sucedieron y no veamos los que financiaron sus antecesores financieros, como la guerra de intervención contra la Rusia Soviética en 1918, la Alemania Nazi de Hitler, la Italia fascista de Mussolini y el fascismo español de Francisco Franco y Bahamonde. Esos poderes coaligados en el Fondo de Inversión Vanguard son FASCISTAS, y tal y como advirtió Antonio Gramsci, han lanzado y en gran medida logrado una superestructura cultural de individualismo, de egoísmo a ultranza, de racismo, de fascismo cultural que creo que algunos no logran ver. ¿Alguien quiere un ejemplo de fascismo cultural o de información? Facilito: mírese todas las grandes agencias noticiosas, sus prioridades y sus términos. Guerra de Iraq, de la cual nosotros, los conscientes de lo que está pasando, diríamos ocupación fascista para saquearle el petróleo. Las noticias dicen: “5 soldados de la “coalición” muertos en enfrentamiento al sur de Mosul”. Las comillas de coalición son mías. Se refieren, claro está, a la OTAN. Naturalmente, para medios que son poseídos por los grandes millonarios de Wall Street, donde están las transnacionales del petróleo que saquean Iraq, sólo importan los soldaditos invasores, que dicho sea de paso, son infeliz carne de cañón a los que engañan diciéndoles que van a “repartir libertad”, cuando van a repartir MUERTE MASIVA, GENOCIDIO Y DEVASTACIÓN. La nota informativa de los grandes medios masivos, y muchos medios menores en su red, ni siquiera menciona a los iraquíes muertos. Esos, que en su mayoría fueron civiles, porque la OTAN se especializa en ataques masivos, no cuentan, son muertos de cuarta o quinta categoría, son “DAÑOS COLATERALES”. Del mismo modo, los medios lanzaron una campaña tremenda de solidaridad y nos espantaron con la noticia y las imágenes del ataque terrorista, sin sentido alguno en cuanto a objetivos políticos, que sucedió en París. Facebook puso su filtrico de la bandera francesa y todos acudieron presurosos a ponérselo en solidaridad. Fue más una moda estilo cultura pop que una solidaridad profunda por las víctimas. Pero… ¿alguien se puso la bandera del Líbano? Porque dos días antes de ese ataque, hubo otro en el Líbano, con más muertos que el de París. ¿Es que los libaneses que PERDIERON SU VIDA, QUE SE MURIERON SIN REMEDIO, valían menos que los europeos que estaban en el concierto en París? ¿Es que no tenían idénticamente familias, sueños, amigos y amores? Facebook ni siquiera mencionó el incidente, mucho menos poner un filtro con la bandera del Líbano. Eso no tiene otro nombre que fascismo cultural, racismo velado pero patente y egoísmo rampante. Eso es lo que inculcan, de mil modos muy bien estudiados por sus tanques pensantes, los medios tiranizados por los conglomerados mediáticos, para mantenernos divididos, para que pensamos solamente como individuos egoístas y nunca como clase social ni como pueblo de un país.
Vivimos una época muy oscura a nivel de información, y por suerte, la red de redes, aunque también tiranizada en parte (la misma Wikipedia tampoco es libre y responde a esos mismos poderes y sus ramificaciones) nos da un espacio (que necesitamos ampliar en Cuba, qué duda cabe) para una batalla ideológica en la que somos apenas una roca límpida dentro de un mar de aguas albañales. Tenemos valores a defender, valores puros que no podemos abandonar por nada, ni por casas financieras o fondos Vanguard por un lado, ni por funcionarios anquilosados que pudieran olvidar su función de facilitadores de la cultura por el otro.
El que esto escribe gusta de la música clásica, la Nueva Trova y el heavy metal y sabe distinguir entre la enorme calidad interpretativa de Iron Maiden y la posición ultrareaccionaria de sus miembros, en particular del genial como vocalista, pero ultraderechista Bruce Dickinson, por sólo poner un ejemplo. Sé muy bien de las censuras injustas y las políticas de aislamiento que tuvieron en una época pasada las autoridades culturales en Cuba. Durante años tuve que soportar la insolencia intolerante de policías cuasi analfabetos funcionales que me detenían todos los días de la vida por tener el pelo largo, y lo sigo teniendo largo, porque me da la gana. Por suerte eso cambió. Creo que ciertos cambios a nivel ministerial fueron muy positivos y que el enfoque dinámico y gramsciano que ha tenido por mucho tiempo ha sido una suerte para todos los cubanos. Es necesario abrirse al debate, pero no podemos admitir la injuria y el ataque a cosas que son sagradas para los cubanos.
