Como gustéis en clave joven
El teatro ha comenzado a regresar a las salas con aforos reducidos y otras medidas de protección. Mi primera experiencia fue disfrutar de una de las dos puestas presenciales del 19 Festival de Teatro de La Habana, el trabajo en proceso del montaje de Como gustéis, de William Shakespeare, espectáculo de graduación de la Escuela Nacional de Teatro, dirigido por Carlos Díaz.
Como gustéis es una comedia juguetona, cuyo desarrollo argumental parte de las rivalidades entre dos hermanos, Orlando y Oliverio, por la herencia del padre, desavenencias que se solucionarán gracias al amor. En torno a ellos están Rosalinda, Celia, Carlos, el joven pastor Silvio, enamorado de Febe y rechazado por ella; Federico, un duque impostor y su hermano el duque legítimo, y hasta un bufón. Algunos de ellos juegan a disfrazarse y generan equívocos que enriquecen la fábula de una de las más maduras y elaboradas comedias shakespearianas, integradora de la tradición pastoril con muchos de sus rasgos característicos: el valor de la naturaleza frente al ambiente artificial de la corte, los personajes disfrazados que asumen nuevas identidades y generan confusiones, el tratamiento de la cuestión amorosa, y el descubrimiento personal por medio de una peripecia que va de la pérdida a la recuperación o el descubrimiento.
El Premio Nacional de Teatro y líder del Teatro El Público, Carlos Díaz, rescribe y sintetiza la obra conjuntamente con los también actores Fernando Hechavarría y Ana Rojas, profesores de actuación y voz y dicción del grupo, respectivamente, y con la participación activa de los propios estudiantes que concluyen su nivel medio de actuación.
“En general, hay buen nivel de conjunto y algunos actores que anticipan un futuro promisorio”.
Principalmente con trajes y accesorios reciclados de otros montajes, Carlos diseña la visualidad, y el vestuario cumple su rol de caracterización y sincronismo epocal con efectividad y soltura a la vez, siempre con cuidado sentido estético, una divisa de este director para quien cada detalle de color o forma es importante desde el punto de vista expresivo.
Para emprender esta puesta en escena supo sortear los desafíos que significa la reapertura de las salas aún en condiciones de pandemia, pues a pesar de la visible disminución de casos gracias al aumento de personas inmunizadas por las vacunas, los artistas deben cumplir protocolos de distanciamiento.
Por ello, el director del Teatro El Público escogió la modalidad de teatro arena sobre el escenario del Teatro Trianón, y concibió un montaje en formato de cámara, sencillo y lúdico, en el cual los espectadores se ubican frente a tres lados de un plano cuadrado que se conforma en estilo minimalista por una alfombra verde, a cuya área se limitan las acciones. El “ambiente pastoril” a tono con la trama se refuerza con grandes macetas de plantas ubicadas entre una y otra silla de la primera fila. Casi todo el tiempo hay un solo actor en escena o a lo sumo dos, y el grupo de graduandos se reúne ante nuestra vista solo para el saludo final, de modo que no se produzcan escenas de contacto físico más allá de lo imprescindible en muy breves instantes. Así se suceden monólogos que combinan la narración y la representación. Carlos Díaz justifica esta solución escénica al componer el montaje como una sucesión de breves relatos, que son episodios que se cuentan a los espectadores como chismes o, en ocasiones, como reportes de la conductora de una suerte de revista noticiosa televisiva.
Junto a la base textual shakespeariana, que se apoya en parlamentos de carácter literario y dentro de una norma culta, con la cual los jóvenes actores saben lidiar en articulación y proyección para transmitir eficazmente su sentido, hay momentos chispeantes de intertextualidad en los que se introducen parlamentos de actualidad, casi siempre ligados a referentes de la cultura popular urbana, que los novatos saben manejar orgánicamente como algo que les es familiar y cercano. Pero afortunadamente hay mesura en el juego con esta suerte de morcillas, dejándolas apenas como un guiño, que el espectador reconoce y acepta de buen grado, pero que no se convierten en regodeo ni en recurso fácil. Son efectivos chistes, justo en la medida en que pueden provocar una ruptura dinámica que se conecta de inmediato con los espectadores.
La banda sonora, estructurada por uno de los actores jóvenes del Teatro El Público, Alejandro Cabrera, hilvana temas de Los Beatles y otras sonoridades contemporáneas, a veces a la sordina, sutilmente, para construir un suave fondo sonoro de evocación juvenil.
En general, hay buen nivel de conjunto y algunos actores que anticipan un futuro promisorio. Quizás los nombres que voy a enumerar no le digan mucho a quienes no son sus familiares y allegados, pero quiero nombrarlos a todos, porque sé que muy pronto darán que hablar y con su energía contagiosa, como comenta con agudeza el director, desplazarán a aquellos a quienes la modorra y el acomodamiento ha hecho perder de vista que el arte del teatro se desarrolla haciéndolo sobre las tablas, en prueba permanente de géneros, estilos y procedimientos y encarnando roles diversos.
Rafael Oramas, José Roberto Cepero, Greter Chareán, Ernesto Sánchez, Facira Fernesa, Elaine Courret, y sobre todo Lisandra González, Arianna Rueda y Luis Ernesto Dársenas encarnan con empatía sus roles juveniles y alguna que otra caracterización. A Dársenas, el último de ellos, delgado e inquieto y con un rostro de peculiar carisma, el lector avispado quizás lo recuerde por su personaje de joven campesino en la serie Lucha contra bandidos trasmitida hace unos meses por la Televisión Cubana.
Como gustéis seguirá en cartel en el Teatro Trianón cada sábado y domingo hasta el 12 de diciembre. Si usted se anima a vivir una grata experiencia, llegue temprano o reserve a tiempo su entrada, pues a cada función solo pueden acceder 62 espectadores, para seguridad de todos. Disfrutará de una lectura contemporánea de Shakespeare y de una hora de diversión.