Desmitificar no es ofender. Sabemos todos que Martí era hombre de flores y agudeza en el verbo, ante el cual las barreras femeninas caían deshechas por todas partes, al tiempo que aglutinaba hombres y voluntades para la lucha por la independencia. Era buen gourmet y en una fiesta siempre sacaba a bailar primero a la menos agraciada, lo cual le acercaba las voluntades de la gente noble, que es la gente que vale. Eso es desmitificar, ver al hombre de carne y hueso, al tipo bajito y enjuto, casi con más frente que tórax, que había perdido un testículo por una orquitis causada por el presidio a los 16 años, y que con una mochila que pesaba casi más que él, atravesó los firmes de la Sierra Maestra siguiendo el ritmo de hombres más acostumbrados que él a la manigua, hasta llegar a la Mejorana. Otra cosa muy distinta es pretender rebajarlo, ofenderlo, como no es admisible rebajar ni ofender a nadie que tenga el espíritu y la voluntad de arriesgar el pellejo por dar una batalla a favor de los humildes, de manera pura y entregada. Antes de lanzar una invectiva contra tales hobres y mujeres, tenemos que pensar quiénes somos y qué hemos hecho por los demás y por el ambiente que compartimos, y si tenemos la moral para ello. ¡Y nunca hay moral para injuriar la grandeza! porque se pierde toda en el intento. Repito algo que ya dije: hubo censura, sí, ¿y qué? Estamos en una guerra, dura e implacable, de las ideas y de los valores que tenemos que defender al precio de la propia vida. Pensemos todo esto un poco, en vez de concentrarnos en esta guerrita de invectivas y desacreditaciones, que sólo favorece a los que desde la otra orilla y pagados como mercenarios de los poderes más oscuros de la actualidad, tratan de dividirnos. Y digo más, digo que necesitamos el debate al duro, sobre cuestiones básicas de las ideologías y del actual orden mundial, tiránico e injusto en su mayor parte. Poner el PARE a los que quieren minarnos la resistencia, es parte de nuestros derechos también, es otro derecho, el de defender valores y soberanía,. ES NUESTRO DERECHO DE DEFENDER NUESTRA LIBERTAD COLECTIVA COMO PUEBLO Y COMO NACIÓN. Si alguien quiere pasarse a las filas del mercenarismo, que lo haga de manera evidente, sin refugiarse en supuestas libertades de expresión para destruir la solidez que necesitamos para que nuestra roca limpia no se erosione con tantas aguas albañales.
Te recuerdo, Jorge Ángel, que en la impedimenta también iban los castigados en cepo. Muchos de ellos, por resentidos. Gracias por poner aquí el mismo resentimiento que explica tu aparatoso “chiste” en tu muro de FB. Ello habla mejor de tus argumentos que todo lo demás. Y por cierto, se te extrañó en la Muestra Joven.
La verdad es que no vale la pena seguir escribiendo cuando se tergiversa de la manera en que aqui lo hacen lo que uno escribe. Les dije que me censuraban porque durante una semana no publicaron lo que escribí con relación al artículo anterior. Algo los hizo cambiar de opinión y lo publicaron entonces en el orden que le hubiera correspondido. Por otra parte, lo que publico o no en mi Facebook, por suerte, lo decido yo.
En vuestros escritos nos han hecho acusaciones muy serias que -al menos yo- no estoy dispuesta a admitir y lo tramitaré por las vias correspondientes. Si no lo hago ahora, es porque estoy impartiendo un curso en el exterior.
Por otra parte, no estoy defendiendo una película que no he visto ni un realizador que no conozco sino estoy pronunciándome contra la censura, a lo cual tengo derecho. Además, no he lanzado ofensas ni amenazas públicas contra nadie y sí he tenido que soportarlas contra mí y otros compañeros, ofensas que han llegado a acusarnos de ¨infantería del enemigo en la guerra cultural¨ y esto es una acusación bien grave que no voy a permitir ni dejar pasar por alto. Yo también podría acusar la actitud que se desprende de los escritos de Jorge Ángel Hernández pero no creo que es éste el lugar para hacerlo y además, ya no le veo sentido a este intercambio irrespetuoso por vuestra parte. Punto final.
Estimada Belquis,
Aunque dice que no lo hará, termina usted nuevamente descalificando y amenazando, sin ofrecer los necesarios argumentos. Insitimos en que estaríamos dispuestos a publicar una respuesta suya, debidamente argumentada. Por otro lado, es usted libre de tomar las decisiones que considere en respuesta a lo que se publicó en nuestra revista.
Para Dean Luis y para Belkis Vega, sorprendidos y airados en la infantería…
Qué casualidad, Dean Luis, que atiendes solo a las manchas de la impedimenta, y que, una vez más, me envían a prisión (siquiera simbólicamente) por expresar mi opinión y por desarrollar, por propio pensamiento, mi análisis de las circunstancias. No se puede ser más plural, abierto, democrático, verdad? E igualmente la camarada Vega se indigna y busca la posibilidad de juzgar en tribunales, más que debatir por criterios y hasta por diferencias de posturas ideológicas. Lo que llamas chiste, profesor Dean Luis, es decir, la parodia que hice en MI MURO de Facebook sobre el diálogo y el show de proyecto de guión que se orquestó alrededor de la muestra joven, se llama sátira. Y la reacción que tuvo, hasta llegar al bloqueo de mi cuenta de Facebook por arteras maniobras, demuestra que están dispuestos a aceptar la sátira solo en una dirección, o sea, cuando se ven como sujeto satirizador, o de burla, que es lo que va por nivel de posibilidad, y no como el objeto satirizado. Para que fueran coherentes con la actitud tomada acerca de Quiero hacer una película, correspondería comparar mi diálogo de la sátira de MI MURO de FB con alguno de Gutiérrez Alea; aunque, si se dieran una vuelta por Marcos Behemaras, no les vendría mal. Y por favor, cesen un poco con las amenazas públicas y la recurrencia al epíteto descalificador, que incluso las personas de barrios marginales se las arreglan para argumentar los motivos de sus broncas. Tal vez eso explique mi ausencia por la muestra joven (más allá de que nuca recibí invitación alguna), sin saber si una vez más sería agredido (físicamente y de palabra) por exponer mis ideas.
LAMENTO QUE TE MOLESTEN LAS “AMENAZAS PUBLICAS”. SERÍA LA PRIMERA VEZ QUE USTEDES SIENTEN TEMOR. PERO TE RECUERDO DEBAJO LO QUE ESCRIBISTE ANTES. Y LA MUESTRA JOVEN ES UN ESPACIO ABIERTO, COMO EL CINE CUBANO TODO, A PESAR DE QUIENES LO MAL ADMINISTRAN. AH, Y GRACIAS POR ILUSTRANOS ACERCA DE LA GUERRA FRIA CULTURAL, PERIODICO EL MUNDO MEDIANTE. CON TODO EL CINE QUE CENSURAN E INVISIBILIZAN USTEDES, MÁS LOS TEXTOS QUE DESAPARECE TU REVISTA, DEBEMOS TENER RAZONES PARA SOSPECHAR QUÉ FACCIÓN ES MÁS ACTIVA EN ESTE PROPÓSITO.
https://www.lajiribilla.cu/articulo/censura-en-el-icaic-o-escaramuzas-en-las-visperas
“Si algo está podrido más acá de Dinamarca, muy cerca de nosotros y del accionar cotidiano de las instituciones, es justo la opinión de críticos, realizadores e intelectuales cubanos que no operan desde el análisis y el rigor consustanciales a su oficio y cuya obra desaparecería si borrásemos de ella lo que aluda o rememore el auspicio de la institucionalidad de la Revolución. Algo, con demasiados elementos que engranan a la perfección, parece responder a un entramado desestabilizador y subversivo, en primer lugar, por la recurrencia en sus textos del ya mencionado lugar común contrarrevolucionario y la consiguiente sublimación de cualquier indicio que refuerce su correlato cinematográfico. Esa es la actitud sine qua non para tender las manos bajo el gajo de los 20 millones (oficiales) que el departamento del Tesoro estadounidense ha designado para el derrocamiento del sistema político cubano [4]. Como lo han demostrado muchos investigadores de este tema, en cuestiones de injerencia subversiva la erogación extraoficial (difusa e imperceptible como pocas), triplica a la oficial, como promedio al menos. No es de extrañar que con el nuevo inquilino de la Casa Blanca (que tantas lecciones de manipulación a través de las redes de Internet está dejando), y el activo cabildeo contrarrevolucionario, ese promedio se exalte un poco más y se dirija, sin obvias expresiones políticas, a la “noble tarea” de desacreditar a la institución. Evidentemente, hay un grupo que dice: “Más en mis manitas (¿de hombre fuerte?), por favor”.
No estoy de acuerdo con la censura, aunque sea de presuntos “ataques a las figuras sagradas”. Si no se está de acuerdo con esos “ataques”, atáquenlo, critíquenlo, pero no lo censuren. Sé que esto es muy difícil todavía en Cuba. Por ejemplo, nunca vi una crítica a Fidel. Pero le felicito a La Jiribilla por haber publicado la carta de Dean Luis. Significa que La Jiribilla no la está censurando, sino exponiéndola al debate – y, por eso mismo, a la crítica. Así debería de ser siempre. Un abrazo.